¿En qué mano te apoyas?

Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos” Isaías 65:2

Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios” Salmo 146:5

Desde recién nacidos buscamos algo a lo que asirnos, y así vemos a niños de apenas un par de días, apretando fuertemente el dedo de alguien que le acaricia, aunque todavía no pueda ver o distinguir claramente quien es. Es un reflejo natural, innato, que va con el ser humano desde su propio origen.

Cuando empezamos a dar los primeros pasos, lo hacemos sostenidos por unas manos estables que, no solamente dirigen nuestros pasos, sino que estamos seguros (aunque no podamos expresarlo aún con claridad) que nos sujeta y no va a dejar que caigamos.

Pero, cuando llegamos a la adolescencia y a nuestra juventud, empezamos a desarrollar ese sentimiento de “ser ya mayores”; de “poder caminar solos”; de “no necesitar que nadie nos dirija”. Y, en muchas ocasiones marchamos de tropiezo en tropiezo, por nuestra torpe forma de rechazar, o por no aprovechar la mano extendida de nuestros padres para agarranos a ellas, para seguir teniendo un punto de apoyo en la cruel y a veces difícil travesía de la vida.

El problema se repite generación tras generación, como sí fuese algo natural y como una parte normal del propio crecimiento. Y con el tiempo caminamos solos, orgullosos, independientes, peligrosamente autosuicientes, dejando también de lado al mejor Padre, a Aquél que siempre está dispuesto a sostenernos, a llevarnos adelante y a ensefiarnos por dónde y cómo debemos caminar.

¿Y tú? ¿En qué mano te apoyas cuando te vas a caer? ¿Quién sostiene tus pasos para que no tropieces? ¿Cuál es la fuente de tu confianza en la vida? ¿Te da garantías aquello de lo que te agarras como sí fuese un elemento seguro?

¿Te sostiene tu amigo “Don Dinero”? Es un refugio peligroso y muy engañoso, porque ¿Quién te garantiza que lo que tienes hoy lo seguirás teniendo toda la vida? Miles de personas que han depositado su confianza en sus pertenencias, lo han perdido todo de la noche a la mañana, y como su “patrimonio” estaba formado solamente por dinero y otras cosas, se encontraron solos, sin amigos, a veces sin familia y en la más absoluta indigencia.

¿Te agarras a tu propio conocimiento y
a lo que has conseguido como persona con tu propio esfuerzo? El conocimiento que podamos adquirir siempre será positivo, pero cuando éste te haga una persona insoportable, engreído, pedante tan lleno de ti mismo que no cabe nadie más a tu lado, te darás cuenta de lo superficial que era ese apoyo y al final te caerás sin remedio.

Seguramente habrá muchas más cosas a las que agarrarse que parecen resistentes y duraderas, pero cuando víenen los vendavales de la vida, es la hora de comprobar la resistencia de aquello a lo que nos agarrabanos y que creíamos que nos sostendría para síempre.

Desde hace mucho tiempo, Dios observa la búsqueda vacía de miles de personas de todo el mundo intentando llenar su hueco interior con cosas inconsistentes y efímeras (diversiones, sexo, drogas de todo tipo, etc.), y viendo la incapacidad que tienen para encontrar una mano firme a la que agarrarse, ofrece la suya, abierta, generosa, dispuesta a ayudar y ser el apoyo que necesita tu vida.

Si no tienes una mano firme en quien apoyarte, te animamos a que te agarres fuertemente a Dios, Él siempre es fiel y ha prometído que nunca te fallará ni te dejará caer.

Extraído de un artículo, en el nº 4 de la revista evangélica “Sala de Espera”

La reforma laboral, las redes sociales… y la Palabra

El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.” Proverbios 14:31

El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas.” Proverbios 11:28

                  El pasado domingo se movilizaron cientos de miles de personas, en su mayoría trabajadores, pero también hay desempleados. El motivo, la nueva reforma laboral. No voy a hablaros sobre este paquete de medidas, que según el gobierno, pretende facilitar la solvencia a las empresas, y con todo esto, ayudarlas a contratar a más trabajadores para acabar con una de las mayores lacras de los últimos años: El paro. Hay más de cinco millones de desempleados. Se estima que hay más de un millón de familias con todos sus miembros parados. Una tragedia. Pero más trágico es que las soluciones reales se estén haciendo de rogar. Las alternativas, al margen de qué signo político (izquierda o derecha) esté en el poder, deben de ir más allá de los recortes y los abaratamientos que propugnan los grandes y poderosos como la única e inevitable solución a todos los males económicos. Pero yo no soy quién, para solucionar estos problemas tan complejos.

Por otro lado: Las redes sociales, que como bien sabéis, son aquellos lugares, en internet, donde la gente se conoce, comparte y anuncia, ya los conocéis: Facebook, Twitter, LinkedIn, Google +, etc… han sido, en todo este tiempo de crisis, una herramienta asombrosa e inesperadamente útil, para tratar de movilizar a las gentes a protestar y defender todo aquello que nos pertenece, como nuestros derechos y libertades. Ha ocurrido en la primavera árabe (las revueltas de 2011 en Túnez, Libia, Egipto y Yemen) y el mucho más cercano movimiento 15-M, comenzando con las acampadas en la Puerta del Sol, en Madrid y extendiéndose incluso hasta llegar a “Ocupar Wall Street”, en Nueva York. Todo contra un sistema injusto y cruel, del que una minoría elitista sale muy beneficiada; mientras una mayoría cada vez más grande, tiene necesidad. Sin embargo, una de las pegas que se le vienen asignando a estos movimientos son la falta de concrección, la disparidad de objetivos, y la falta de un liderazgo sólido; por no decir, que estos movimientos, convocados con la ayuda de las redes sociales, han ido disminuyendo su actividad con el paso del tiempo. Se están diluyendo. Todo esto me lleva a pensar muchas cosas. Una pregunta que retumba mi cabeza, y la de mucha gente es ¿Tendrá esto solución? Y si es así ¿Cuál es?

No hay otra verdad, más que la que revela la Palabra. Pueden cambiar los tiempos, las leyes, los gobiernos, las naciones, las personas, y sobre todo, las circunstancias; pero la Biblia, la voz de Dios al alcance del ser humano, es inmutable y eterna. Es una de las mayores expresiones del amor de Dios por nosotros. No es una verdad, es LA verdad, y a ella nos tenemos que agarrar sobre todo, en tiempo de crisis.

¿Y qué nos dice Dios ante tanta injusticia? ¿Qué hacer con todo esto que está sucediendo a nuestro alrededor? Para empezar, la Biblia identifica claramente el problema ¡Mejor aún! La base del problema: El corazón humano y su codiciosa naturaleza (1 Timoteo 6:10, Mateo 6:24), pero también aporta una luz de esperanza, ante tanta necesidad (Mateo 6:25-34, Proverbios 30:8, Salmo 23:1). En definitiva, nos revela que Dios, con su amor y misericordia nos proveerá, por lo tanto debemos descansar en él, pero también nos exhorta a que nunca seamos codiciosos, no tengamos el dinero, las riquezas o la simple provisión como nuestro “dios”, y que seamos responsables con nuestro trabajo.

Al igual que los “estados”, “tweets” y mensajes de las modernas redes sociales; las escrituras ya expresaban de esta forma tan sencilla, la realidad de hace milenios, para explicar algo que aún con el cambio de los tiempos, sigue igual, que es el afán por poseer y amontonar del ser humano. El libro de Proverbios, es un compendio de grandes verdades encapsuladas en pequeñas afirmaciones, que nos ayudan a obtener sabiduría y a entender mejor nuestro entorno. Lee la Palabra, lee también los proverbios y difúndela en tu entorno como se difunden las consignas y propuestas de los sindicatos y movimientos de protesta mundanos por internet; pero sobre todo, y pase lo que pase, obedécela, pues seas trabajador asalariado o seas empresario, ella tiene un consejo para ti, ella te guiará y te reconfortará en medio de un mundo en constante crisis.

Jóvenes…

Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer” Isaías 40:30

“Anima igualmente a los jóvenes a ser juiciosos”Tito 2:6

 “De la misma manera, vosotros, jóvenes, someteos a la autoridad de los ancianos. Todos debéis someteros unos a otros con humildad, porque: Dios se opone a los orgullosos, pero ayuda con su bondad a los humildes.” 1ªPedro 5:5

Estos últimos días he estado observando todos los jóvenes que veía por la calle. Unos van curiosamente vestidos completamente de negro, otros van vestidos como si se hubieran comprado ropa 4 tallas más grande y, otros parece que acaben de salir de una boda. Sin embargo, todos tenían una cosa en común, su gran amigo, su confidente, el “ente” que todo lo sabe y que todo comparte… el móvil.

También pude ver como se relacionaban entre ellos y algunos de sus comportamientos recordando, a su vez, unas palabras que oí hace tiempo: “Los jóvenes de hoy en día son distintos, han cambiado”. Esto hizo que me preguntara qué diferencias podría descubrir en ellos ¿La ropa? Si… ¿La manera de pensar? También…. ¿Los estudios? Supongo…. ¿La forma de relacionarse? Es evidente… Pero… ¿Hay algo que no hayan cambiado? Sí, hay algo que no ha cambiado en absoluto: Sus necesidades. De hecho, podríamos asegurar que no sólo, no han cambiado, si no que, han aumentado.

Los jóvenes siguen teniendo una imperiosa necesidad de amor y comprensión; la necesidad de, aún no aceptándolo, que les corrijan, que les enseñen y, sobre todo, que les observen. No sólo están pasando por una etapa de multitud de cambios sino que además, esos cambios, les exigen decisiones que van a repercutir el resto de su vida por ejemplo: Qué carrera hacer o qué pareja escoger… Por no mencionar otras preguntas que surgen en estas edades como: ¿Quién soy? ¿Cómo quiero ser? ¿Qué piensan de mí? ¿Por qué existo?  o ¿Qué objetivo tengo en mi vida?.

Es por eso que es un tiempo en el cuál necesitan una amorosa disciplina y una comprensión basada en la rectitud y en la santidad. Necesitan respuestas que les hagan madurar, reflexionar, profundizar y, lo más importante, acercarse al Conocedor de todas las cosas: Nuestro Dios.

También olvidamos con facilidad que, en esta edad, es en la que más “inputs”, más sobrecarga de informaciones y valoraciones hay; en el instituto o universidad les dicen una cosa, en la calle sus amigos otra, en la iglesia otra… y deben decidir qué pensar, qué hacer y qué decir. Como comunidad tenemos la responsabilidad y el deber de acompañar en éste trayecto hacia la madurez. Una madurez no sólo espiritual sino también psicológica, emocional y física.

¿Cuánto tiempo hace que no te acercas a un joven y te interesas por sus estudios, por sus expectativas de futuro, por sus dudas y por sus miedos? ¿Cuánto tiempo hace que no te acercas a un joven y le felicitas por sus logros recientes y le animas a seguir adelante? ¿Cuánto tiempo hace que no oras con y/o por un joven y se lo haces saber? Hoy es un buen día para que te acerques y le preguntes; ellos necesitan de tu interés y preocupación.

Pr. Marc Miret Domínguez

Dependencia de la familia

 Y (Jesús) dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” Lucas 9:59-62

“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Lucas 14:26 

“Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” Mateo 12:48-50

 

Retomamos esta breve serie de reflexiones que comenzamos allá por el mes de octubre con otra de nuestras dependencias fundamentales. Tras el trabajo y la política, ahora hablaremos de la familia.

Es la familia algo muy importante, es la base de la sociedad, y si vamos a hacer una clasificación según que es lo más importante para todos nosotros, seguramente la familia lo sería para una inmensa mayoría. Pero fijaos bien en los pasajes incluídos al principio de este artículo, todos son palabras del mismísimo Jesús cambiando nuestras prioridades acerca de la familia. Las primeras impresiones al leerlos, seguramente nos harían pensar en un Cristo que le quita importancia a nuestras relaciones familiares, pero la verdad es que esto no es así.

Lamentablemente muchos cristianos (o que se hacen llamar así), han tomado estos pasajes como algo literal, abandonando a sus familiares para llevar una vida recluída y despreocupada de los problemas de los suyos, a favor de querer buscar más de Cristo. De ahí han surgido los movimientos ascéticos exclusivistas, los monasterios, la clausura, y … ¡Cuidado! Muchas sectas pseudo-cristianas han basado en una interpretación completamente errónea de estas palabras de Jesús, sus afanes por querer desligar a los adeptos que reclutan, de sus familias. Pero esto no debe de ser tomado así, cuando Jesús habla de “dejar”, o “aborrecer”, no esta hablando de un abandono de nuestras obligaciones familiares, ni mucho menos de nuestro afecto por ellos, Cristo es Dios, y Dios es amor, y el amor siempre va a prevalecer, y siempre va a ser nuestro principal mandamiento y motivación. Lo que Cristo nos enseña es a establecer un orden correcto de nuestra lealtad y obediencia. Cuando ponemos a Dios por encima de todas y cada una de las áreas de nuestra vida entonces todo lo demás cobra mayor sentido. Cuanto más amamos a Dios y apostamos por dedicarle nuestro tiempo, fuerzas, bienes y atención, más amaremos, a nuestras familias. Nuestra vida es completa gracias a Él y eso repercute directamente en como vemos a los nuestros y tratamos con ellos.

Ahora bien ¿Qué ocurre cuando nuestra familia no es creyente y se opone a Cristo y a que nosotros seamos sus discípulos? La clave sigue estando en nuestro orden de prioridades, en quien queremos agradar primeramente.  Si queremos agradar a nuestra familia primeramente, nuestro interés y lealtad por Dios va a menguar y estaremos incurriendo en lo que Jesús denuncia en los versículos de hoy, es decir, dejaremos de ser sus verdaderos discípulos porque estaremos mirando hacia atrás, seguiremos enterrando a muertos que no nos corresponden y no perteneceremos a la familia eterna de Dios. Si queremos agradar a Dios, seguiremos amando y cuidando a nuestras familias, pero tendremos por encima de todo lo demás a Dios y su amor infinito, y es entonces cuando no sólo estaremos invirtiendo en el bienestar de nuestra familia terrenal (aunque no conozca el amor de Dios) sino en construir nuestra verdadera familia, la que va a perdurar por siempre y con los que disfrutaremos por la eternidad a la luz de nuestro Señor. ¿Quiénes forman esta familia? Levanta la cabeza y mira a tu alrededor, estos que están junto a ti, alabando y escuchando de la palabra en las sillas de este humilde salón y de otros alrededor del mundo. Muchos los verás por siempre. Somos una pequeña gran familia en el Señor, y si tu familia también pertenece a Rey de reyes ¡Gloria a Dios! Y si no, sigue orando por ellos, sigue hablándoles del amor de Dios y sigue amándoles con ese amor puesto en ti. Ten fe en que también ellos estarán ahí, cuando llegue el glorioso día señalado.

Como destruir la iglesia cristiana evangélica

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid” (1 Pedro 5:8, 9).
            Si fueses el diablo, ¿qué plan tendrías tú para destruir la iglesia? ¿Qué te parece el siguiente? Esperar hasta que la iglesia llegue a estar sin poder, o bien mundano, o bien legalista, y luego aparecer con una solución que parece ser justo lo que necesita, algo que parece ser espiritual, pero que permite que la gente viva como quiere. Lo que quiere la gente es ser tan mundano como se puede y todavía salvarse. Así que el diablo inventa una nueva versión del evangelio que asegura la salvación, pero no compromete a nada. Se basa en “solo creer”. En ello se da toda la importancia a una profesión de fe, y solo relativa importancia a la vida que sigue a continuación de esta profesión. Cuando una persona acepta a Cristo como su Salvador, se le declara salva y le enseña que “una vez salva, siempre salva” y que, puesto que no se puede perder la salvación, que viva como viva, irá al Cielo. ¡Brillante! ¡Touché! No se habla del quebrantamiento, ni de la confesión de nuestra pecaminosidad, ni de la renuncia de nuestra voluntad, ni de la santidad, ni de tomar nuestra cruz cada día y seguir a Cristo.
            Este es un evangelio que apetece a la carne. La carne quiere libertad para hacer lo que quiere. Quiere encajar bien con el mundo, evitar el ser políticamente incorrecta, desfasada y ridícula. Quiere satisfacer sus apetitos físicos y sexuales, sin prohibiciones. Nada de ayunar, de vigilias de oración, de diezmar o de sacrificarse. Quiere placer. Nada de disciplina, obligaciones, compromisos, o exigencias bíblicas. Quiere liberarse de normas y tradiciones. Todo esto lo tacha de legalismo. ¿La salvación no es por gracia? Quiere una espiritualidad con fuertes emociones, vibraciones religiosas y una música que las proporcione: excitante, erótica y conmovedora. La carne es rebelde. No quiere someterse a nadie, ni a ancianos, ni a los padres, ni al marido, ni al gobierno. Quiere su independencia, autoafirmación, y realización.
            Entonces, para justificar esta forma de espiritualidad, se necesita un sistema de interpretar las Escrituras que la permita, una nueva hermenéutica. Así que se inventa un sistema de interpretación de la Biblia que pretende honrar y respetar las Escrituras, pero de hecho las tuerce para que digan lo opuesto de lo que ves escrito, para complacer la carne y ser políticamente correcto. Esto se llama “contextualizar”. Significa reinterpretar el texto para nuestros días y nuestro contexto social, para que encaje con el pensamiento moderno. En realidad es contemporizar. Es imaginar lo que quizás dijera el apóstol Pablo si predicase hoy y hacer que el texto lo afirme. El problema es que el texto pierde así la autoridad, y la adquiere aquel que lo reinterpreta. Si el apóstol Pablo viviese hoy, diría exactamente lo mismo que dijo entonces, porque la Palabra de Dios es eterna y no cambia para encajar con la sociedad. El que la haga decir otra cosa está en un grave error.
Si realmente queremos que la iglesia vaya adelante, hemos de predicar sobre el temor a Dios, el pecado, el juicio y el infierno. ¡Esto es lo que trae avivamiento! Y esto es precisamente lo que el diablo no quiere, y por ello estos temas escasean hoy. En muchos lugares el plan de diablo está en plena marcha.
M. B.

El trabajo que tenemos por delante

 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” Filipenses 4:6

“Orad sin cesar” 1ª Tesalonicenses 5:17

“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.” Santiago 5:7-8

Se acabó la fiesta. Se apagan las luces. Las canciones se quedan en silencio. Se recogen los restos de la cabalgata, que conviven con parte del jolgorio de la nochevieja y los contenedores en la calle vuelven a rebosar de restos de cajas, envases y envoltorios de regalos. Queda alguna que otra guirnalda colgando del cubo de la basura. El pequeño belén, con todas sus figuritas vuelven de nuevo a su estuche, y acompaña al resto de adornos al cuarto trastero… un año más. Todo vuelve a la rutina y normalidad. Algunos piensan que las navidades no deberían acabar, que se deben de celebrar todos los días en nuestros corazones. Pero la realidad es que apenas comprende un par de semanas, como mucho un mes, y luego poco queda del niño de Belén en las vidas de la sociedad que nos rodean. ¡Por una vez que piensan todos, aunque sea de refilón, en Dios encarnado, dura tan poco!

Ahora bien, después de todas las semanas de ensayo para el culto especial de navidad, en el que nuestro local rebosó de gente un año más, y transmitimos la palabra; después de tanta dedicación a una fiesta con fecha de caducidad; después de desinflarnos dandolo todo en un momento puntual ¿Qué queda? Quizá deberíamos de reflexionar a qué nos lleva todo esto. Momentos vividos como los de las últimas navidades son una oportunidad especial para, una vez más, predicar el evangelio entre las personas, que como ya expresé, pueden llegar a pensar en nuestro Emanuel, pero no es la única oportunidad, ni siquiera es algo que debería quedar ahí, sino que ahora, como siempre, es trabajo de Dios el hacer crecer esa semilla plantada en estos corazones durante este tiempo. Pero también es responsabilidad de cada uno de ellos, el asemejarse a aquel terreno fértil, donde puede crecer y florecer ese evangelio precioso. Si sus corazones siguen duros como el camino o distraídos como los zarzales, de nada sirve.

¿Y nosotros? ¿Que debemos de hacer nosotros, aparte de no desistir en el evangelismo? Orar, interceder, esperar en el Señor. Él es que tiene la última palabra. Él puede agitar y remover los corazones de tal manera, que puedan ser quebrantados y preparados para recibir la palabra de forma definitiva. Ese sigue siendo nuestro trabajo.

Cuando elaboré junto al pastor el calendario de actividades especiales para estos primeros meses del nuevo 2012, dejamos agosto en blanco, ya que iba a ser el mes vacacional de Marc, y quizá de algunos más, pero me planteé matizar lo que significaba dejarlo en blanco (por supuesto de actividades especiales, los cultos continúan sin problemas), pues recuerdo un día que alguien (no recuerdo exactamente quién fue), preguntó si la iglesia cerraba algún domingo. La sola imagen de ver la iglesia cerrada, con sus miembros sin congregarse, aunque sea una sola semana, me horrorizó, no sólo por lo inusual (ya que en los 35 años de historia de esta iglesia, nunca se dio, excepto en los retiros de iglesia donde el culto simplemente se celebró en el centro de retiros), sino porque jamás deberíamos de hacerlo, y desde luego, mientras el Señor lo permita, nunca lo dejaremos de hacer. Y es que, aunque suene rutinario, nuestro trabajo no acaba, sin importar las circunstancias en las que nos veamos envueltos, no debemos de dejar de congregarnos, de seguir alentándonos a leer la palabra y estudiarla, de seguir predicando al mundo el arrepentimiento de pecados y la salvación definitiva de parte de Dios… y por supuesto, de seguir orando e intercediendo por lo que tenemos y lo que nos rodea, que no es poco. Esta semana unida de oración es un buen momento para seguir con nuestro trabajo intercesor, por el mundo, que todavía necesita una nueva oportunidad para conocer de Dios, aunque ya haya pasado la navidad.

Nuestra nueva tarima

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Nuestra iglesia esta en continuo cambio. Tal y como acordamos en asamblea, hemos iniciado (y casi acabado) la nueva plataforma frontal donde se ubicarán el púlpito, la mesa de la Santa Cena y el grupo de alabanza con todos los instrumentos y micrófonos. No solo se trata de un cambio estético sino sobre todo para ayudar a la mejor organización de nuestro grupo de alabanza con todos los cables que debe de enchufar (que ahora estarán ubicados en tomas en el suelo), también como escenario para el grupo de teatro y también el nuevo coro de campanas. Sin duda, esta tarima le dará mayor amplitud al salón de actos de nuestro local y más visibilidad desde las plazas traseras.

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Damos las gracias a Dios por permitirnos realizar este tipo de obras que sin duda, contribuye a la gran obra por excelencia, en el que Dios quiere reconciliarse con el mundo. También damos las gracias a todos los hermanos que han contribuido con sus ofrendas para la realización de esta nueva plataforma, y a los que han estado trabajando con manos diligentes para construirla.

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El Señor ha venido… el Señor volverá

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” Isaías 9:6-7

«Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” 2ª Pedro 3:10-14

Los judíos estaban esperando a un libertador, a un líder del pueblo que iba a levantar a su gente en contra del sometimiento de las naciones extranjeras opresoras. Esto se ha venido anunciando desde antes de la época de los profetas, unos 600 años antes del nacimiento de Cristo, y la nación escogida de Israel ha sufrido en todo ese tiempo el yugo de los sirios, los babilonios, los persas, los griegos, y finalmente los romanos, cuando se cumplieron los días que celebramos y recordamos ahora. La profecía más impactante era sin duda la de Isaías (descrita en parte arriba) y hablaba de un reinado que no tendría fin, en manos de un ser humano que iba a nacer como otra persona cualquiera, siendo un niño, pero a la vez siendo Dios Fuerte. La decepción en muchos se hizo notar, al ver que este, que más tarde movía a las masas, hablaba palabras de verdad, obraba milagros y alimentaba a miles, estaba siendo humillado y castigado en una terrible cruz. Jesús hablaba de un reino que coincidiendo con el expuesto en la profecía de Isaías, no tendría fin, un reino duradero, y que no iba a estar solo, sino que muchos podrían participar de él. Pero no es un reino físico, terrenal, como imaginaban con descarada pasión estos israelitas del primer siglo, sino algo mucho más profundo y significativo; un reino celestial, que entraba en vigor en el momento que el mesías hecho un frágil bebito, vió por primera vez la luz de aquella estrella en la noche de Belén. No estemos pensando en términos terrenales, no pensemos en términos egoístas.

Sin embargo, este reino, se establecerá definitivamente y sustituirá a todos los reinos del mundo, pues la tierra, tal y como la conocemos desaparecerá, junto a su finita gloria. Y los redimidos por Cristo, estos que con corazón humilde y humillado han aceptado su perdón, formaremos parte de este Reino glorioso e infinito, cuando él regrese. Pero ese regreso no será como el del bebé de Judea, será muy diferente y posíblemente más dramático ¿Cuando será? No lo sabemos, pero le esperamos pronto. Mientras tanto, recordemos este hecho en el advenimiento, no sólo de su primera venida que hubo en Belén, sino sobre todo de esa segunda venida, que marcará el fin de la historia del mundo conocido.

Guerras, enfermedades, hambre, crisis, apostasía, falsos profetas… Las señales descritas por el propio Jesús en Mateo 24:3-28 ya son suficientes, y no pueden ser ignoradas, pues cual relámpago que sale del oriente y corre hacia el occidente, Cristo puede llegar en cualquier momento. Sólo los que perseveran aún a pesar de todo, serán salvos. Estamos celebrando que Dios vino una vez en forma de tierno niño, pero también celebramos que volverá como rey dispuesto a llevarse lo que es suyo, desechando lo que no es ¿Estás preparado para ese momento?

Mi esperanza

Ya listo esta el programa completo de ayer. Pincha en este enlace:

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Los  días 15, 16 y 17 de diciembre, a las 21:30 hrs. en Intereconomía TV, no te pierdas «Mi Esperanza». Míralo junto a tus amigos. Descubre la esperanza que tenemos en Cristo.

+ Información en www.miesperanza.es

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Tiempo de adviento

Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” Lucas 2:6 y 7

«Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” Mateo 8:20

Fue como a principios de noviembre, que recuerdo haber visto el primer anuncio en televisión, con algún motivo navideño, para colmo los protagonistas de ese anuncio eran los reyes, y recuerdo que la primera vez que lo vi, en los primeros días del mes de noviembre, las circunstancias climatológicas que vivimos provocaron la extraña

situación de que aún vestía con manga corta, y aún no había “estrenado” la calefacción. Para un europeo se hace muy extraño el hecho de desligar la época de navidad, del frío. ¿Por qué os cuento esto? Porque sin exagerar, a veces adelantamos demasiado la navidad, y tenemos la sensación de que algún año de estos, veremos adornos navideños en las calles mientras paseamos por ellas vestidos con pantalón corto, sandalias y saboreando un helado .

¿Qué tiene que ver esto con el adviento? Mucho. La palabra adviento deriva de advenimiento, que da la idea de alguien que “viene” o “esta viniendo”, un tiempo de preparación para acoger a alguien especial y anunciado. No es un invento nuevo esto del advenimiento, más bien, es algo que viene de muy antiguo, pues hace más de 3000 años que esperaban un prometido, un elegido (un mesías o cristo), y las señales de su nacimiento, ya fueron dados por los profetas de Dios. Era tiempo de prepararse para quien venía, no uno cualquiera, sino el mismísimo Dios, hecho como uno de nosotros.

Pero tanta iba a ser su humanidad, que incluso su venida sería tan humana como el más mísero de nuestros semejantes. No fue en el palacio de un rey, ni siquiera en una confortable casa romana, es más, ni siquiera fue en una humilde casa judía de la época. No, fue en el lugar donde comen, duermen e incluso hacen sus necesidades, los animales del campo, las bestias de carga. Un lugar maloliente, ruidoso e insalubre, un desagradable nido de gérmenes. Quienes hayan estado en un establo sabrán perfectamente lo que hablo, y estarán de acuerdo en que es uno de los lugares menos idóneos del mundo, donde llevar a cabo el momento más delicado en la vida de cualquier persona, nacer, y el lugar donde una mujer se juega su salud, por su exposición tan evidente a tanta suciedad. Para colmo, en lugar de una experimentada matrona, o un ginecólogo de amplio conocimiento y con los mejores medios a su disposición, el parto iba a ser asistido por un probablemente inexperto varón, que de tallar la madera sabría bastante, pero de ayudar a una pobre parturienta, quizá poco. Los hombres de esa época, generalmente no participaban en este tipo de labores.

Pero Dios iba a llevar a cabo su plan tan a la perfección, que toda esa miseria descrita, pasaría a un segundo o tercer plano. Menudo advenimiento el que tuvo en la tierra el Dios creador del universo ¡Que forma tan espantosa de recibir al Rey de reyes! Con razón, al crecer este niño, mencionó que el hijo del hombre (él mismo) no tendría lugar donde recostar su cabeza.

Hoy día, el advenimiento (o adviento) que le hacemos al Cristo en nuestros hogares y corazones debe de ser mucho mejor que el primero que tuvo, porque a diferencia de que aquel entonces, hoy, la salud (espiritual) que esta en juego es la nuestra, sin embargo, y al igual que en esa noche que recordamos como tan entrañable, al Señor no le importa venir a nacer y morar a un lugar tan sucio y desagradable como es nuestro propio corazón, pero aunque así sea, abrámosle las puertas de nuestra vida, luego, el ya se encargará de cambiar ese insalubre interior nuestro, por un lugar limpio y confortable, para que el Salvador pueda morar, y recostar su cabeza y así podamos preparar nuevos corazones para que Jesús pueda cambiarlos también. Ese es el nuestro deseo para este tiempo de adviento.