Enero: énfasis en el servicio

“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.” 1 Corintios 12:4-6

A partir de ahora, todos los meses haremos un énfasis en una determinada cuestión diferente de la vida de la iglesia. Aunque pensamos en nuestra iglesia, también puede ser útil para cualquier iglesia de nuestro entorno cercano (Madrid, España), pero teniendo en cuenta que internet es un medio sin fronteras, estas informaciones pueden ser útiles para cualquiera de cualquier parte del mundo.

Este mes, y con la reunión de asamblea que tendremos el día 27 de enero, en mente, haremos énfasis en el servicio en la iglesia (aunque somos conscientes que muchas de las iglesias de nuestro entorno también celebrarán reuniones similares a la nuestra en esas mismas fechas).

Cuando pensamos en el servicio, es inevitable acordarnos de un pequeño grupo de servidores, a los que se les llama Diáconos. Los encontramos de forma oficial, por primera vez en Hechos 6:1-7 Estos diáconos, originalmente se dedicaban a servir a las mesas. La iglesia se reunía para adorar, para orar, para estudiar la Palabra, pero también para comer juntos, y los diáconos les servían. Con el paso del tiempo sus funciones se sofisticaron, y se extendieron, atendiendo a las diversas funciones y necesidades de la iglesia, de ahí que Pablo escribiera acerca de este asunto a los corintios (pasaje que encontramos más arriba). Pero como son necesarias tantas funciones es imprescindible que se implique a toda la iglesia. Recordad que la mies es mucha y los obreros son pocos.

Es bueno tener diáconos que coordinen el trabajo en la iglesia y que sean los primeros en servir, pero es mejor que éstos sean apoyados por el resto de la iglesia, no sólo con su voto o aprobación, o con palabras de ánimo (que siempre se agradecen), sino con su colaboración desinteresada. Si la iglesia entera, con todos sus miembros y con toda su congregación se implicara. Cada hermano o hermana, por supuesto, siempre en función de sus fuerzas, siempre conforme lo que el Señor le permita. Porque no es un pastor o un consejo de diáconos los principales encargados de ubicar a los siervos en el lugar que le corresponde, sino que es el Señor, en la persona del Espíritu Santo, repartiendo los dones como Él así ha dispuesto, el encargado de poner orden en la iglesia.

Cada cual es responsable de descubrir su don, desarrollarlo y ponerlo en funcionamiento. Por supuesto, los pastores y demás liderazgo de la iglesia, puede ayudar a orientar en el descubrimiento y puesta en funcionamiento de cada don. ¿Aún no sirves en tu área o en tu iglesia? ¿A qué esperas? ¡Ponlo en oración y pide que el Señor te guíe! Reflexiona y ponte a pensar dónde puedes ser más útil, piensa qué puede ser lo que haces con mayor gozo y con mayor pasión ¿Qué es lo que mejor se te da?. Luego, ofrécete a tu pastor o equipo pastoral, o al consejo y pregunta qué áreas faltan por cubrir o usa tu imaginación y habla con el liderazgo sobre abrir nuevas áreas que, a lo mejor puedan ser de buen testimonio para la iglesia y para el mundo. Créeme que en la iglesia no hay desempleo, y aunque no sea remunerado, el galardón del Señor puede ser aún mayor que cualquier tesoro en la tierra.

Santi Hernán

En esta navidad: ¡Conéctate!

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14

Últimamente, por navidad, hay algunos anunciantes que se han sumado a la tendencia de pedir a sus espectadores que desconecten (entiéndase los móviles) para reunirse (entiéndase de verdad) con la familia y amigos.

Es curioso que hagan estas campañas cuando por otro lado resulta que casi todas las compañías de telefonía aprovechan estas fechas para regalar megas, para que te conectes más. Entiendo que los anunciantes quieran mostrar buena cara, tratando de llegar al corazón de los espectadores, animando a la gente a estar con la familia, pero curiosamente muchos lo hacen a través de otra pantalla a la que mayores y niños están más enganchados, que es la del televisor, y que pocas familias apagan en la cena de nochebuena.

Yo, desde luego no estoy para decir que pantalla desconectar (si la de 5 o la de 40 pulgadas, o las dos), pero lo que sí que te voy a recomendar es que te conectes ¡Sí, conéctate! A Cristo.

Presta atención a lo que te digo: Quien realmente tomo la iniciativa en conectarse, en tomar contacto con nosotros, fue Dios. Nosotros hemos intentado por todos los medios alcanzarle, pero para llegar a alguien tan inmenso, puro y lleno de gloria, resulta imposible acercarse. No importa lo que hagas o hayas hecho o sin importar cualquier logro alcanzado, por grande o loable que fuera; o si te consideras buena persona o pasas el día fustigándote, tratando de echarte la culpa constantemente de tus pecados… ¡Da igual! Todo intento es vano ante el Dios creador del universo. Aunque algunos digan lo contrario, el cielo no se gana.

Por ello, y por querer reconciliarse con la humanidad, Dios tomó la iniciativa de venir a este mundo y se hizo como cualquiera de nosotros, de carne y hueso, sufriendo frío, calor, hambre, sed, cansancio, y más aún, naciendo como cualquiera de nosotros, del vientre de una madre, siendo un bebé indefenso… recordemos ¡El mismísimo Dios creador y soberano del universo!… envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Esto es lo que cuenta la verdadera historia de la Navidad, por si a alguien se le había olvidado. Y parece que hay gente que se ha olvidado de este grandioso milagro.

Un hermano de esta iglesia, Sidney, dijo hace poco esta frase: “La ciudad se llena de luces que no alumbran… no se ve ni al niño”. Y es cierto, esta sociedad ha tomado la Navidad, la ha llenado de parafernalia superficial (que si Papá Noel [o Santa Claus], los regalos, los adornos, las luces, los comercios a rebosar, los “reyes” magos, mil tradiciones populares, etc.), y han intentado “sepultar” con todo esto la imagen del niño. Pero aún hay esperanza, mientras haya personas dispuestas a buscar y a tratar de valorar en su justa medida lo ocurrido realmente en aquel día en Belén.

¿Y qué ocurrió aquel día? Lo tenemos registrado en los evangelios de Mateo (cap. 1 y 2) y Lucas (cap. 2), pero fue Juan, que en el evangelio que escribió, lo resumió de manera sublime en muy pocas palabras: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:1 y 14). Juan describe a Jesús en este sublime pasaje (recomiendo que se lea completo) como el “Verbo”, en el idioma original griego “Logos”, que tiene varios significados además de Verbo: Palabra, discurso, verdad, o lógica. Los griegos (para los que va dirigido este evangelio y con los cuales compartimos muchos aspectos de su pensamiento) llamaban “Logos”, en su máxima expresión a aquella lógica por la cual el mundo ha llegado a existir y por lo cual todo cobra sentido en la vida. ¡Decían esto sin haber conocido a Jesús! Con la palabra “Logos” en mente, hoy en día, muchos consideran a Dios una especie de fuerza cósmica impersonal.

Y Juan explica que esa fuerza, esta lógica, que ha creado todo el cosmos, no es algo impersonal y ajeno a nosotros, más bien lo contrario, se ha hecho uno de nosotros. Si alguna vez te has preguntado ¿Cómo podría ser Dios? Tienes la respuesta en el Hijo, es decir, en Jesucristo ¡Que es Dios mismo! El que estaba en el principio de todo, y antes del principio (que es eterno) y que celebramos que se ha acercado a nosotros y se ha implicado en la vida del hombre mortal.

Si cualquiera de nosotros, se “ausenta” en la cena de nochebuena porque está más pendiente del móvil o de la tele, y pedimos que “regrese” con nosotros, es porque nos gusta estar juntos, conversar juntos, comer juntos… Dios, lejos de estar ausente, ha bajado y ha conversado con nosotros, ha estado con nosotros, ha compartido mesa con nosotros, y ha ido más allá… nos ha servido con el servicio más grande que haya habido en la historia de la humanidad: Ha dado su vida por nosotros… para rescatarnos, para reconciliarse con nosotros y para que en el futuro, podamos estar juntos, con el mismísimo creador de todo, para siempre. ¿Aceptarás su invitación? Estas navidades conecta con tu familia, con tus amigos, hazlo como tú quieras… pero, sobre todo, ¡Conecta con Dios!

Os deseamos una muy feliz navidad y próspero 2019

Santi Hernán

Entre un buey y una mula

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:5-8

Hablamos la semana pasada de villancicos, y hoy haré referencia a la frase de uno tradicional español como “Ay, del chiquirritín”, en el que uno de los versos reza así: “Entre un buey y una mula, Dios ha nacido, y en un pobre pesebre lo han recogido”.

Dejando de lado las recientes declaraciones, por escrito, del Papa Benedicto XVI, hoy hablaremos de animales en un establo (porque en un establo suele haberlos ¿no?), pero también de otros personajes… Eso sí, en forma de figuras. Y es que otra tradición típicamente navideña es poner el Belén, también conocido como Pesebre o Nacimiento.

¿Qué es el Belén? Una representación a pequeña escala de la historia de la navidad, árbol con figuras sobre un paisaje (o sin él), que no trata de ser exacta ni concisa, tanto en el tiempo como en el lugar y sus protagonistas (¿acaso alguien ha visto la escena real?).

¿Donde surge? Aunque lo veamos como una costumbre típicamente española, el primer Belén se montó en Italia, cuando San Francisco de Asís, decidió representar visualmente el nacimiento de nuestro Señor, en la cueva de Greccio, la nochebuena del año 1223, a sus feligreses, cuya inmensa mayoría no sabía leer, y mucho menos, iba a hacerlo en la única lengua en la que tenían escrita la Biblia, el latín. Eso sí, aquel primer “nacimiento” fue viviente, es decir, con personas reales y animales interpretando casi todas las escenas de este hecho. Contó además con el permiso del Papa vigente, Honorio III.

Este hecho dio lugar a un fenómeno que se extendió por toda Europa, la de representar nacimientos, que dio lugar al “presepe” italiano, “crèche” francés, o “krippe” alemán. En España, aterrizó esta moda, en el siglo XV, y hacia el XVI ya se hacían belenes con grandes estatuas de barro cocido o madera, situados principalmente en lugares de culto. Las agustinas de Murcia fueron las primeras promotoras de esta tradición. Un siglo más tarde, en el XVII, entraron los primeros belenes en las casas y surgieron distintas variaciones de tamaño, haciéndose figuras más pequeñas, hechas en barro. Los nobles competían entre sí por montar el belén más bello. Esta costumbre llegó fuerte a palacio, concretamente a la corte de Carlos III, que traía su entusiasmo por esta tradición de haberla copiado y practicado en Nápoles (Italia) y fue donde logró su mayor proyección, convirtiendo el belenismo en una tradición típicamente española.

Hoy día, ha llegado a popularizarse en prácticamente todo el mundo hispano, creándose una auténtica manifestación artística de hermosas representaciones, en la mayoría de colegios, locales de asociaciones, edificios institucionales, iglesias, casas particulares, etc, aportando además, algunos toques propios de la cultura en el lugar en la que se organiza cada pesebre. Y además, rescatando la idea de aquel presunto belén original de San Francisco de Asís, muchas localidades organizan su particular “Belén viviente” en estas fechas, con representaciones repartidas por los lugares más concurridos de pueblos, barrios y ciudades españolas y latinoamericanas.

Pero, como cada tradición, me pregunto ¿Qué sentido tiene todo esto? Para aquel pionero religioso, desde luego era una forma de compartir el evangelio, de una manera muy original, y nos enseña a usar nuestro ingenio y creatividad para hacer lo mismo (y no me limito a montar belenes vivientes, sino a compartir el evangelio con los demás, con creatividad). Pero además nos da a la idea de la forma en la que vino nuestro Señor.

Por muy bonito que se monte un belén, no olvidemos que Cristo, habiendo tenido todo en el cielo, ha cumplido las antiguas profecías con esta precaria y humilde forma de nacer en este mundo, se ha hecho siervo sufriente para demostrar su amor al mundo y rescatarlo para siempre. No olvidemos que Jesús, desde el principio, hasta el final de su vida en la tierra, fue ejemplo de humildad y de profundo amor.

Peces, campanas y tamborileros

“De repente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: -¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad!” Lucas 2:13-14

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Seguimos con esta serie especial de adviento, sobre algunas de las tradiciones más populares de la navidad, esta vez hablaremos sobre los villancicos.

Durante siglos los villancicos han ambientado la navidad. Las tradicionales melodías con múltiples adaptaciones, de acuerdo a cada país, recuerdan año tras año el nacimiento de Jesús. En castellano la palabra villancicos deriva del término “canción de villa”. En inglés en cambio, se les denomina “carols”, que viene del francés caroler, que significa bailar haciendo ronda.

En España, especialmente en Castilla, los villancicos surgieron en el siglo XV. Se le daba este nombre a cantos compuestos por estribillos o coplas cuyo contenido no necesariamente era de carácter religioso. Tres siglos más tarde, comenzó a usarse este género para que el pueblo pudiera meditar sobre algunos episodios de la vida de Jesús. El villancico más antiguo, que registra la historia de la música es “Iesus Refulsit Omnium”, (Jesús, luz de todas las naciones) data del siglo IV, y su letra se le atribuye a san Hilario de Poitiers.

El más conocido, en cambio es “Noche de paz”. Su título original es “Stille nacht, heilige yach” y fue escrito, podría decirse “accidentalmente” por el sacerdote austriaco Joseph Mohr quien al ver que se había malogrado el órgano de su parroquia, la capilla de San Nicolás, ubicada en la pequeña población de Oberndorf, decidió escribir un canto que pudiera interpretarse con guitarra en la misa de gallo. Fue así como la navidad de 1818 se cantó por primera vez “Noche de Paz”, actualmente traducido a 330 idiomas.

Otro de los cantos más conocidos en los países de habla inglesa es “Joy to the World” (Gozo al mundo, interpretado en castellano como “Al mundo paz”) escrito por Isaac Wats, inspirado en el salmo 98 (“Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas”) y cuya música se le atribuye a Federico Haendel, debido a que las partituras coinciden en varias partes del canto con su célebre obra “El Mesías”.

Por su parte, en Italia el villancico más conocido es “Tu scendi dalle stelle” (Tu bajas de las estrellas), escrito por San Alfonso María de Ligorio. Mientras que en Francia está “Il est ne le divin enfat”, “Ha nacido el divino niño”, traducido al inglés en varias versiones.

En España los más conocidos son “Campanas de Belén” ó “El tamborilero”, mientras que en el sur del país está “Los Peces en el Río”.

En Latinoamérica cada país tiene sus propios villancicos y diversas maneras de interpretar los cantos de navidad universales. En Argentina está “Vamos Pastorcitos” y el “Huachito Torito”, en Venezuela “Mi burrito sabanero”, en Perú “Llegaron ya”, un canto a los reyes magos, en Panamá “Dime niño de quién eres”. En Colombia, por su parte está “Tutaina tuturumaina” y en Honduras, “Caminando por Tegucigalpa”. Son típicas de Ecuador las tradicionales posadas, un canto que cuenta cómo María y José buscan un lugar donde el niño Jesús pueda nacer.

Muchos de los villancicos hablan de elementos culturales de esta época del año y dejan de lado el nacimiento de Jesús: Cuando se habla de Navidad es la natividad de Jesús, no de otra cosa. Evidentemente todas estas cosas son sólo el acompañamiento y han hecho que muchas veces se pierda el sentido, incluso del mismo Papá Noel o del árbol, que tienen una razón de ser.

Y ese es el problema de los villancicos, al igual que muchas otras canciones, que no se cantan con el sentido que tienen porque no se reflexiona en su texto (en el caso de que tenga) y tampoco se canta pensando en lo que realmente significa la navidad, o si sencillamente alguno de sus textos tienen algo que ver con lo ocurrido en Belén, hace más de 2000 años. ¿Estamos adorando y dando testimonio también con nuestra música y nuestros cantos como aquel coro angelical que se presentó ante los pastores?

Los dulces días de adviento

“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” Isaías 9:2

Estamos en pleno tiempo de adviento.

Recuerdo que el adviento es este tiempo, normalmente de cuatro semanas, que preceden a la navidad. Su nombre deriva de “advenimiento”, es decir, “venida” y se comenzó a celebrar entre los cristianos europeos de los siglos IV y V, con el creciente interés por celebrar la navidad y la epifanía y sus días de preparación anteriores.

Como todas las tradiciones relacionadas con estos tiempos tan entrañables, están adornadas con muchos elementos, que sin ser imprescindibles, dotan a estas fiestas de un ambiente especial, anuncian que se acerca este tiempo que, sea para bien o para mal, no deja indiferente a nadie. Uno de esos elementos tradicionales de la navidad, o mejor dicho, del adviento de la navidad, es el popular calendario de adviento, que no es sino un adorno, que suele ser de forma cuadrada, hecho de cartón o madera, con 24 ventanitas, que representan los días que faltan para la nochebuena, que esconden cada una, un dulce o una pequeña porción de chocolate. Normalmente esta tradición está dirigida a los niños.

El calendario de Adviento tiene sus orígenes en el siglo XIX cuando las familias protestantes del centro de Europa colgaban 24 imágenes relacionadas a la Navidad como preparación para la celebración de esta fiesta. En algunos hogares, durante diciembre, se ponía una pajita por día en el nacimiento. Se dice que una pastora decidió hornear un pastel que dividió en 24 pedazos para que su hijo comiera uno cada día, en espera de la Navidad. Más tarde el muchacho, copropietario de una imprenta, decidió seguir la costumbre de su madre a través del primer “calendario de Navidad.” En 1908 se imprimió la primer versión del calendario de Adviento. Se trataba de 24 ilustraciones con motivos navideños que se cortaban y pegaban sobre una imagen de cartón. Unos 20 años más tarde, apareció en el mercado el primer calendario con puertas o ventanas que permitían ver una imagen diferente al abrirlas.

En 1958 salieron a la venta los primeros calendarios de Adviento de chocolate, que tienen una pequeña figura de chocolate por cada día de diciembre, para hacer más dulce la espera. Hoy en día, la mayoría de estos calendarios son de papel y tienen 24 ventanas que se abren al pasar los días, una por cada día de diciembre hasta llegar a la Nochebuena. En Alemania se venden cada año más de 30 millones de calendarios de Adviento rellenos de casi 2.400 toneladas de deliciosas sorpresas.

El caso es que estos calendarios nos muestran que este es un tiempo de espera. Pero de espera ¿Para qué? ¿Qué se está esperando?

La respuesta fácil es la navidad, pero ¿Sabemos que implica esta espera?

Para hacernos a la idea, la espera del nacimiento de este Cristo, no fue tan dulce como lo que se celebra hoy en día, el pueblo llano estaba sumido en una gran pobreza y opresión. Había una aristocracia poderosa y rica, que mantenía una tensa y forzada paz en cada una de las regiones del imperio, y los más desfavorecidos, que eran una gran mayoría, clamaban por la justicia y la libertad ¡Qué curioso! Algo semejante esta ocurriendo en estos días tan revueltos en la crisis. ¿Será que como aquel pueblo del primer siglo nosotros también clamamos por la justicia y la libertad?

El pueblo judío de la antigüedad conocía las profecías y se consolaba recordando al que vendrá. Nosotros también estamos esperando, a que este Mesías que vino una vez, vuelva de nuevo con poder y justicia. Mientras tanto, disfrutemos, celebremos y esperemos en estos días de preparación, sea cual sea tu situación, recuerda que celebramos la venida de la libertad definitiva, la esperanza del mundo, la luz que nos ilumina y nos guía.

Saboreemos pues un trozo diario de nuestra vida en Cristo disfrutando de su presencia y su consuelo y esperando en sus promesas. Pero también si lo deseas, disfruta también en estos días a tu salud, de un pedazo de dulce del calendario de adviento. ¡La navidad se acerca!

Noticias que no verás en la prensa diaria

“Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,  porque el reino de los cielos les pertenece.” Mateo 5:10

Noticias que no verás en la prensa diaria y que debemos tener en cuenta en nuestras oraciones.

En muchas partes del mundo, las congregaciones cristianas padecen persecución y muerte sólo por proclamar el evangelio de Cristo. Reunirse en una casa o simplemente llevar consigo una Biblia, puede significar el martirio para muchos cristianos. Noticias como las siguientes no aparecen en la prensa diaria, y ponemos éstas como muestra de lo que padecen nuestros hermanos. No podemos estar allí para ayudarlos, pero sí podemos interceder por ellos, para que el Señor muestre su poder en su medio y para que su sangre derramada, fertilice aquellas tierras y veamos allí también los frutos del Evangelio. Un buen tema para tener en cuenta en este próximo Adviento.

ABUJA, Nigeria (Associated Press / NoticiaCristiana.com) Turbas de jóvenes musulmanes, han quemado iglesias cristianas y casas, también han saqueado negocios de cristianos en el norte de Nigeria, esto ha ocurrido tras las recientes elecciones presidenciales.

El cadáver del sacerdote greco-ortodoxo, Fadi Jamil Haddad, párroco de la Iglesia de San Elías en Qatana, Siria, ha sido encontrado en un barrio al norte de Damasco. El clérigo fue secuestrado el 19 de octubre por cuatro hombres armados no identificados. Su cuerpo tenía signos de “increíble crueldad”. Los secuestradores pedían 550.000 euros para su liberación suma que la familia no pudo reunir. Otro mártir cristiano.

Extremistas hindúes atacan a un pastor evangélico por predicar el evangelio: Dos hombres atacaron al pastor Lal Mani Prasad y a su familia, miembros de la iglesia Comunidad Emanuel, que desarrolla su obra en la zona de Narela, al norte de la capital india, Nueva Delhi, según han informado agencias misioneras. El pastor continúa ingresado por las lesiones internas que le provocaron al atacarle con objetos de acero, por los que tuvo que recibir 18 puntos de sutura en la cabeza.

Atentado suicida contra una iglesia en Nigeria deja 10 muertos: Un atentado con coche bomba perpetrado este domingo contra una iglesia católica en Kaduna provocó unos 10 muertos y 145 heridos en esta ciudad del norte de Nigeria, blanco de ataques del grupo islamista Boko Haram.

Asesinan a pastor y a su familia en su propia casa: El pastor Sami, su esposa y tres hijos fueron el blanco de la violencia en Siria, al ser atacados en su propio hogar, según denuncia la organización Misión de Ayuda Cristiana. “Un grupo de milicianos entró (en la casa) e hizo que todas las personas (que no eran de la familia) salieran. Luego mataron al pastor y a su familia. Así que ahora ya son aproximadamente once los cristianos que formaban parte del ministerio al que ayudamos y que han sido asesinados en esa región (al suroeste de Siria)”, informó la oficina del Medio Oriente de Ayuda Cristiana.

Bombero cristiano es despedido por enviar correo electrónico con contenido evangelístico: El capitán de bomberos Jon Sprague, quien llevaba una trayectoria de 17 años como bombero, fue despedido el pasado miércoles por el Departamento de Bomberos de Spokane Valley en Washington por enviar correos electrónicos con contenido evangelístico a unos compañeros de trabajo. Sprague, quien había fundado hace dos años la “Fraternidad de Bomberos Cristianos del Condado de Spokane” asegura que él estaba simplemente utilizando el medio más eficaz para comunicarse con los miembros de su comunidad

“Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí. Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece. Recuerden lo que les dije: “Ningún siervo es más que su amo.” Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán. Si han obedecido mis enseñanzas, también obedecerán las de ustedes.  Los tratarán así por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.” Juan 15:18-21.

“Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.” Juan 16:33.

Las comparaciones son odiosas

“Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar también hasta vosotros.” 2ª Corintios 10:12-13

Las comparaciones son odiosas, repugnantes y detestables.

Si yo quiero ser una persona desdichada solo tengo que dejar que las semillas de la comparación crezcan libremente dentro de mi. Creo personalmente que todos estamos infectados por este virus, estamos acostumbrados a compararlo todo: Los días, la música, la comida, los pisos, etc… y no está mal, lo peor es cuando se trata de personas.

La comparación aparece por lo menos en dos patrones:

Patrón n°1 Nos comparamos con otros ¡Cuántas veces nos comparamos con los que son superiores a nosotros y con los que son inferiores! Si somos tuertos y nos comparamos con los que tienen ojos nos deprimiremos, y nos sentiremos mejor si nos comparamos con una persona ciega. Como dijo alguien: “Entre los ciegos, el tuerto es el rey”.

Seamos sinceros ¿No es verdad que nos sentimos bien cuando nos comparamos con alguien que es más pecador que nosotros? Un escritor dice: “Hay quienes necesitan ver pecar a otros para sentirse justificados ellos mismos” Esto es lo que hizo el fariseo orando: “Señor, te doy gracias que no soy como este publicano que es un gran pecador” Necesitaba sentirse bien y justificarse ante Dios comparándome con un cobrador de impuestos ladrón. En otras palabras, lo que hacemos es abandonar nuestra verdadera personalidad y cambiamos por una apariencia falsa, eso es en realidad odioso, con razón le dice Pablo a los Corintios “Ciertamente, no nos atrevemos a igualarnos o a compararnos con esos que se alaban a sí mismos. Pero ellos cometen una tontería al medirse con su propia medida y al compararse unos con otros.”  2 Co 10:12 (Versión Dios Habla Hoy).

Dijo Lutero: “No te apoyes en la obra de otro porque caerás en una falsa seguridad ¡Como si tuvieras que ser considerado bueno ante los ojos de Dios por el solo hecho de ser mejor que otro! De esta manera lo que haces es adjudicarte más méritos por la maldad de otro que los que obtienes por tus propias obras”.

¡Yo soy muy bueno, mejor que Felipe! ¡Yo soy muy malo, peor que Pedro! ¡Tonterías! A cada uno de nosotros Dios nos ha asignado una tarea personal, y somos como somos.

El segundo patrón es que no solo nos comparamos con otros sino que también comparamos a unas personas con otras

Esto es muy injusto y cruel, los niños son los que más sufren cuando los adultos bien intencionados ¡Fíjate en tu hermano, si él puede sacar buenas notas tu también puedes! ¡Fíjate en el niño del vecino, ya sabe nadar y tu no sabes! El padre está tratando de encender pero lo que hace es apagar el concepto de la personalidad.

Pero no sólo lo sufren los niños, la gente compara a los predicadores, los maestros, las creencias, las oraciones, los cultos, las canciones, las esposas, las madres, las familias y podríamos seguir la lista… y como no, comparamos el peso, la economía, los dolores, los placeres… ¡Toda comparación es odiosa!

¿Por qué no aceptar la gente tal y como es? ¿No nos acepta Dios tal y como somos? Nuestro Señor ha tenido el placer de crearnos a cada uno de nosotros diferentes. Si aceptamos esto, nos aceptaríamos los unos a los otros como Él nos acepta. Yo personalmente intento no caer en compararme con los demás ni comparar a unas personas con otras porque las comparaciones son odiosas.

Conectados a ti

“así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. ” Romanos 12:5

Por precios muy económicos, todos podemos tener internet, incluso en la palma de nuestra mano, en el móvil, en cualquier parte, a cualquier hora podemos acceder a toda la información del mundo en cuestión de segundos: Consultar el pronóstico del tiempo, las noticias, los resultados deportivos en tiempo real, podemos comunicarnos casi ilimitadamente con nuestros seres queridos que viven a miles de kilómetros o con nuestro vecino, podemos almacenar fotos y mostrarlas a los demás, y un largo etcétera… las posibilidades son enormes y cada vez mayores, a medida que las conexiones van mejorando y las redes siguen evolucionando. Estamos cada vez más conectados, y es algo muy útil.

Pero esto ya sabemos que estas cosas, también pueden ser un problema.

Cada vez nos conectamos más con la gente que no está ahí, pero nos olvidamos de los que están aquí, más cerca, presencialmente. Y por mucho que avance y se democratice la tecnología, no se debe de perder nunca, ese apretón de manos, ese abrazo, esa conversación cercana y cálida, cara a cara, no tanto “cara a pantalla”.

Los jóvenes están muy enganchados a este tipo de comunicación, pero también sabemos que les gusta mucho quedar y salir, hacer cosas juntos y comunicarse tradicionalmente. Y ese hacer cosas juntos, debe de ser una de las bases de la congregación en la iglesia. Hay iglesias, sobre todo en Estados Unidos, donde los cultos los retransmiten en directo, en video por internet, pensando en esas personas que por la razón que sea, no pueden desplazarse a la iglesia. Insisto, eso esta bien… Lo malo es abusar de ello y es donde se perdería el hecho de ser iglesia.

La iglesia no es un espectáculo, donde llegar, sentarse cómodamente y ser un espectador más. Luego al volver a casa surgen las típicas conversaciones de sobremesa dominical: “¡Qué bonito ha estado el sermón!”, o “¡Qué aburrido ha estado!”, o “¡Cómo ha desafinado el director del grupo de alabanza!”, o “¡Qué equivocado ha estado el pastor en su prédica!”, o decir inocentemente: “¡Qué bien ha estado todo, he salido lleno y bendecido… !”

Aquel que viene a la iglesia a contemplar un espectáculo, que como todo espectáculo, puede ser criticable o comentado, entonces esa persona no ha entendido nada, no sabe en qué consiste formar parte de la iglesia. ¡Normal! En este país, aún está muy presente la cultura católica no practicante, que se reduce a acudir “a misa” una vez por semana, o simplemente venir cuando hay algo especial, o para ver si así uno se siente mejor, o a ver a los hermanos, que hace mucho tiempo no se ven. Si la iglesia se hubiese establecido sólo para eso, hace siglos que habría desaparecido.

La Biblia dice que Dios mismo ha establecido la iglesia con un propósito: Dar a conocer a Cristo al mundo, y para ello, nosotros somos (o debemos ser) ejemplo de lo que debe ser el amor incondicional, porque lo hemos conocido a través de nuestro Salvador. Pero también estamos para crecer y progresar personalmente, lo que conocemos como “ser edificados”, y para ello tenemos dones, que Dios mismo repartió y dispuso entre TODOS y cada uno de nosotros: Unos enseñan, otros predican, otros alaban, otros cuidan y consuelan, otros interceden en oración, otros evangelizan de forma creativa, otros proveen, pero nadie… repito NADIE, se debe quedar sin hacer nada.

¡Qué preciosa esa metáfora que hace el apóstol Pablo, acerca de que la iglesia es un cuerpo! No un cuerpo (o corporación) humana cualquiera, sino el mismísimo cuerpo de Cristo. Somos sus ojos para ver lo que ocurre en el mundo, somos manos para hacer cosas a favor de la comunidad, somos sus pies para acudir al necesitado y al perdido, somos su boca para contar de sus maravillas. Mucha gente no verá a Dios, pero sí nos verá a nosotros. Todos somos miembros útiles que cumplen una valiosa función.

Unos en el pozo, y otros sujetando la cuerda

“como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.” Filipenses 1:7

Si hablamos de misioneros a lo largo de la historia ¿En quién pensarías? El ya mítico doctor David Livingstone, supongo; quizá en los grandes teólogos William Carey, o John Wesley, o el joven mártir David Brainerd… o puede que no conozcas a ningún histórico. ¿Y si hablamos de otros nombres como el alemán Frederick Fliedner o el sueco William Knapp? Seguro que a muchos no os suenan, pero gracias a estos pioneros, entre otros más, que allanaron el camino para que nuestros antepasados crean, hoy día puedes congregarte en una iglesia evangélica bautista en este país.

Son los misioneros, los que van abriendo un duro camino en medio de grandes dificultades, hostilidades, rechazo y persecución, para que la única palabra que trae vida, la que sale de la boca de Dios, pueda ser oída y recibida, aunque sea por una manada pequeña (como decía aquella canción de Marcos Vidal) y con la responsabilidad de seguir con el legado y el mandato de seguir divulgándola, esparciéndola por amor a nuestro prójimo, para que nadie se pierda. Es hora también de que más personas, también fuera de nuestras fronteras tengan esta maravillosa oportunidad de conocer al único que les ha salvado y puede cambiar sus vidas para siempre.

Pero no es fácil, hay muchísima oposición, en muchos países no sólo rechazan el evangelio, no sólo se muestran indiferentes, sino que incluso lo odian, lo persiguen y no tienen piedad con aquellos que les viene a dar esperanza. No son pocos los países, y lamentablemente no son pocas las noticias donde la cristiandad está sufriendo: Irán, India, Afganistán, Egipto, Indonesia, China, Nigeria, Mali, y un largo etcétera, ya sea por la intransigencia de los radicales religiosos o por razones políticas, muchos están sufriendo por el evangelio. Pero de esto ya nos avisó Jesús:

“…os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio.” Lucas 21:12-13

Fijaros bien en esto último. Lo cierto es que muchos también han creído viendo como han sufrido, y han sido martirizados muchos misioneros, y también (sin ir a grandes extremos) como se han entregado, dando su tiempo, sus fuerzas, para ayudar a que niños en lugares muy pobres puedan ir a la escuela, o comunidades remotas puedan tener un hospital o un centro cultural, un pozo o una huerta para abastecer a un poblado… o una iglesia donde reunirse con otros hermanos. La historia de la iglesia, y del evangelio se entiende mucho mejor, a los ojos del mundo, gracias a ese sacrificio, y es un testimonio muy poderoso. Y eso se lo debemos a los misioneros y en general a los que trabajan en pro de las misiones internacionales.

Ahora bien, ¿Acaso tengo que ser un misionero en algún país remoto para dar buen testimonio de la fe? Obviamente no, puedes serlo en el lugar donde estás, pues San Sebastián de los Reyes, Alcobendas… España entera necesita (ahora más que nunca) de Cristo y ahí tenemos que misionar nosotros, pero ¿Cómo puedo colaborar con las misiones en el extranjero? Hay un símil muy bonito, que seguro que lo habéis oído en alguna ocasión:

Si alguna persona, o algún animal caían a un pozo, tenía que bajar alguien a rescatarlo y para eso hacen falta cuerdas. Hoy día los pozos pueden tener un motor eléctrico que puede recoger la cuerda, una vez se ha agarrado al rescatado, pero antiguamente tenía que haber otra persona arriba del pozo para sujetar la cuerda. Ese que baja a rescatar al caído es el misionero, pero nosotros somos los que sujetamos  la cuerda desde arriba, o si lo preferís podemos ser el motor y las poleas que sujetan el único sustento del misionero.

¿Qué son esas cuerdas? ¿Qué sujetamos nosotros? Principalmente la oración, pero también las ofrendas y el interés sincero por lo que ellos están haciendo. Hermanos, recordad que hay gente que está en lugares, en ocasiones peligrosos, que están siendo parte de la punta de la lanza que Cristo ha lanzado al mundo, para alcanzar al corazón más remoto.

Cadenas

“Así que, si el Hijo os hace libres seréis realmente libres” Juan 8:36

Cuando Jesús habla de ser libres, es porque desde que el hombre es hombre, ha vivido en esclavitud. Me explico, creo que de una manera u otra, todos, somos esclavos de algo, estamos atados a algunas cadenas, en nuestras almas, que nadie ve. Y lo más grave es que estamos tan habituados a ellas, que ya no las percibimos. Es decir, creemos que somos libres sin serlo de verdad.

No todos estamos atados de la misma forma, pero lo estamos. Unos llevamos las cadenas de los vicios, otros las cadenas de las preocupaciones, otros estamos bien arraigados a las tradiciones, otros a la religiosidad, otros a los miedos, otros al trabajo, otros al complejo de inferioridad, otros al deseo del poder y del dinero, otros a remordimientos, y así podríamos hacer una lista muy larga. Y digo yo: Si Cristo me perdonó haciéndome libre ¿por qué no gozo de esa plena libertad? Hace poco leí una historia que me hizo pensar bastante:

“Cuando yo era niño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante, que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de su peso, un tamaño y una fuerza descomunales… Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas. Sin embargo la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera a penas enterrado unos centímetros en el suelo, y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir. El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores, pregunté entonces a un maestro, un padre y un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se encapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia “si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo olvide el misterio del elefante y la estaca, y solo lo recordaba cuando me había encontrado con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mi, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño. Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él. Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Hasta que un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque pobre, cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.”

De Jorge Bucay “Déjame que te cuente…”

Todos tenemos un poco de ese elefante, estamos atados a ciertas estacas que nos quitan la libertad. Quizá, hace mucho tiempo, aprendimos el mensaje “no puedo”. Pero hermanos, nuestro señor Jesucristo no nos dijo en vano estas palabras: “Si el hijo os hace libres, seréis realmente libres”