“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” Isaías 9:2
Estamos en pleno tiempo de adviento.
Recuerdo que el adviento es este tiempo, normalmente de cuatro semanas, que preceden a la navidad. Su nombre deriva de “advenimiento”, es decir, “venida” y se comenzó a celebrar entre los cristianos europeos de los siglos IV y V, con el creciente interés por celebrar la navidad y la epifanía y sus días de preparación anteriores.
Como todas las tradiciones relacionadas con estos tiempos tan entrañables, están adornadas con muchos elementos, que sin ser imprescindibles, dotan a estas fiestas de un ambiente especial, anuncian que se acerca este tiempo que, sea para bien o para mal, no deja indiferente a nadie. Uno de esos elementos tradicionales de la navidad, o mejor dicho, del adviento de la navidad, es el popular calendario de adviento, que no es sino un adorno, que suele ser de forma cuadrada, hecho de cartón o madera, con 24 ventanitas, que representan los días que faltan para la nochebuena, que esconden cada una, un dulce o una pequeña porción de chocolate. Normalmente esta tradición está dirigida a los niños.
El calendario de Adviento tiene sus orígenes en el siglo XIX cuando las familias protestantes del centro de Europa colgaban 24 imágenes relacionadas a la Navidad como preparación para la celebración de esta fiesta. En algunos hogares, durante diciembre, se ponía una pajita por día en el nacimiento. Se dice que una pastora decidió hornear un pastel que dividió en 24 pedazos para que su hijo comiera uno cada día, en espera de la Navidad. Más tarde el muchacho, copropietario de una imprenta, decidió seguir la costumbre de su madre a través del primer “calendario de Navidad.” En 1908 se imprimió la primer versión del calendario de Adviento. Se trataba de 24 ilustraciones con motivos navideños que se cortaban y pegaban sobre una imagen de cartón. Unos 20 años más tarde, apareció en el mercado el primer calendario con puertas o ventanas que permitían ver una imagen diferente al abrirlas.
En 1958 salieron a la venta los primeros calendarios de Adviento de chocolate, que tienen una pequeña figura de chocolate por cada día de diciembre, para hacer más dulce la espera. Hoy en día, la mayoría de estos calendarios son de papel y tienen 24 ventanas que se abren al pasar los días, una por cada día de diciembre hasta llegar a la Nochebuena. En Alemania se venden cada año más de 30 millones de calendarios de Adviento rellenos de casi 2.400 toneladas de deliciosas sorpresas.
El caso es que estos calendarios nos muestran que este es un tiempo de espera. Pero de espera ¿Para qué? ¿Qué se está esperando?
La respuesta fácil es la navidad, pero ¿Sabemos que implica esta espera?
Para hacernos a la idea, la espera del nacimiento de este Cristo, no fue tan dulce como lo que se celebra hoy en día, el pueblo llano estaba sumido en una gran pobreza y opresión. Había una aristocracia poderosa y rica, que mantenía una tensa y forzada paz en cada una de las regiones del imperio, y los más desfavorecidos, que eran una gran mayoría, clamaban por la justicia y la libertad ¡Qué curioso! Algo semejante esta ocurriendo en estos días tan revueltos en la crisis. ¿Será que como aquel pueblo del primer siglo nosotros también clamamos por la justicia y la libertad?
El pueblo judío de la antigüedad conocía las profecías y se consolaba recordando al que vendrá. Nosotros también estamos esperando, a que este Mesías que vino una vez, vuelva de nuevo con poder y justicia. Mientras tanto, disfrutemos, celebremos y esperemos en estos días de preparación, sea cual sea tu situación, recuerda que celebramos la venida de la libertad definitiva, la esperanza del mundo, la luz que nos ilumina y nos guía.
Saboreemos pues un trozo diario de nuestra vida en Cristo disfrutando de su presencia y su consuelo y esperando en sus promesas. Pero también si lo deseas, disfruta también en estos días a tu salud, de un pedazo de dulce del calendario de adviento. ¡La navidad se acerca!