En esta navidad: ¡Conéctate!

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14

Últimamente, por navidad, hay algunos anunciantes que se han sumado a la tendencia de pedir a sus espectadores que desconecten (entiéndase los móviles) para reunirse (entiéndase de verdad) con la familia y amigos.

Es curioso que hagan estas campañas cuando por otro lado resulta que casi todas las compañías de telefonía aprovechan estas fechas para regalar megas, para que te conectes más. Entiendo que los anunciantes quieran mostrar buena cara, tratando de llegar al corazón de los espectadores, animando a la gente a estar con la familia, pero curiosamente muchos lo hacen a través de otra pantalla a la que mayores y niños están más enganchados, que es la del televisor, y que pocas familias apagan en la cena de nochebuena.

Yo, desde luego no estoy para decir que pantalla desconectar (si la de 5 o la de 40 pulgadas, o las dos), pero lo que sí que te voy a recomendar es que te conectes ¡Sí, conéctate! A Cristo.

Presta atención a lo que te digo: Quien realmente tomo la iniciativa en conectarse, en tomar contacto con nosotros, fue Dios. Nosotros hemos intentado por todos los medios alcanzarle, pero para llegar a alguien tan inmenso, puro y lleno de gloria, resulta imposible acercarse. No importa lo que hagas o hayas hecho o sin importar cualquier logro alcanzado, por grande o loable que fuera; o si te consideras buena persona o pasas el día fustigándote, tratando de echarte la culpa constantemente de tus pecados… ¡Da igual! Todo intento es vano ante el Dios creador del universo. Aunque algunos digan lo contrario, el cielo no se gana.

Por ello, y por querer reconciliarse con la humanidad, Dios tomó la iniciativa de venir a este mundo y se hizo como cualquiera de nosotros, de carne y hueso, sufriendo frío, calor, hambre, sed, cansancio, y más aún, naciendo como cualquiera de nosotros, del vientre de una madre, siendo un bebé indefenso… recordemos ¡El mismísimo Dios creador y soberano del universo!… envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Esto es lo que cuenta la verdadera historia de la Navidad, por si a alguien se le había olvidado. Y parece que hay gente que se ha olvidado de este grandioso milagro.

Un hermano de esta iglesia, Sidney, dijo hace poco esta frase: “La ciudad se llena de luces que no alumbran… no se ve ni al niño”. Y es cierto, esta sociedad ha tomado la Navidad, la ha llenado de parafernalia superficial (que si Papá Noel [o Santa Claus], los regalos, los adornos, las luces, los comercios a rebosar, los “reyes” magos, mil tradiciones populares, etc.), y han intentado “sepultar” con todo esto la imagen del niño. Pero aún hay esperanza, mientras haya personas dispuestas a buscar y a tratar de valorar en su justa medida lo ocurrido realmente en aquel día en Belén.

¿Y qué ocurrió aquel día? Lo tenemos registrado en los evangelios de Mateo (cap. 1 y 2) y Lucas (cap. 2), pero fue Juan, que en el evangelio que escribió, lo resumió de manera sublime en muy pocas palabras: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:1 y 14). Juan describe a Jesús en este sublime pasaje (recomiendo que se lea completo) como el “Verbo”, en el idioma original griego “Logos”, que tiene varios significados además de Verbo: Palabra, discurso, verdad, o lógica. Los griegos (para los que va dirigido este evangelio y con los cuales compartimos muchos aspectos de su pensamiento) llamaban “Logos”, en su máxima expresión a aquella lógica por la cual el mundo ha llegado a existir y por lo cual todo cobra sentido en la vida. ¡Decían esto sin haber conocido a Jesús! Con la palabra “Logos” en mente, hoy en día, muchos consideran a Dios una especie de fuerza cósmica impersonal.

Y Juan explica que esa fuerza, esta lógica, que ha creado todo el cosmos, no es algo impersonal y ajeno a nosotros, más bien lo contrario, se ha hecho uno de nosotros. Si alguna vez te has preguntado ¿Cómo podría ser Dios? Tienes la respuesta en el Hijo, es decir, en Jesucristo ¡Que es Dios mismo! El que estaba en el principio de todo, y antes del principio (que es eterno) y que celebramos que se ha acercado a nosotros y se ha implicado en la vida del hombre mortal.

Si cualquiera de nosotros, se “ausenta” en la cena de nochebuena porque está más pendiente del móvil o de la tele, y pedimos que “regrese” con nosotros, es porque nos gusta estar juntos, conversar juntos, comer juntos… Dios, lejos de estar ausente, ha bajado y ha conversado con nosotros, ha estado con nosotros, ha compartido mesa con nosotros, y ha ido más allá… nos ha servido con el servicio más grande que haya habido en la historia de la humanidad: Ha dado su vida por nosotros… para rescatarnos, para reconciliarse con nosotros y para que en el futuro, podamos estar juntos, con el mismísimo creador de todo, para siempre. ¿Aceptarás su invitación? Estas navidades conecta con tu familia, con tus amigos, hazlo como tú quieras… pero, sobre todo, ¡Conecta con Dios!

Os deseamos una muy feliz navidad y próspero 2019

Santi Hernán

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *