Rebajas

«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida.” Proverbios 4:23

“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.” Santiago 5:16

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” 1ª Corintios 10:12

Empezaron hace casi un mes, surgiendo de los restos del final de la navidad. Es la resaca de las fiestas, lo que queda del consumismo desenfrenado para tratar de alimentarlo nuevamente con sus propias sobras. Nos hacen un poco más llevadera la cuesta de enero. Son una ganga, un chollo, una tremenda oferta, una locura para el primero en pillarlas, es una carrera al sprint, una batalla por llevarse lo mejor. Son las rebajas. Se anuncian a bombo y platillo mientras los reyes magos terminaban de preparar su cabalgadura para regresarse a oriente, hasta el año que viene. Las rebajas estan aquí y se quedan durante dos o tres meses.

Es curioso, pero al margen de ese intento de reactivar el consumismo y el afán, en una época del año especialmente complicada, da la casualidad de que si echamos la mirada atrás, nos damos cuenta de que nuestro “espíritu” navideño también se quedó atrás y muchas veces, nuestro espíritu (sin comillas), da la sensación de que también se pone de rebajas después de navidad. Finales de enero es una buena época para hacer reflexión de lo que esta siendo (o ha sido) nuestro comienzo del año. Por si no lo recordáis, en la primera reflexión del año, hablamos de los típicos propósitos que se hacen en estas fechas. Piensa por un momento ¿Cuántos te planteaste? ¿Cuántos has llevado a cabo? ¿En cuantos estas involucrado a día de hoy? Hablamos de que la única manera de llevar correctamente a cabo todos nuestros proyectos para este 2011 es poniéndolos en manos de Dios ¿Lo has hecho ya o sigues empeñado en hacerlo todo por tu propia cuenta?

Cuando decimos de poner todos nuestros proyectos, metas, propósitos en manos del Señor, no pensemos en buenas intenciones, no pensemos en algo abstracto o difuso, o simplemente dejarnos llevar por el destino de forma pasiva, pensando que Dios lo hace todo, sin hacer nosotros nada. Dios es totalmente soberano, puede hacer todo aquello que quiera (es el creador del universo) pero cuando se trata de cambiar tu vida, él es tan justo y tan amoroso que respetará tus decisiones; tomemos esto como algo muy práctico. Así pues en tu mano está, poner tu vida en las manos de él (valga la redundancia) ¿Cómo? En la Biblia existen miles de maneras tus cosas en las manos del Señor, pero hoy quiero recomendar tres de ellas que resumen una vida de dedicación:

La primera es no amoldarse a las cosas vanas que ofrece este mundo caído (Romanos 12:1-2). Antes de poder llenarte de las cosas del Señor es necesario vaciarse de lo que tengas, y esto implica renunciar a muchos de los hábitos pecaminosos y contrarios a la voluntad de Dios. Para ello debes de guardar tu corazón, cuidar de aquello que piensas, porque lo que piensas, eso terminarás por hacer. Ora igualmente para que el Señor te ayude en esta prueba, si tu estas dispuesto ante Dios, tu oración será contestada (Santiago 5:16).

La segunda es cambiar tu forma de pensar y empezar a pensar como lo haría el Señor, plantarte ante cada situación con la Palabra en la mente, tomando cada decisión según su voluntad. Cambiar la mentalidad es difícil, requiere tiempo, pero es la mejor decisión que se pueda tomar (Romanos 12:2).

Y la tercera es perseverar. No vale con llegar, hay que mantenerse. No hay que dejar que nuestro espíritu “esté de rebajas”, así que si piensas que estas bien, mira que no caer (1ª Corintios 10:12).

No te dejes llevar por la pereza y la desidia. Si no lo has hecho, pon desde hoy mismo, tu vida en las manos del Dios.

Rejuvenecer

«Y el SEÑOR respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el SEÑOR no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el SEÑOR mira el corazón.” 1ª Samuel 16:7

“De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.” Marcos 10:15

“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.” 1ª Timoteo 4:12

“Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan al SEÑOR tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:30-31


Es el sueño de todos … pero ninguno lo consigue. El secreto de la eterna juventud. ¿De qué sirve vivir más, si la calidad de nuestra vida disminuye en la última etapa de nuestra exitencia en la tierra? ¿De qué sirve vivir más si a todos nos sienta mal envejecer? Todos queremos ese elixir milagroso, esa fórmula mágica, esa receta que nos ayude a conservar el vigor, la belleza, la fuerza, la alegría y las ganas de vivir, que caracteriza a la juventud, mientras seguimos haciendonos más viejos. Es algo inevitable, todos queremos rejuvenecer.

Juventud, divino tesoro ¡Ya te vas para no volver!”, escribía el insigne poeta nicaragüense Rubén Darío, y es cierto, la juventud es un tesoro que muchos, por mucho dinero que tengan jamás podrán conseguir. Podrán tener apariencia de joven con la ayuda de la cirugía, los tratamientos de belleza, manteniendo una vida saludable y vistiendo a la moda, pero eso sólo es apariencia. La verdadera juventud se lleva por dentro, la juventud desde el punto de vista divino es más una actitud que una fecha de nacimiento más antigua. La verdadera juventud se lleva dentro, es algo que vió Dios en David cuando lo escogió para ser el rey de Israel (véase 1ª Samuel 16:7). Se puede ser joven con cincuenta años y ser viejo con venticinco e insisto que no hablo de apariencias, sino de cual es nuestra actitud ante la vida y que retos estamos dispuestos a aceptar. Jesús nos dijo que el que no reciba el reino de los cielos como un niño, no entrará en él. Un niño, y también un joven es: confiado, osado, inconformista, despreocupado, sin complejos ni prejuicios, ilusionado, creativo, optimista, motivado y motivador, esta dispuesto a revolucionar y tiene tendencia a querer cambiar los rígidos esquemas de nuestra sociedad. Y Jesús buscaba gente así, obviamente no quería desordenar ni anarquizar, pero si quería cambiar el mundo, darle la vuelta a los valores y los esquemas corrompidos que se estaban estableciendo en su época, y que no han cambiado desde entonces. ¿Sientes que hay algo que cambiar en este mundo? ¿Te sientes joven para ello?

Los jóvenes (de cualquier edad) por lo tanto, estamos llamados a ser la primera linea de combate del reino de Dios, y como tal, nos arriesgamos a ser los primeros en caer: somos los más atacados por el enemigo, ya sea en forma de tentaciones, de vanidades, de envidias y afanes, de contiendas en el mismo bando,  de relatividades, de dudas, etc. Es por ello que ahora más que nunca, la iglesia debe de apostar por la juventud (sea cual sea su edad) y apoyarla, debe de acercarse a ella y comprenderla, descubrir y ayudar en sus necesidades especiales, no dejarles de lado y no verles como locos ilusos o bichos raros.

Principalmente hay dos formas de ayudar a nuestros jóvenes: la primera es inculcarles los valores más importantes y básicos. El que recibe el reino como un niño (o como un joven) es de un carácter moldeable, ya que es cuando estan aprendiendo, dando sus primeros pasos y forjando su carácter. ¡Que mejor momento que este para que sean formados a imagen y semejanza de Jesús! Timoteo fue un gran ejemplo de ello (véase 1ª Timoteo 4:12). La segunda forma es poniéndonos de su lado; ser joven no significa ser como un “becario”, mano de obra barata y sobrecargada, y que es menospreciado por su edad o poca experiencia. Ser joven no significa tener fuerza ilimitada, poder con todo, ser invencible… los jóvenes también son débiles y pueden caer, pero lo que les (y nos) da la verdadera fuerza es la motivación que impulsa a la iglesia entera hacia delante, que es nuestra esperanza, nuestra fe puesta en el autor y consumador de la misma: Cristo Jesús.
Esperemos en él y rejuveneceremos y levantaremos el vuelo… como las águilas.

Reagrupar

«Después dijo el Señor: ‘No es bueno que hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él’ ” Génesis 2:18
“Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo no se apartará de él.” Proverbios 22:6
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama” Efesios 5:28
“Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” Colosenses 3:14

Familia

El pasado domingo día 16 y siempre celebramos a la familia. Se dice que la familia es la base de la sociedad y razón no le falta. Veamos el porqué.
Para empezar: La familia es donde se desarrolla la educación más elemental, y no me refiero a los conocimientos, que para eso están los colegios, institutos y universidades, me refiero a esos valores y ese ejemplo que no enseñan en la sociedad. Es muy probable que si esa enseñanza de valores falla en el seno de la familia, esos hijos fallarán en su desarrollo vital. No esperemos que aprendan en la calle o en los medios de comunicación, lo que debemos enseñar nosotros (véase Proverbios 22:6).
La familia es la base de la sociedad pues en ningún otro sitio se hallará más y mejor afecto, absolutamente necesario, no sólo para los hijos, sino también para los padres dentro del contexto de un matrimonio sano y por supuesto de los hijos a los padres en un profundo respeto. Pero no nos quedemos en la superficie del afecto y vayamos a lo más importante, el amor. En nuestro mundo es sencillamente incomparable el amor que deberían tener unos padres hacia sus hijos y por supuesto los hijos hacia sus padres y como no, el matrimonio entre sí. Sean cuales sean las circunstancias, la familia siempre unida en amor atravesará mejor los problemas. Y una desunión es de por sí un grave problema.
La familia sigue siendo la base de la sociedad porque es donde se forman los caracteres de sus integrantes. No existe la familia donde sean todos absolutamente iguales, tal hijo o cual hija puede asemejarse fisicamente a sus padres en ciertos rasgos, pero a la hora de crecer, es cuando desarrollan su propio carácter, y los padres tienen mucho que aportar a ello. También son los padres, sobre todo de camino a la vejez, cuando aún tienen mucho que aprender y pulir, sobretodo en la dependencia de sus hijos, ya adultos. Es precisamente en la debilidad cuando tanto unos, como otros cuando más deben de aprender. No en vano, cada miembro de una familia tiene una identidad propia que aporta algo muy valioso a todo el conjunto.
Aún hoy día, las familias siguen siendo la unidad más básica en la que se fija nuestra sociedad, por mucho que esta quiera cambiarla (sabemos que existen “familias” monoparentales [un solo padre/madre], homoparentales [padres homosexuales] y familias desestructuradas donde reinan el maltrato y el divorcio), pero esta sociedad sabe que sólo se puede mantener adecuadamente, si la mayoría de sus familias permanecen unidas de una manera sana y aportan las peculiaridades y los roles propios de cada género en el matrimonio (véase Génesis 1:27 y 2:22-24). Una proliferación de familias no tradicionales procura la desestabilización, la corrupción y la posterior destrucción de la sociedad.
Se pueden dar muchos más ejemplos de porque la familia ha sido, es, y seguirá siendo la base de la sociedad, pero todo esto es porque se trata de una maravillosa invención de Dios desde el principio de los tiempos. El Señor no ha creado a los seres humanos para que sean ermitaños solitarios y errantes, nos ha creado para vivir en comunidad ya que solos no podremos valernos por nosotros mismos (véase Génesis 2:18), y es el hogar familiar el lugar idóneo para nuestro desarrollo como individuos.
Esforcémonos por mantener unidas nuestras familias. Nuestra sociedad, que promueve en exceso el individualismo, necesita del amor familiar, aunque no lo quiera reconocer. Si tu familia está desunida, ya es hora de que procuréis reagruparos pues necesitamos ser de ejemplo a este mundo por medio de la unión de nuestros hogares.
Pero tampoco olvidéis que si nuestra familia terrenal debe de mantenerse unida ¡Cuánto más nuestra eterna familia espiritual, que es la iglesia! Para reagruparnos, tanto en nuestras casas como en nuestra congregación, usemos el vínculo perfecto que es el amor (véase Colosenses 3:14).

4.- La Navidad y la sociedad de consumo

Regreso del Hijo Pródigo (Rembrandt)

«Papá, dame lo que me toca de la herencia.» Así que el padre repartió sus bienes entre los dos.13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. (Lucas 15:12b-13 NVI)

La gran popularidad que la Navidad goza en nuestra sociedad puede llevarnos a pensar que verdaderamente se trata de una muestra del impacto que el evangelio ha hecho en el mundo. Y no cabe duda de que esto es verdad hasta cierto punto. Pero mucho más importante es que nos percatemos de la enorme medida en que la sociedad de consumo y sus valores y metas han afectado la celebración de la Navidad y la vida misma de la iglesia.

En época de Navidad, en medio del bullicio, los anuncios y la compra de regalos, son pocos los que se acuerdan de Aquel cuyo nacimiento se celebra. Cuando más, se habla de los niños, del amor que les debemos y del amor y la buena voluntad que hemos de manifestar unos a otros. El hecho es que hasta los modos en que se nos invita a expresar ese amor y esa buena voluntad dejan mucho que desear.

Por ejemplo, Santa Claus. Este personaje es de origen cristiano, pero el modo de utilizarlo e interpretarlo en nuestra sociedad, dista mucho de ser cristiano. Santa Claus, en fin de cuentas, no es más que el pretexto o justificación de los comerciantes, fabricantes y agencias publicitarias para hacernos gastar más. La inmensa mayoría de los regalos navideños se dan porque es lo que se espera de nosotros. Todos nos vemos obligados a hacer una lista de personas a las que debemos regalar algo y nos lanzamos a comprar frenéticamente, buscando lo que haga aparecer que hemos gastado más de lo que de hecho gastamos.

La primera consecuencia de esto es que se estimula la hipocresía. Compramos regalos no por el verdadero deseo de regalar, sino porque eso es lo que se espera que hagamos. Tratamos de aparentar que hemos comprado los regalos más caros. Actuamos como si agradeciéramos regalos que de nada nos sirven y que sospechamos nos los han hecho por obligación. Esto no significa en modo alguno que no haya muchos regalos que se hacen con toda sinceridad y amor, probablemente sean la mayoría. Pero aún si son pocos los que hacemos o recibimos por obligación, restan enormemente al sentido de la celebración navideña.

Una segunda consecuencia es que se gastan muchísimos recursos en cosas innecesarias, mientras vivimos en un mundo lleno de necesidades muy reales y urgentes. Mientras pensamos qué regalar a alguien que “lo tiene todo”, millones mueren de hambre porque no tienen nada. Recientemente la hambruna, especialmente en África, ha movido a la gente a compasión y se ha recogido mucho dinero para intentar aliviarla. Pero en cualquiera de las grandes ciudades de los países “cristianos” se derrocha más en cosas innecesarias durante diciembre que todo lo que las iglesias y ONGs  recogen en un año para las campañas contra el hambre.

Otra consecuencia es que a los cristianos se les hace difícil decidir cómo usar su dinero y sus talentos según valores cristianos. Hablamos mucho de mayordomía y decimos que somos administradores en nombre de Dios de todo lo que poseemos. Pero en muy poco tiempo las campañas publicitarias nos hacen olvidarnos de lo que hemos dicho y sinceramente creído para llevarnos a gastar sin considerar más que la moda del momento.

Además, las celebraciones navideñas de nuestra sociedad, dan a entender que la mejor manera de expresar el amor es con un regalo muy caro. Y a veces el amor nos hace actuar de esa manera, como aquella mujer que derramó un perfume muy caro en los pies de Jesús. Pero también es cierto que la mejor expresión del amor no es dar algo, sino en  dar de sí mismo. El amor de Dio hacia el mundo, que es lo que celebramos en Navidad, lo llevó a darse a sí mismo; y el verdadero amor entre los hombres se manifiesta de la misma manera. ¡Cuántos ancianos solitarios no preferirían una breve visita de sus hijos en lugar de un costoso regalo! ¡Cuántos hijos no preferirían un poco de atención de sus atareados padres en lugar de recibir todo lo material que les dan!

Todo esto es irónicamente contrario al espíritu tanto de la Navidad como del San Nicolás histórico que dio origen al personaje conocido como Santa Claus. En este proceso el espíritu y los valores de la sociedad de consumo se han posesionado de las celebraciones navideñas suplantando al espíritu de Aquel cuyo nacimiento supuestamente se celebra. La sociedad de consumo ha creado dos grandes problemas: una población insatisfecha con la vida y que los pobres van quedando cada vez más relegados. Los que carecen de alimentos balanceados, viviendas adecuadas o de oportunidades de educación no son los que interesan a los que determinan la producción en una sociedad de consumo, y es por eso que hay tanta hambre en muchas partes del mundo mientras que en otras se malgastan recursos que servirían para alimentar a los hambrientos.

Todo esto es contrario al mensaje de la Navidad que nos dice que nuestro valor no está en lo que tengamos o gastemos, sino en el amor que Dios nos tiene. La Navidad nos dice que el mejor modo de expresar el amor, el que más se parece al de Dios,  no consiste en darnos costosos regalos, sino en dar de nosotros mismos; nos dice que quien más se acerca a Dios no es quien hace el regalo más caro, sino quien da más de sí mismo. Sin embargo es en la época de Navidad cuando la sociedad de consumo se muestra en toda su crudeza. Por eso es importante recordar que en Adviento y Navidad nuestra tarea no es añadir nuestras voces al tumulto de la multitud que nos rodea proclamando el evangelio de Santa Claus o las “buenas nuevas” de la sociedad de consumo, sino en probar los espíritus a ver si son de Dios.

Adaptado del libro “Probad los Espíritus” por Justo L. González.

Hoy vamos a presentarles una iniciativa muy interesante que se está convirtiendo en un movimiento que está generalizándose: «Cultura por sorpresa».  La Ópera de Filadelfia reunión 650 cantantes de 28 organizaciones participantes para realizar uno de los actos culturales por sorpresa en uno de los grandes almacenes que la conocida cadena norteamericana Macy’s posee en Filadelfia. Los cantantes se mezclaron con el público asistente y, acompañados por el órgano Wanamaker, el más grande órgano de tubos del mundo, y a las 12 del mediodía del 30 de octubre de 2010, comenzaron a interpretar, para sorpresa de todos los presentes, el coro «Aleluya» del oratorio «El Mesías» de Händel. Disfrútenlo, pues resulta impresionante escuchar la alabanza al Rey de reyes y Señor de señores, en medio del mundo del consumo..

ARVE Error: need id and provider

Hasta la próxima, que Dios los bendiga.

Entradas anteriores:

1.- Origen de la Navidad y el Adviento

2.- La Navidad y la Cultura

3.- La Navidad y el Mundo físico

3.- La Navidad y el mundo físico

Nebulosa de Andrómeda

Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno. (Génesis 1:31a)

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.  (Salmo 19:1)

Los docetas pretendían exaltar el nombre de Jesús apartándolo de toda realidad física. Se basaban en una visión de la realidad muy difundida en los primeros siglos de la vida de la iglesia, según la cual el espíritu y la materia se oponen entre sí: lo que es material, por el solo hecho de serlo, es necesariamente inferior a lo espiritual y, según algunos, necesariamente malo. Lo espiritual, al contrario, es necesariamente bueno y superior a los material. Según esto, un Salvador hecho de carne y hueso materiales sería inferior a un Salvador puramente espiritual.

La visión de la realidad que dio origen al docetismo es también muy común hoy. Hoy también mucha gente piensa que hay dos órdenes de la realidad, el material y el espiritual, y que lo importante es lo que sucede en el orden espiritual y no lo que tiene lugar en el orden de la materia. Según esta perspectiva, todo lo “espiritual” es bueno o, al menos, mejor que lo “material”.

Aunque tales opiniones parecen prevalecer sobre todo en ciertos círculos cristianos, y en muchas de nuestras iglesias, el hecho es que son opiniones contrarias a lo que nos dicen las Escrituras. En el texto de 1ª Juan que hemos venido estudiando, se nos dice claramente que hay espíritus que no son de Dios. En otros lugares se habla de “huestes espirituales de maldad” (Efesios 6:12). Y, en cuanto a la supuesta maldad de la realidad física, no hay más que leer la historia de la creación en Génesis para ver que, según las Escrituras, Dios hizo el mundo material y lo declaró bueno.

Todo esto tiene implicaciones tanto doctrinales como prácticas, y ambos niveles se entretejen constantemente.

En el nivel de lo doctrinal, la afirmación de la encarnación del Señor es también una afirmación de la creación y del Antiguo Testamento. Los docetas se veían obligados a negar, no solamente la encarnación, sino también todo el Antiguo Testamento, donde se habla repetidamente de Dios como creador y de la creación física como una realidad buena de la que Dios se ocupa. Fue en respuesta a tales errores que muchos cristianos se dedicaron a buscar profecías en el Antiguo Testamento que se referían a Jesucristo. Esto es sumamente interesante, pues el uso que tales cristianos hacían de esas profecías era muy distinto al del uso que ha venido a ser corriente en nuestros días. Para muchos de nosotros, las profecías son prueba de la divinidad de Jesucristo. Pero para aquellos cristianos antiguos, las profecías eran sobre todo prueba de la autenticidad del Antiguo Testamento. Lo que se debatía no era si Jesús era divino, en eso casi todos estaban de acuerdo. Lo que se debatía era si Jesucristo era puramente “espiritual” y si tenía algo que ver con la creación material y con el Dios que, según el Antiguo Testamento, había hecho toda esa creación. Los docetas se inclinaban a pensar que el Antiguo Testamento no era Palabra de Dios, o que era palabra de otro dios inferior, preocupado por la realidad física en contraste con el Dios Padre de Jesucristo, que no se ocupa de tales cosas. Frente a tales opiniones, las profecías se utilizaban para probar la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Si Isaías, por ejemplo, anunció la venida de Jesucristo, esto es prueba de que el Dios del Antiguo Testamento, que inspiró a Isaías, es el mismo Dios del Nuevo Testamento. ¡En otras palabras, que las profecías se utilizaban, no para apoyar a Jesucristo con la autoridad de las Escrituras, como se utilizan a menudo hoy, sino para apoyar a todas las Escrituras con la autoridad de Jesucristo!

Volviendo al tema que nos ocupa, lo que todo esto quiere decir es que la Navidad ha de ser una celebración de afirmación del mundo físico y de nuestra responsabilidad dentro de él.   Es importante que entendamos que hay que tener cuidado de aclarar lo que queremos decir cuando nos quejamos, por ejemplo, del “materialismo” con que se celebra la Navidad. Si “materialismo” quiere decir respeto hacia las cosas materiales, interés por las necesidades físicas del prójimo, participación en las luchas de nuestros días por un mundo mejor, tal “materialismo” no ha de condenarse, sino que es parte fundamental del mensaje navideño.

Empero en nuestra sociedad de consumo el término materialismo ha adquirido otro sentido, y es bueno que nos detengamos a aclararlo, pues en ese sentido sí es cierto que el “materialismo” es el gran enemigo de la verdadera celebración navideña.

(Continuará)

Adaptado del libro “Probad los Espíritus” por Justo L. González.

Hoy queremos ofrecerles una obra que, aunque no es propiamente música de Navidad, si tiene mucho que ver con el tema que hoy hemos tratado. Franz Joseph Haydn (1732 – 1809), músico alemán, compuso su obra maestra, el oratorio «La Creación», entre 1796 y 1798. Obra semejante a «El Mesías» de Handel, también utiliza las palabras del texto bíblico. Les proponemos uno de sus coros con trío de solistas más conocidos: «Los cielos cuentan la gloria de Dios», basado en los primeros cuatro versículos del Salmo 19. Si son ágiles y dominan el inglés, podrán seguir la partitura en el vídeo que les presentamos. Que lo disfruten.

ARVE Error: need id and provider

Hasta la próxima, que Dios los bendiga.

Entradas anteriores:

1.- Origen de la Navidad y el Adviento

2.- La Navidad y la Cultura

 

2.- La Navidad y la Cultura

La Adoración de los magos (El Giotto)

Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente.
—¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo. (Mateo 2:1-2, NVI)

En la Navidad la relación entre la fe y la cultura se plantea más agudamente. Durante muchos años prácticas y costumbres de muy diversas fuentes se han incorporado a las celebraciones navideñas. La misma fecha, 25 de diciembre, era la fecha en que se celebraba el nacimiento del Sol Invicto. El árbol de navidad, generalizado en todo el mundo, procede de las regiones más frías de Europa. En casi todo el mundo cristiano se consumen golosinas y alimentos especiales en Nochebuena y Navidad. En resumen, que en todas partes a las celebraciones navideñas se han añadido prácticas y costumbres que no proceden del testimonio bíblico, sino de otras anteriores a la llegada del evangelio a un lugar dado.

Ante esto, nuestra primera reacción puede ser intentar eliminar todo lo que proceda del contexto cultural propio de cada lugar en que el evangelio se ha dado, reacción equivocada por dos razones. La primera es que no es posible separar nuestra realidad de las diversas herencias culturales que nos han traído hasta donde estamos y hecho lo que somos. Todas nuestras expresiones, el lenguaje que empleamos, como reaccionamos y expresamos nuestros sentimientos; tienen lugar en un contexto cultural  y tratar de separar la realidad de dicho contexto, intentando llegar a una verdad absolutamente pura de todo condicionamiento social, es una empresa fútil.

La otra razón por la que no debemos intentar tal empresa es que ello sería una negación del mensaje mismo de la Navidad: que el Dios eterno, la verdad última, se hizo carne, que le hemos visto, no en doctrinas abstractas y altisonantes, sino en un ser humano, de carne y hueso, un hombre histórico, uno de nosotros. La Navidad es la celebración de la encarnación del Verbo eterno de Dios, quien era en el principio con Dios, quien es Dios mismo, en un ser humano. Por ello, la Navidad implica que la presencia de Dios se da en medio de la realidad humana y separar el evangelio de la cultura o de la realidad humana cotidiana, es desencarnarlo, es pensar que la realidad abstracta de nuestras ideas y doctrinas es más importante que la realidad concreta del Verbo hecho carne.

Esto era lo que pretendían aquellos docetas, quienes suponiendo que rendían mayor homenaje al Salvador, intentaron privarlo de su humanidad, pues, según ellos, el Salvador debía ser puramente “espiritual”, su vida puramente “religiosa”, y sus seguidores igualmente “espirituales” y “religiosos”.

En 1ª de Juan se nos dice que el espíritu que inspira tales actitudes, por mucho que parezca ser de Dios, no lo es. Es más, “éste es el espíritu del anticristo”. Nosotros preferiríamos pensar que el espíritu del anticristo es el que se opone a la religión, el de algún enemigo laicista, el de algún estado ateo o el de la frivolidad religiosa. Pero lo que las Escrituras nos dicen es que el espíritu del anticristo es el que pretendiendo rendirle mayor alabanza, niega que ha venido en carne (1ª Juan 4:1-3).

La Navidad celebra lo contrario: que Jesucristo vino en carne. La iglesia antigua comenzó a celebrar el nacimiento del Salvador para contrarrestar la propaganda de los que negaban su nacimiento en carne, y hoy debe recordarnos que la fe cristiana no es cuestión de “religiosidad”, sino de que en Jesucristo Dios se ha hecho uno de nosotros.

Al traer la cuestión de como la celebración de la Navidad se ha mezclado con costumbres y patrones culturales, queremos decir que no podemos deshacernos sin más de todo lo que no sea el mensaje eterno de la Navidad. El mensaje eterno de la Navidad es, en parte, que nuestra realidad temporal tiene importancia eterna. El mensaje de la Navidad, que trasciende toda cultura, es también parte de nuestra cultura. Esto quiere decir que al tratar de determinar cómo hemos de celebrarla, debemos medir nuestras prácticas no en base de su pureza histórica, si son bíblicas o no; sino basándonos en que “lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1ª Juan 1:1).

La Navidad y sus celebraciones no han de medirse en base a ideas preconcebidas de lo que es religioso o no o lo que pertenece al evangelio y lo que pertenece a la cultura, sino basándonos en el Señor encarnado, cuya venida la Navidad celebra, y según su vida y enseñanzas. Si una práctica cualquiera afirma esa vida y esas enseñanzas, hemos de retenerla. Si las niega, hemos de rechazarla, o al menos corregirla.

(Continuará)

Adaptado del libro “Probad los Espíritus” por Justo L. González.

Puesto que hemos visto cuestiones acerca de la cultura y su relación con la Navidad, queremos ejemplificar cómo la propia cultura se utiliza para proclamar la encarnación de Dios en Jesucristo. Esta vez lo hacemos con dos vídeos.

El primero presenta una canción cuya letra y música fue compuesta en 1958 por los norteamericanos Katherine K. Davis, Henry Onorati yHarry Simeone. Se trata de «El tamborilero», también conocida como «El niño del tambor». Presentada con una hermosa animación, la dedicamos a los niños «desde 8 hasta 80 años»; y nos recuerda que el Niño sonríe cuando le damos lo mejor que tenemos.

ARVE Error: need id and provider

El segundo ejemplo es una parte de «Navidad nuestra», obra compuesta en 1964 con música del compositor argentino Ariel Ramírez, al que ya mencionamos en la «Brevísima historia de la música en el culto cristiano»; y letra de Félix Luna. El número en cuestión se llama «Los Reyes Magos», que no llevan al niño oro, incienso o mirra, sino miel, arrope y un poncho blanco de alpaca real para dar calor al niño. Disfruten del ritmo y los instrumentos típicos del folclore suramericano en esta formidable interpretación.

ARVE Error: need id and provider

Desde el extremo norte del continente americano, hasta el extremo sur, con la cultura propia de cada cual, se canta y celebra la encarnación de Dios en el Niño de Belén.

Hasta la próxima, que Dios los bendiga.

Entradas anteriores:

1.- Origen de la Navidad y el Adviento

1.- Origen de la Navidad y el Adviento.

Rembrandt: Adoración de los pastores.

Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. (Juan 1:14, NVI)

¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. (Apocalipsis 22:12-13, NVI)

Por extraño que pueda parecer, los primeros cristianos no celebraban la Navidad. La más antigua celebración cristiana es el Domingo de Resurrección, observándose al principio la “semana cristiana”, cuyo gran día era el domingo, día de la Resurrección del Señor. Desde fecha muy temprana, comenzó a celebrarse un domingo especial como el gran Día de la Resurrección y en la víspera, después de un largo período de preparación,  se acostumbraba a bautizar a los nuevos convertidos. Las últimas semanas de esta preparación, requerían una disciplina especial y se convirtieron poco a poco en la Cuaresma que quedó fijada en cuarenta días.

El día del nacimiento del Señor no pareció interesar a los primeros cristianos, en parte porque, mientras se sabía la época del año de la crucifixión y la resurrección por coincidir con la Pascua judía, es imposible saber en qué época del año nació Jesús. Algunos cristianos se percataron del valor de celebrarlo y hacia el año 200 algunos lo celebraban el 20 de mayo, otros lo hacían el 20 de abril y otros el 17 de noviembre, variedad de fechas que creaba confusión.

El interés en celebrar el nacimiento de Jesús aumentó a mediados del segundo siglo, cuando surgieron en la iglesia grupos que negaban la humanidad de Jesús. Decían que el Salvador era un ser puramente espiritual cuyo cuerpo físico era sólo una apariencia. Otros decían que aunque su cuerpo era real, estaba hecho de una sustancia espiritual distinta del resto de los hombres. Algunos llegaron a afirmar que Jesús no nació y creció como cualquier hombre, sino que apareció como un hombre adulto poco antes de comenzar su ministerio. Esta doctrina es el “docetismo”, palabra derivada de un término griego que significa “parecer”, considerada muy peligrosa a la fe cristiana una de cuyas doctrinas principales es que Jesús vino en carne. En medio de estas controversias, comenzó en la iglesia el énfasis en el nacimiento físico de Jesús. Algo de esto puede verse en el prólogo al Evangelio de Juan, la Primera carta de Juan y en el Credo de “los Apóstoles” que declara “…nació de la Virgen María”.

Poco a poco se generalizaron dos fechas para celebrar el nacimiento de Jesús: una el 6 de enero, llamada “de la Epifanía” o manifestación, fecha en la que se celebraba el bautismo de Jesús, y el 25 de diciembre que se generalizó principalmente en Roma, convertida de una fiesta pagana al “Sol Invicto” para celebrar el nacimiento del “Sol de Justicia”, Jesús. A mediados del siglo cuarto se celebraban estas dos fechas que fueron compenetrándose hasta que al final del mismo siglo casi todos los cristianos celebraban el nacimiento del señor el 25 de diciembre y el 6 de enero como día de su bautismo y de la llegada de los magos de oriente.

La palabra “Adviento”, que quiere decir venida, identifica un período hacia el final del año cuando los cristianos se preparaban especialmente para la segunda venida del Señor. Pero a medida que se estableció la costumbre de celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, el Adviento se fue transformando en un tiempo de preparación, no ya solamente para la Segunda venida del Señor, sino también para celebrar su primera venida en Navidad.

Debemos señalar que por muchos siglos el Adviento fue visto como un período de penitencia y ayuno y no de celebración, debido al paralelismo que se hizo con la Cuaresma, época de preparación para celebrar el Viernes Santo. A esto contribuyó el que muchas iglesias acostumbraran a bautizar en el día de la Epifanía (día del bautismo del Señor) a los creyentes que no lo habían sido en Resurrección o Pentecostés. Como éstos debían prepararse para el bautismo en ayuno y penitencia y el resto de la iglesia los acompañaba, el Adviento se tuvo como tiempo de penitencia.

Recientemente se ha tendido a recuperar el sentido original de esta estación, principalmente de expectativa y de confianza en las promesas del que vino y ha de venir, y se trata no de una época de duelo y penitencia, sino al contrario, de un tiempo de gozo y celebración.

Así pues, en Adviento y Navidad, celebramos que “el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”. Juan 1:14ª (Versión Popular).

(Continuará)

Adaptado del libro «Probad los Espíritus» de Justo L. González.

La celebración del Adviento y la Navidad no está completa sin la buena cantidad música de Navidad. Puesto que en Adviento se nos invita a prepararnos para acudir a Belén, queremos comenzar esta serie con el canto de invitación a la Navidad por excelencia: el tradicional Adestes Fideles, el conocido «Venid fieles todos» en español. La interpretación corresponde al concierto de Navidad en Viena en el 2008. Se canta por solistas y coro en latín e inglés. Lamentablemente no he podido conseguir una buena interpretación en español. Espero que lo disfruten.

ARVE Error: need id and provider

Hasta la próxima entrega, que Dios los Bendiga.

Los dos rescates

«Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas
por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo.» Salmo 107:10-11 (NVI).

Durante los pasados 70 días hemos asistido prácticamente al segundo, en directo y en tiempo real, al rescate de los 33 mineros de la mina San José en el desierto de Atacama en Chile, atrapados a 700 metros bajo tierra. Miles de periodistas nos han informado por la prensa, la radio y la televisión, de todos los pormenores del tremendo y costoso esfuerzo realizado para rescatarlos de las profundas tinieblas del abismo, gracias a Dios con éxito. Según las estimaciones, unos mil millones de espectadores han vivido momentos de angustia, cuando se temía por la muerte de todos ellos; después, llegó la esperanza: estaban vivos y esperaban ser rescatados. Por último, después del esfuerzo y los medios desplegados, el júbilo por el rescate de todos ellos. Se ha hablado de un “nuevo nacimiento”, una “nueva vida”; y algunas otras expresiones semejantes. Los miles de testigos: familiares, amigos, periodistas y los millones que asistieron al rescate por los distintos medios, lanzaron un suspiro de alivio y gratitud por las vidas rescatadas. Cada uno de los rescatados salió de la cápsula “Fénix” con una camisa que en el frente decía “Gracias Señor”; y en la parte trasera se leía “De Él serán la gloria y la honra”, así como la cita del Salmo 95:4, “Porque en Su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas”. Las camisas fueron donadas por el hermano del minero José Henríquez, quien es cristiano evangélico y ha sido una especie de guía espiritual para los demás. La idea surgió después que el hermano de Henríquez, también creyente, escuchó una prédica de su pastor sobre el pasaje del Salmo 95.

Hace mucho tiempo se produjo un rescate semejante. Aquella vez se rescataba a millones que estaban sumido en profundas tinieblas. El costo de aquel rescate fue muy alto, aunque sólo uno fue quien lo efectuó con un instrumento muy tosco. No tuvo que penetrar las profundidades de la tierra; sólo fue levantado sobre una cruz de madera, fijado a ella con varios clavos. Había espectadores, pero en vez de exclamaciones de júbilo, se escuchaban insultos y maldiciones; aunque algunos lloraban por lo que estaba ocurriendo.

¿Qué se hubiera pensado si al llegar la cápsula de rescate los mineros la hubieran rechazado, negándose a ser rescatados? Puede imaginarse que lo menos que se diría es que eran unos necios. Sin embargo, aunque el rescate efectuado hace tanto tiempo ofrece un verdadero nuevo nacimiento y una vida nueva y perdurable, muchos lo rechazan, prefiriendo permanecer en la profundidad de las tinieblas.

El rescate de los mineros ha terminado felizmente porque aceptaron subir a la cápsula que los llevaría de nuevo a casa. También puede terminar felizmente el rescate ofrecido por Jesús hace unos dos mil años. Sólo basta que subas a la “cápsula de rescate”, aceptando su sacrificio hecho por ti y para ti.

«Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.» Juan 3:16 (NVI)
«Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto.» 1 Pedro 1:18-19 (NVI)

El Himno: En Jesucristo, mártir de paz

Para terminar, por el momento, esta serie sobre himnos cristianos, he deseado presentar a una de las autoras más notables, y cuyos himnos han sido de gran inspiración para muchas generaciones de cristianos.

Frances (Fanny) Jane Crosby nació en Nueva York, Estados Unidos el 24 de marzo de 1820. A la edad de seis semanas y debido a una infección en sus ojos y no habiendo médico en el pequeño pueblo donde vivían, un supuesto médico le aplicó una sustancia y a causa de esto, quedó ciega. Sin embargo nunca se sintió amargada por esa falta de visión. En cierta ocasión un predicador le dijo: “Es una gran pena que el Maestro no te diera la visión cuando te ha concedido tal lluvia de dones”; a lo que contestó sin titubear: “Si al nacer hubiera podido hacer una petición, habría sido la de nacer ciega. ¿Por qué?, preguntó el predicador: “Porque cuando llegue al cielo, lo que veré por primera vez, será la faz de mi Salvador”.

Probablemente fue la más prolífica escritora de himnos, componiendo más de 8000. En este sentido y refiriéndose a su ceguera, dijo:

“Parece haber sido la intención de la providencia de Dios que fuera ciega durante toda mi vida, y le agradezco por  tal dispensación. Si mañana me ofrecieran una perfecta visión terrenal, la rechazaría. Yo no hubiera podido cantar los himnos de alabanza a Dios si me hubiera distraído por todas las cosas bellas e interesantes que me rodean”.

Entre otros, compuso la letra de los himnos “Santo, Santo, grande eterno Dios”, “Alabad al gran Rey”, “Dime la historia de Cristo”, “Con voz benigna te llama Jesús”, “Comprado con sangre por Cristo”, “Un gran Salvador es Jesús”, “En Jesucristo mártir de paz”, “Cristo es guía de mi vida”, “Dejo el mundo y sigo a Cristo”, “No te de temor hablar por Cristo”, “Avívanos Señor” y “Yo podré reconocerle”.

Fanny J. Crosby falleció el 12 de febrero de 1915, dejando tras ella un inmenso legado musical de alabanza y adoración a su Señor, cuya faz, al llegar al cielo, fue lo primero que vio en su vida.

La música la escribió Phoebe P. Knapp, miembro de la misma iglesia metodista a la que asistía Fanny y una buena amiga de ella. Dispuso de una cuantiosa fortuna que, al morir su esposo, dedicó gran parte de ella a ayudar a los necesitados.

He escogido para presentarles “En Jesucristo, mártir de paz”, que en otras versiones se conoce como “En Jesucristo, el rey de paz”, adaptación al español de Monfort Díaz, que aparece en el Himnario Bautista con el número 323. Los versos originales en inglés pertenecen al conocido himno «Blessed Assurance«, del que hay una versión en español: «Grata certeza», del cual, lamentablemente, no he podido conseguir una versión cantada adecuada. La letra de «Grata certeza» se acerca más a la original en inglés, y dice así:

Grata certeza; ¡ soy de Jesús!
Hecho heredero de eterna salud,
Su sangre pudo mi alma librar
De pena eterna y darme la paz.

CORO :
Esta es mi historia y es mi canción,
gloria a Jesús por su salvación,
Aun para mi fue su redención:
¡Bendita historia, bella canción!

Siempre sumiso a su voluntad,
glorias celestes empiezo a gustar;
Cuanto más cerca sigo al Señor
Más goza mi alma su amplio perdón.

Siempre confiando, encuentro en Jesús
Paz, alegría, descanso y salud;
Del cielo mi alma llega a gozar,
Mientras a Cristo logra mirar.

Disfrútenlo.

ARVE Error: need id and provider

Hasta la próxima, que Dios te bendiga.

El Himno: Cerca más cerca.

No, no es un error; es otro himno con un nombre muy semejante al de la semana anterior. Como aquel, expresa el anhelo de todo cristiano de estar más cerca de su Señor. Este himno aparece en el Himnario Bautista con el número 264; y en el nuevo himnario Adoración XXI con el número 84.

La letra y la música son obra de Leila N. Morris (1862 – 1929); una prolífica autora y activa miembro de la iglesia metodista, a la que se atribuye la composición de más de mil himnos. Comenzó a componer en 1890 y, cuando comenzó a perder la visión en 1913, su hijo le preparó un enorme pizarrón con pentagramas para que pudiera seguir escribiendo música.

La traducción es de Vicente Mendoza (1875 – 1955). Hijo de un tipógrafo evangélico, Vicente empezó a trabajar en las imprentas desde los once años. Más tarde decidió asistir a un instituto bíblico, sirviendo posteriormente al Señor como pastor itinerante en el Estado de Puebla, México. Siendo estudiante comenzó a componer himnos, letra y música, y también a traducir muchos al español. Es uno de los nombres más mencionados en los himnarios evangélicos.

Este hermoso himno ha sido muy utilizado en reuniones de evangelismo, misioneras y de oración. Vale la pena aprenderlo, lo mismo que todos los anteriormente presentados.

Disfrútalo.

ARVE Error: need id and provider

Hasta la próxima, que Dios te bendiga.