3.- La Navidad y el mundo físico

Nebulosa de Andrómeda

Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno. (Génesis 1:31a)

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.  (Salmo 19:1)

Los docetas pretendían exaltar el nombre de Jesús apartándolo de toda realidad física. Se basaban en una visión de la realidad muy difundida en los primeros siglos de la vida de la iglesia, según la cual el espíritu y la materia se oponen entre sí: lo que es material, por el solo hecho de serlo, es necesariamente inferior a lo espiritual y, según algunos, necesariamente malo. Lo espiritual, al contrario, es necesariamente bueno y superior a los material. Según esto, un Salvador hecho de carne y hueso materiales sería inferior a un Salvador puramente espiritual.

La visión de la realidad que dio origen al docetismo es también muy común hoy. Hoy también mucha gente piensa que hay dos órdenes de la realidad, el material y el espiritual, y que lo importante es lo que sucede en el orden espiritual y no lo que tiene lugar en el orden de la materia. Según esta perspectiva, todo lo “espiritual” es bueno o, al menos, mejor que lo “material”.

Aunque tales opiniones parecen prevalecer sobre todo en ciertos círculos cristianos, y en muchas de nuestras iglesias, el hecho es que son opiniones contrarias a lo que nos dicen las Escrituras. En el texto de 1ª Juan que hemos venido estudiando, se nos dice claramente que hay espíritus que no son de Dios. En otros lugares se habla de “huestes espirituales de maldad” (Efesios 6:12). Y, en cuanto a la supuesta maldad de la realidad física, no hay más que leer la historia de la creación en Génesis para ver que, según las Escrituras, Dios hizo el mundo material y lo declaró bueno.

Todo esto tiene implicaciones tanto doctrinales como prácticas, y ambos niveles se entretejen constantemente.

En el nivel de lo doctrinal, la afirmación de la encarnación del Señor es también una afirmación de la creación y del Antiguo Testamento. Los docetas se veían obligados a negar, no solamente la encarnación, sino también todo el Antiguo Testamento, donde se habla repetidamente de Dios como creador y de la creación física como una realidad buena de la que Dios se ocupa. Fue en respuesta a tales errores que muchos cristianos se dedicaron a buscar profecías en el Antiguo Testamento que se referían a Jesucristo. Esto es sumamente interesante, pues el uso que tales cristianos hacían de esas profecías era muy distinto al del uso que ha venido a ser corriente en nuestros días. Para muchos de nosotros, las profecías son prueba de la divinidad de Jesucristo. Pero para aquellos cristianos antiguos, las profecías eran sobre todo prueba de la autenticidad del Antiguo Testamento. Lo que se debatía no era si Jesús era divino, en eso casi todos estaban de acuerdo. Lo que se debatía era si Jesucristo era puramente “espiritual” y si tenía algo que ver con la creación material y con el Dios que, según el Antiguo Testamento, había hecho toda esa creación. Los docetas se inclinaban a pensar que el Antiguo Testamento no era Palabra de Dios, o que era palabra de otro dios inferior, preocupado por la realidad física en contraste con el Dios Padre de Jesucristo, que no se ocupa de tales cosas. Frente a tales opiniones, las profecías se utilizaban para probar la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Si Isaías, por ejemplo, anunció la venida de Jesucristo, esto es prueba de que el Dios del Antiguo Testamento, que inspiró a Isaías, es el mismo Dios del Nuevo Testamento. ¡En otras palabras, que las profecías se utilizaban, no para apoyar a Jesucristo con la autoridad de las Escrituras, como se utilizan a menudo hoy, sino para apoyar a todas las Escrituras con la autoridad de Jesucristo!

Volviendo al tema que nos ocupa, lo que todo esto quiere decir es que la Navidad ha de ser una celebración de afirmación del mundo físico y de nuestra responsabilidad dentro de él.   Es importante que entendamos que hay que tener cuidado de aclarar lo que queremos decir cuando nos quejamos, por ejemplo, del “materialismo” con que se celebra la Navidad. Si “materialismo” quiere decir respeto hacia las cosas materiales, interés por las necesidades físicas del prójimo, participación en las luchas de nuestros días por un mundo mejor, tal “materialismo” no ha de condenarse, sino que es parte fundamental del mensaje navideño.

Empero en nuestra sociedad de consumo el término materialismo ha adquirido otro sentido, y es bueno que nos detengamos a aclararlo, pues en ese sentido sí es cierto que el “materialismo” es el gran enemigo de la verdadera celebración navideña.

(Continuará)

Adaptado del libro “Probad los Espíritus” por Justo L. González.

Hoy queremos ofrecerles una obra que, aunque no es propiamente música de Navidad, si tiene mucho que ver con el tema que hoy hemos tratado. Franz Joseph Haydn (1732 – 1809), músico alemán, compuso su obra maestra, el oratorio «La Creación», entre 1796 y 1798. Obra semejante a «El Mesías» de Handel, también utiliza las palabras del texto bíblico. Les proponemos uno de sus coros con trío de solistas más conocidos: «Los cielos cuentan la gloria de Dios», basado en los primeros cuatro versículos del Salmo 19. Si son ágiles y dominan el inglés, podrán seguir la partitura en el vídeo que les presentamos. Que lo disfruten.

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Hasta la próxima, que Dios los bendiga.

Entradas anteriores:

1.- Origen de la Navidad y el Adviento

2.- La Navidad y la Cultura

 

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