Referencia

“La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez.” Proverbios 20:29

“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” 1ª Pedro 5:5

 

En 1976, se estrenó una película de ciencia-ficción llamada “La fuga de Logan”. Trata de una sociedad futurista, inmersa en el siglo XXIII, en el que una aparentemente idílica y joven sociedad vive como le place en una ciudad encerrada en una gran cúpula. Esta sociedad esta siendo controlada por una supercomputadora y se establece socialmente que todo hombre y mujer que alcance la edad de 30 años, debe de participar en una ceremonia pseudo-religiosa de “purificación”, en la que en realidad, estos individuos son eliminados, dejando la población con ese límite de edad, y en la que obviamente no existen los ancianos. El protagonista huye de esta ciudad acompañado de una mujer de la que se enamora y fuera de la cúpula descubre un mundo nuevo y desconocido, lleno de naturaleza y donde descubren a un anciano… no voy a destripar más de la peli, por si os apetece verla.

Hoy voy a hablar de nuestros mayores, y he de decir, que el panorama actual en occidente es desolador: Abandonos en gasolineras, reclusión en residencias sobrepobladas y con mala atención, olvidos de parte de hijos y nietos… excepto cuando los hijos necesitan de sus padres para cuidar de los nietos. La sociedad en general les ignora centrándose en la población juvenil y activa, que es la que se supone que genera más riqueza y la que más participa de la cultura del consumo.

Hace unos pocos años saltó la alarma por la baja natalidad en España y el envejecimiento progresivo de la población. Y no se trata de equilibrar la pirámide poblacional porque sí, se trata de una cuestión práctica. Los jóvenes con su trabajo generan más dinero para la Seguridad Social, que revierte en pensiones para los mayores, que ya no pueden trabajar. Si no hay más jóvenes, el sistema se vuelve insostenible. En el sistema capitalista las generaciones más avanzadas necesitan de las más jóvenes. Pero ¿Y al revés? ¿Los jóvenes necesitamos de los mayores? A la vista de la egocéntrica, productora y vanidosa sociedad occidental, la respuesta es no. Pero a niveles más importantes, tales como la moral, la experiencia vital y espiritual, la aportación anciana se hace imprescindible. Por eso, he titulado esta reflexión: “Referencia” en honor a lo que deben de ser nuestros mayores en este siglo XXI, una gran referencia, porque ya sólo con su recorrido a lo largo de la vida, se pueden convertir para las siguientes generaciones en un ejemplo, tanto para lo bueno, como para lo malo.

A veces me pregunto, que como es posible que habiendo pasado siglos, incluso milenios, desde que el ser humano pisa este planeta, caigamos en los mismos errores una y otra vez, como es posible que no aprendamos de lo mal que lo hicieron las generaciones pasadas y volvamos a los mismos caminos. El corazón humano nos tiene mucho que revelar al respecto, pero está claro que también existe una terrible falta de comunicación, de respeto y de confianza entre las generaciones antiguas y las actuales, y es en buena parte de la culpa, por las generaciones actuales. Nosotros, los jóvenes, pensamos que las batallitas del abuelo no nos importan, ni nos incumben, porque antes no es como ahora. ¡Falso! Pueden cambiar las formas y los estilos, pero el pecado es el mismo, el corazón humano esta igual de corrompido hace 40 años que ahora, los malos deseos son los mismos, y no queremos saber cosas tan vitales, como que este país se peleó consigo mismo por diferencias de ideales, que hay mucha gente que piensa diferente y debemos de respetarlo, y que este tiempo de crisis no es nuevo y su origen es el mismo que en el pasado: la codicia de todos. Errores del pasado que se pueden subsanar, escuchando un poco más la sabiduría y la experiencia de quienes ya han vivido mucho… y lo que el Señor les permitirá por vivir. Su bienestar depende de nosotros, que todavía tenemos todas las fuerzas disponibles.

Oremos por Youcef Nadarkhani

Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio.” Lucas 21:12-13

La persecución en el mundo a los cristianos sigue siendo atroz, en pleno siglo XXI.

En este caso, y aunque ya se habló mucho en la prensa secular y cristiana. Nosotros desde nuestra humilde web, también queremos compartir un sentimiento de solidaridad y un profundo pesar por el joven pastor evangélico Youcef Nadarkhani, condenado a muerte por las autoridades iraníes, por “el delito” de haber abandonado su fe musulmana a la temprana edad de 17 años, para abrazar el cristianismo, y no querer retractarse de ello.

Entendemos que esta terrible sentencia, formulada por un tribunal de la región de Gilan (norte de Irán), es un claro atentado a uno de los más importantes derechos fundamentales del ser humano, que es la libertad religiosa, sea de la religión que sea y provenga de la religión que provenga. Por ello rechazamos firmemente esta decisión judicial y mostramos todo nuestro apoyo al pastor Nadarkhani.

Nuestro Señor ya nos lo advirtió, y aunque históricamente lo hemos sufrido mucho, también hoy día, y en distintas partes del mundo, el evangelio, no sólo causa rechazo, sino que incluso es motivo de condena por parte de las leyes humanas y las autoridades de naciones claramente alineadas con el radicalismo más agresivo. Lamentablemente el caso de Youcef no es el único. Son muchos los hermanos que viven su fe en la clandestinidad, por conservar su libertad y su integridad física, y son muchas las naciones que se cierran a la proclamación del evangelio.

Pero ante tanta injusticia, Dios no esta pasivo, y todo lo que ocurre, tiene un propósito, y aunque quizá no lo lleguemos a entender totalmente, podemos leer una pista, sobre casos como el del pastor Iraní, en Lucas 21:12-13 (pasaje de la cabecera), después de dar algunas pinceladas de lo que ocurrirá en los últimos tiempos, Jesús nos muestra que sufriremos por causa suya, y además no es el único pasaje en el que podemos ver algún tipo de persecución, porque el nuevo testamento (y aún el antiguo) esta repleto de episodios de este tipo. Pero la clave la podremos encontrar en el final del pasaje escogido para este artículo, en el versículo 13, Cristo nos dice que esto será ocasión para dar testimonio. ¡Y que hermoso el testimonio de este hermano! Hasta tres veces le preguntaron en el tribunal, si se retractaba de su fe en Cristo para volver al Islam (y así le absolvían), y las tres veces se mantuvo firme en el Señor, aún sabiendo que le esperaba la horca.

Aún hay esperanza, podemos seguir orando por Youcef y os animamos a ello. Recordemos que el poder de Dios hizo que se rompieran las cadenas que apresaron a Pedro (Hechos 12:4-11) y a Pablo y Silas en su prisión de Filipos (Hechos 16:20-23). Si es su voluntad, al igual que a estos grandes de la fe, también puede salir a Youcef. Tampoco olvidemos que es esposo y padre y su familia le espera.

También cabe la posibilidad de hacer llegar la propuesta de liberarle a la embajada iraní, sumandose así a las miles de firmas que lo han hecho a través de la ONG Hazte Oir. Pincha en este enlace y súmate en favor de Youcef y de la libertad religiosa en el mundo: http://www.hazteoir.org/firma/41474-firma-libertad-youcef-nadarkhani

Reconstruir II

Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” Génesis 1:2

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Mateo 16:24

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” Colosenses 3:9-10

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El sábado pasado tuvimos nuestro día pro-templo, y aprovechamos para reconstruir algunos detalles de nuestro local. La historia de la Biblia es una historia de reconstrucciones y restauraciones. El problema es que para reconstruir, ha tenido que haber primero una destrucción inicial y una desorganización. Así lo cuenta Moisés, en el relato de la creación, primero hubo caos y desorden, luego Dios ordenó todas las cosas. Si lo hizo así en el universo ¿Cómo no va a hacerlo en el corazón humano?

En la entrada a nuestro local pusimos un nuevo y moderno rótulo luminoso. Sin embargo me entristeció ver como quitaban el antíguo, que era de madera. Era un recuerdo de los comienzos de nuestra iglesia en esta ciudad, pero se estropeó, se desgastó, se descoloró y perdió su función, ya no se veía, y dejaba nuestro local en un lugar discreto. A veces cuesta mucho quitar lo viejo, pero es ley de vida, y además es algo necesario. Por supuesto, estoy hablando de la mente y el corazón. Muchos tenemos viejos hábitos que es necesario quitar, que nos perjudican y que pueden dejar a Cristo en un lugar discreto, cuando se trata de mostrar nuestro testimonio público.

Siguiendo con ejemplos bíblicos, aparte del Génesis, tenemos también la historia de la reconstrucción del muro de Jerusalén, por parte de un puñado de israelitas, liderados por Nehemías. Merece la pena leerla porque se trata de un ejemplo de fe, arrepentimiento, coraje y estrategia. El objetivo era reconstruir lo que parecía destinado a permanecer derribado, pero como Dios siempre tiene la última palabra, no importó que hubieran potencias extranjeras en los alrededores, no importó que hubiera oposición a que esta obra se llevara a cabo, no importó que la muralla fuera a ser reconstruida y defendida por gente no profesional, si Dios está respaldando esa obra, nada puede detenerla. La cuestión es que nosotros queramos que esa obra se lleve a cabo o no. Nehemías y el remanente de Judá podrían haber decidido quedarse en la comodidad de su casa, pero optaron por sacrificar tiempo y esfuerzos, y además exponerse a un peligro real e inminente. Cuando Dios quiere obrar en nuestras vidas y reconstruirlas tras el devastador efecto del pecado, también debemos de hacer sacrificios. Si queremos que el Señor nos moldee, nos va a costar y doler, puede llevar muchos años de pruebas, pero el resultado final es lo que importa. Al fin y al cabo, nuestra esperanza no esta puesta en este mundo, y será en la vida futura donde seremos perfeccionados, pero para llegar hasta ahí y ser útiles para el Señor, y ser de bendición para los demás, debemos de pasar por la dureza de la reconstrucción, no hay otro camino, no existen atajos.

La conclusión es esta, tenemos dos posibles rutas a seguir, o seguimos como estamos, aferrados a nuestra comodidad, pero también anclados irremisiblemente en la mediocridad; o bien dejamos que el Señor reconstruya nuestros corazones, es difícil, es duro, pero vale la pena. Sólo un cristiano auténtico esta dispuesto a pasar por este trance y pagar algo semejante a lo que Cristo pagó. No en vano, nos dijo: “El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz y sígame”.

No pensemos tanto en una cruz como el resultado final, pensemos en que un diamante en bruto es una piedra fea y vulgar, que bien tallada, puede ser preciosa y tener un valor incalculable. Que nuestra vida deje de ser un montón de escombros para dejar que Dios lo reconstruya todo y ser lo que él siempre quiso que seamos.

Rechazar

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente” Efesios 4:22-23

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:13-14

Al margen de lo que se piensa, la juventud de hoy en día esta cada vez más comprometida, ya está escapando de la indiferencia y hace mejor lo que se propone. Me imagino que la crisis que lleva instalada en el mundo occidental desde hace unos años, es en parte responsable de esto y esta despertando a una generación que se indigna, pero que trata de luchar para defender sus derechos.
En la iglesia, está ocurriendo algo parecido, pero la tendencia es más lenta, pues muchos no son conscientes de que se están jugando, no solo su futuro en la tierra, sino su eternidad. Hay una nueva generación de jóvenes que quieren comprometerse con el Señor y tratan de buscarle como una escapatoria al comportamiento negligente de esta sociedad adulta en cuanto a los valores se refiere.
Lamentablemente, la cultura de la comodidad y la falsa “prosperidad”, de unos padres que dan todo y consienten aún más a sus hijos, está tan arraigada, que la vida espiritual de muchos de estos muchachos se ve afectada gravemente. No se ha enseñado correctamente a decir NO, no han aprendido a renunciar. En los (pocos quizá) años que llevo como líder juvenil, ha detectado lo siguiente: Sí, es cierto, quieren comprometerse, servir al Señor, pero no quieren abandonar lo que hacían cuando aún no habían recibido el evangelio, o quizá aceptado. Lo que no saben es que tomando esta postura, no sólo seguirán más confundidos aún, sino que además serán un pésimo ejemplo para una sociedad que quizá ya no ve diferencia entre ser cristiano y no serlo.
Debemos de recordar siempre las palabras del apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, cuando dice: “No os conforméis a este mundo.” y es que el mundo sigue siendo muy atractivo para los jóvenes. Ya puedes esforzarte en ofrecerles la mejor y más divertida oferta de actividades, que el mundo siempre ofrecerá algo que les parecerá mejor, en ciertas ocasiones prohibido, en muchas ocasiones peligroso, pero siempre tentador y pecaminoso. Por supuesto, un joven siempre va a preferir probar el sexo antes que irse a jugar el fútbol con los chavales de la iglesia. Una joven preferirá el subidón de unas copas de alcohol, antes del “subidón” espiritual que trae consigo un buen tiempo de alabanza y oración, y un joven preferirá las alucinantes y psicodélicas experiencias con las drogas antes que la experiencia de vivir alejado de ellas, luchando cada día.  ¿Como se combate todo esto? El versículo lema de nuestro retiro, y de nuestra temporada en la UJBM no acaba en la expresión “… este mundo.” más bien da la clave: “Sino transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento”. Esto se expresa mejor como cuando tenemos que ventilar una habitación por la mañana. El aire viciado y caliente no se irá por su cuenta y dejará el cuarto vacío, sino que el aire limpio de la calle entrará y sacará el aire sucio del interior. Así el joven debe de llenar su mente con cosas positivas para sacar la maldad de dentro. Esas cosas las saca precisamente el Señor Jesús, una vez le ha aceptado en su corazón, pero no debe de quedar ahí, debe de perseverar en los caminos del Señor, que cuando les llamamos así “caminos” es que no es un punto y final, sino una ruta, una trayectoria que se va recorriendo a lo largo de toda la vida. Un camino estrecho por el que pasa sólo lo imprescindible y donde el joven aprende a decir “no”, a todas aquellas exquisiteces que el mundo les ofrece día tras día. Es la hora de renunciar, despojarse y abandonar, transformarse y renovar la mente, para probar lo mejor que un joven, o un adulto ha probado nunca, la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.

10 años del 11-S

Hoy se cumple la primera década de los tristes acontecimientos, que cambiaron el mundo y que sin duda, iniciaron una nueva época, tanto en occidente, como en oriente. Se dice que los atentados marcaron el inicio del siglo XXI, y sin embargo es el resultado de décadas e incluso siglos de odio y desprecio lo que se materializaron en estos cruentos sucesos en Nueva York, Washington y Pennsylvania, y que a su vez generó una nueva y fatal nueva era de odio, desconfianza, miedo, inseguridad y crisis.

Como cristianos que somos, nos unimos a este sentimiento de dolor, que los familiares y amigos de las víctimas sintieron por entonces, y siguen sintiendo ahora, no sin antes denunciar con todas las fuerzas, toda clase de violencia, venga del bando que venga, se considere “justificada” o no. Como creyentes en Jesús, que fué el máximo ejemplo de pacificador, queremos seguir siendo agentes del cambio, para hacer de este mundo, no un lugar más seguro, sino un lugar donde se viva en paz.

Como proclamó el Maestro:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

    Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

    Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

    Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

    Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

    Bienaventurados los de limpio corazón,porque ellos verán a Dios.

    Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

    Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

    Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.” Mateo 5:3-11

Que el mundo sea un lugar mejor, no depende de políticos, ni de empresarios, ni de ONG’s, ni de científicos… etc… depende de un corazón contrito y humillado y de una nueva esperanza puesta en el Señor. Depende de no ser meros espectadores de lo que está pasando mientras nos llevamos las manos a la cabeza, depende de ser verdaderos pacificadores, ser hijos de Dios.

¡Requetebién!

“Pero Jesús dijo: ‘Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos’” Mateo 19:14

El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mi me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió” Marcos 9:37

Esta semana pasada, aprovechando mi breve, pero bendecido tiempo de vacaciones, durante tres mañanas, hemos sido tres en casa… no, mi esposa no ha salido de cuentas con cuatro meses de adelanto, sino que ha estado mi sobrina Lucía con nosotros. Nos dijimos: Tomémoslo como una especie de breve ensayo, para lo que nos espera para dentro de cuatro años. Después de ese tiempo en el que hemos jugado, corrido, nadado, descubierto, comido, etc… he llegado a dos conclusiones: La primera: Los niños son fáciles de contentar, pero esa contentación lleva un duro trabajo y sacrificio. La segunda: Pocas cosas son tan satisfactorias que ver a un niño contento.

Nosotros que ya llevamos unos cuantos años siendo adultos hechos y derechos, con afanes por doquier, plenamente conscientes de lo que sucede en el mundo, especialmente de la maldad imperante en el mismo, nos olvidamos de cómo fuimos de niños. Al margen de la cultura o condición social de un niño, da igual si nace en África, donde hay escasez, o en la vieja Europa, los niños se contentan con poco, si se les sabe educar en ello, por supuesto. Estoy asombrado por que aún ofreciendo a Lucía una variedad de actividades lúdicas, ella sólo se conformaba con subirse a un sencillo columpio en el parque infantil de nuestra urbanización. Los adultos del primer mundo creemos que a los niños les van a gustar las mismas cosas que a nosotros y sin embargo, ellos en realidad, van a lo básico. Empujar y empujar fuerte el columpio fue sin duda lo que más hizo reír a la niña. Lo más asombroso fue, que mientras se balanceaba, de todas las cosas que había por mirar y descubrir en su alrededor, Lucía me preguntó sobre que es eso amarillo y verde que hay, sin especificar que era. Yo buscando alrededor, me costó caer en la cuenta que la niña se refería a una pequeña y delicada hierbecita con una diminuta flor que crecía en el jardín que rodeaba los juegos infantiles. Una hierba que normalmente se corta y se desecha para limpiar el terreno. Eso es lo que llamó la atención a Lucía. Y yo me pregunto ¿Por qué los adultos, hemos perdido esa sencillez y ese amor por los detalles?

Dije antes que no hay nada más satisfactorio que hacer feliz a un pequeño. Llevamos media vida tratando de agradar a padres, vecinos, jefes, amigos, hermanos, etc… a veces perdiendo nuestra propia personalidad para ello, y a mayoría de ocasiones, para obtener resultados vacíos. ¿Para qué agradar al jefe? ¿Para obtener un ascenso? ¿Un aumento de salario? ¿Para qué agradar a los padres? ¿Para que nos quieran más? En cualquier caso, se trata en muchas ocasiones, de motivos egoístas, y para nuestro propio beneficio. Pero al agradar a un niño, pierdes tu beneficio porque ¿Qué te va a ofrecer un niño? Muchos al crecer, se convierten en desagradecidos con sus padres y familiares, y se olvidan de todo aquello que obtuvieron en su infancia.

Todo esto que acabo de contar tiene una carga espiritual tremenda. Jesús nos alentó a ser como niños para acceder al Reino de los Cielos. Esto puede tener muchas interpretaciones, pero una muy acertada es el de ser humildes y sencillos, el de aprender a despojarse de lo supérfluo, dejando a un lado sobre todas las cosas, los afanes del mundo, y aprender a disfrutar con los detalles que nos regala nuestro creador. Por otro lado, tenemos que aprender que agradar sin esperar nada a cambio. Es el secreto de una relación satisfactoria. Olvidarse de uno mismo para buscar el bien ajeno. Lamentablemente muchos buscan agradar a Dios, precisamente para recibir a cambio otras cosas. Olvidémonos de eso, porque no es una relación sana con él. Amemos a Dios por lo que es él: Nuestro Dios, nuestro creador, la esencia misma del amor. Amémosle y amemos a los demás con auténtico amor, el que es desinteresado, porque ese es el secreto para una vida satisfactoria y feliz.

Las JMJ y los grandes eventos cristianos

Con motivo de las famosas JMJ (Jornadas Mundiales de la Juventud) de este 2011, la ciudad de Madrid, buena parte de la región e incluso una parte importante del país, esta volcada en estos días con la visita del Papa Benedicto XVI. El despliegue en la capital esta siendo gigantesco, y son muchas las empresas e instituciones públicas o privadas, que aún en tiempos de crisis, hacen un esfuerzo por acoger a los posibles dos millones de peregrinos que vienen a ver al pontífice.

Este evento, como es lógico, ha levantado una gran polémica por su coste, su financiación o las declaraciones de partidarios y detractores de esta visita, entre otras muchas cosas.

No vamos a hablar de las cantidades exorbitantes que va a costar esta visita, ni queremos entrar en la polémica de quién lo va a pagar, pues es un tema del que ya se ha hablado mucho en la prensa generalista, y está muy candente en internet. Tampoco vamos a hablar acerca de si el estado esta realmente alineándose como un estado aconfesional, o si está promoviendo la igualdad religiosa en este país, porque en bastantes contradicciones ha incurrido en el pasado, y sigue incurriendo en la actualidad, mientras haya intereses de terceros de por medio. Y por supuesto tampoco hablaremos de la propia figura del Papa, porque como cristianos evangélicos, debemos de tener muy claro a quién debemos de acudir como único y verdadero mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo (1ª Timoteo 2:5, Hechos 4:12), que conocemos su ejemplo (Filipenses 2:1-11), y en quién tenemos que tener depositada nuestra fe (2ª Timoteo 1:12).

Ahora bien, antes de criticar al gobierno, a las grandes empresas colaboradoras, o a la iglesia Católica Romana; deberíamos de aprender nosotros y hacer un poco de autocrítica ante estos eventos.

En la televisión se pueden ver imágenes de personas llegadas desde distintas partes de España y del mundo, para ver a Benedicto XVI, algunos preparan lo mejor de sí mismo para dárselo como ofrenda, como por ejemplo, un grupo de jóvenes realizando una trabajada coreografía dedicada al pontífice, otros que preparan todo tipo de cánticos, otros preparan dulces y también los hay que hacen y venden piezas de artesanía con la efigie del Papa.

Cuando los minoritarios evangélicos tenemos la oportunidad de juntarnos y proclamar entre todos el nombre de Cristo, es sobre todo, en eventos tales como la visita del predicador Luis Palau, u otros de gran renombre como Billy Graham años atrás. Resultó llamativo que cuando se organizó el pasado 2005 “Festimadrid”, la cabeza de cartel estuviera ocupada por el predicador argentino, a modo de reclamo, junto a artistas como Jose Luis Rodríguez “El Puma”, Yuri o Marcos Vidal, entre otros. Sabemos que muchos que asistieron a este evento lo hicieron para invitar a un amigo o familiar para que conozca de Cristo; pero no deja de dar que pensar, que se sigan llamando a ciertas personas como “señuelo” para darle un mayor impulso a un evento evangélico.

Ocurre mucho entre los jóvenes, se da más en América Latina, pero es muy creciente en España, esa costumbre de invitar a los Dante Gebel, Juan Luis Guerra, Marcos Witt o Jesús Adrián Romero de turno, por no hablar de algún futbolista o famoso convertido al evangelio, a alguna conferencia o retiro, para promover su asistencia. Y no hace falta irse a personas de fama a nivel mundial, sucede que muchos van a sus iglesias por ver y escuchar a su pastor, y si el pastor no está, no van. Es casi algo parecido a lo que está ocurriendo en estos días de JMJ. ¿Acaso no basta con el solo ánimo de adorar a Cristo para venir a estas actividades? ¿Acaso no será de igual bendición que predique un predicador reconocido a nivel internacional que un pastor local, que otro hermano de la iglesia? ¿La palabra que dará no será supuestamente la misma?

Volviendo al tema del inicio, la verdad es que tampoco es cuestión de ponerse en contra de la visita de ciertas personalidades evangélicas, sino que al igual que sucede con los cristianos católicos más fervientes, tenemos que aprender a tener puesta la mirada, no en los hombres, sino en el Señor (1ª Corintios 2:5).

Ahora, pregúntate cuando asistas a alguna de estas actividades con personalidades de renombre ¿A quién he venido a ver? ¿A esta persona o al Señor obrando en su pueblo? ¿A quién escucharé? ¿A quién adoraré? ¿Esta persona está mostrando con sus palabras y hechos la gloria de Dios o se está dejando ver a sí mismo demasiado?

Que de la misma manera que el salmista, nosotros tengamos muy claro, para quién es la gloria:

No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, 
    Sino a tu nombre da gloria, 
    Por tu misericordia, por tu verdad.Salmo 115:1

Reflejo II

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.” Santiago 1:23-24

Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” Santiago 4:8

“como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia  sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”
1ª Pedro 1:14-16

 

El domingo pasado hablamos de cómo nos veíamos, que hasta la imagen de un espejo limpio y pulido nos podía engañar porque en realidad, es la imagen volteada de nuestra cara. Sin duda, la mejor manera de vernos es a través de los demás. Y el que mejor nos ve es Dios.

Pero hoy vamos a vernos reflejados en un espejo mucho mejor. Y no sólo eso, vamos a aprender a mejorar nuestra imagen con la ayuda de este nuevo espejo. ¡Cuánto dinero se pueden llegar a gastar en un año, la mayoría de las mujeres y una cantidad cada vez mayor de hombres en mejorar su imagen! Entre cremas de día, de noche, hidratantes, exfoliantes, antiedad, bases para maquillaje, para contorno de ojos… etc. Pueden llegar a ser cientos de euros, o quizá miles. Pero por mucho que se limpie la cara y se mejore, lo de dentro puede seguir igual; y eso es lo que queremos mejorar con el espejo espiritual por excelencia: Jesús.

En nuestra sociedad, y aunque no lo parezca, se valora cada vez más el interior de las personas, la cultura posmoderna, que lo relativiza todo, quiere ver gente que realmente viva lo que piensa y se comporte realmente en lo que cree. De nada sirven grandes discursos sobre la excelencia de lo que significa el evangelio, de nada sirve tener un conocimiento bíblico amplísimo, de nada sirve haber asistido a una iglesia desde la cuna, si no se vive el evangelio.

Vivir el evangelio no es la mejor manera, sino la única manera de comprender lo que Jesús nos dejó. Consiste en ser coherentes con nuestros actos y palabras, consiste en adquirir el carácter único de Cristo, consiste en amar, por encima de todo, y consiste en estar dispuesto a sufrir, incluso morir por ello.

Es curioso, pero cuanto más valoremos la vida de los demás, por encima de la nuestra, más valor adquiere delante de los demás. Cuando Jesús estuvo en plena agonía en la cruz, después de ser humillado por los judíos y los soldados romanos, fue un centurión el que dijo que realmente este era el hijo de Dios, pero no al ver sus milagros, no al ver sus palabras de autoridad, no al verle rodeado de gloria, como en la escena de la transfiguración; sino fue al verle en la cruz y perdonando a sus propios agresores, ahí se dio cuenta de quién era y cuando lo valoró más.

Cuando nos vemos en un espejo nos solemos poner cerca para ver bien nuestras imperfecciones y retocarlas. Cuando nos vemos en el espejo de nuestro Señor, también tenemos que acercarnos mucho, primeramente para verle mejor a Él, pero también para que podamos ver nuestras imperfecciones y nuestras manchas, y así, sea Dios quien las trate mejor.

Ahí tenemos el ejemplo, por excelencia, el reflejo de lo que debemos ser, el espejo perfecto en el que mirarnos para mejorar nuestro interior y que se pueda ver, también en el exterior.

Reflejo

“Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” 1ª Corintios 13:9-13

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:3

 

Un joven o adolescente se puede pasar horas frente al espejo, retocándose el maquillaje y el contorno de ojos, en el caso de las chicas, o el último mechón de pelo rebelde, con gomina extrafuerte, en el caso de los chicos. La verdad es que nos vemos bien frente a este “mágico cristal” que nos dice como somos y nos ayuda a ser como queremos ser. El problema viene cuando el joven o adolescente en cuestión te pide que le hagas una foto, luego la ve en el papel, o en la pantalla de ordenador y ¡Zas! ¡Decepción! El muchacho (o muchacha) protestan porque consideran que no han quedado bien en la foto y culpan al fotógrafo, a la cámara, a la luz, a las circunstancias, a la sociedad… ¡Que sé yo! A cualquiera. Lo mismo ocurre cuando escuchamos nuestra voz en situaciones normales y luego la grabamos para escucharla más tarde. Después  de escuchar la grabación, llegan las exclamaciones “¡Ese no soy yo, esa no es mi voz!” O “¡No puede ser que tenga esta voz tan fea!” Es normal, creo que a todos nos ha ocurrido alguna vez, y todavía sigue ocurriendo.

¡Que bien nos vemos frente al espejo! Pero es que por muy bien que esté pulido, limpio, sea amplio y esté en un baño o una habitación luminosa; lo que hace el espejo es devolver una imagen inversa de la realidad: Nuestra cara, que nunca es simétrica, aparece volteada. Sin embargo eso sí lo capta correctamente, por ejemplo, la cámara de fotos, o es como en realidad vemos los demás a esa persona. Lo mismo sucede con la voz: ¿Cuál es la verdadera voz de una persona? ¿La que se escucha ella o la que escuchamos los demás? Ciertamente, la que escuchamos los demás, porque la que nos escuchamos a nosotros mismos, es la que escuchan los demás mezclada y distorsionada por el sonido que recorren los huesos de nuestro propio cráneo desde nuestra garganta. Cuando toca juzgarnos a nosotros mismos, ocurre algo parecido, tanto de forma positiva, como negativa, nos solemos juzgar erróneamente.

A veces, ocurre que no somos capaces de algo, que nos creemos menos que  nadie y sin embargo esto es una barrera que le ponemos a Dios y de paso, nos ponemos a nosotros mismos porque entonces no permitiremos que nos use adecuadamente y explote nuestro potencial.

Por el lado contrario la cosa no es mejor, pues una de las cosas que más aborrece nuestro Señor es la prepotencia. No todo lo podemos, no todo lo sabemos, no todo lo logramos por nuestras fuerzas o nuestro propio entendimiento. Necesitamos del Señor, de su poder, sus fuerzas, su sabiduría. Si piensas que no necesitas nada de esto, tienes un grave problema. La autosuficiencia nunca fue buena consejera, todos dependemos dma, y no lo tienes, lo tendrropio entendimiento. e todos, sobre todo en la iglesia, y todos dependemos de Dios.  Por lo tanto eres una pieza útil dentro del reino de Dios, pero no eres ni la única, ni la mejor… pero tampoco eres la “peor”. Simplemente eres único, Dios te diseñó con una gran sabiduría, con tus virtudes y con tus defectos, con tus fortalezas y tus debilidades. No te pienses más o menos que nadie, y menos en el ámbito de la sabiduría. No importa cuanto tiempo lleves en la iglesia, si muchos años, o acabas de llegar, eres igualmente valioso para tu creador.

La próxima vez que te mires al espejo procura mirarte como eres, haz examen de conciencia, busca en qué eres bueno y en qué no, y ahora mira a tu hermano ¿Crees que es “peor” que tú? ¿Crees que es “mejor”? Procura mirar a tu alrededor, pero no con tus ojos, procura mirar con los amorosos ojos de nuestro Señor.irtudes y con tus defectoseres ni la mos de Dios.

Resonar II

“Rebosa mi corazón palabra buena; dirijo al rey mi canto; mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.” Salmo 45:1

Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad con júbilo. Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio. Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne. Porque estatuto es de Israel, ordenanza del Dios de Jacob.” Salmo 81:1-4

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Lucas 6:45

 

La melodía en sí, es algo que puede ser usado para bien o para mal. Para adorar a Dios, dedicarle bellos sonidos a un amado o una amada, enseñar lecciones, o sencillamente cantarle al amor; pero también la música puede ser usada para manipular, exaltar nuestro ego o incluso maldecir. Como casi cualquier cosa creada por el Señor, podemos corromperlo. Y eso depende de nosotros.

Pero hoy quiero hablar de una parte muy importante de la música, que sin embargo no esta presente en todas las canciones, y a lo que debemos de prestar mucha atención como creyentes. Si bien, tan sólo una melodía puede sacar lo mejor o lo peor de nosotros mismos, la letra de las canciones pueden sacar esas cualidades positivas o negativas y mostrarlas al resto del mundo.

Las canciones con letra son un invento muy antiguo, casi tanto como la propia música, porque se trata de la fusión armonizada de dos bellas artes: la música y la escritura. La escritura es una forma de expresión muy antigua; de hecho, se han encontrado textos escritos de hace más de diez mil años, por lo que podemos averiguar lo importante que era desde casi siempre, para el hombre, dejar constancia de algo escrito. La técnica, así como los métodos de escritura, han evolucionado con el tiempo, y se han creado formas artísticas de expresión como la prosa, el verso, la epístola, la épica, el drama o la comedia, la divulgación, el periodismo o la publicidad entre otros muchos. Y casi todas tienen más o menos cabida en la música. Con un poco de imaginación e ingenio, todo cabe.

Pero no todo vale para alguien que desea ser una adorador de Dios. No todos los textos dan la gloria a Él o buscan el bien común. Muchas letras, al igual que muchos libros, hablan de venganzas, de exaltación del poder humano, de rencores y enfrentamientos, de sexo ilícito, de borracheras, bacanales y desenfreno, de locuras por amor y desamores, de desesperanza y pesimismo. Nuestros jóvenes escuchan muchas de estas canciones y repiten inconscientemente sus letras. Estas quedan grabadas casi sin querer en la mente cambiante de nuestros jóvenes y conforman la que será la cultura del presente y del futuro. ¿Pero acaso es la música mundana actual, la única responsable del mediocre comportamiento de esta generación? Definitivamente no, pero contribuye en gran manera a alimentar esos sentimientos de destrucción moral que reina en los muchachos. Sentimientos que son, en buena parte, heredados de las generaciones anteriores. Los padres, de forma activa con su comportamiento, o de forma pasiva, con frases como: “no pasa nada”, “eso no puede ser malo”, “los chicos ya son muy maduros y pueden discernir” crean un ambiente perfecto para echar a perder todo un futuro.

Padres y jóvenes, vigilad bien que escucháis, vigilad bien con qué cosas se alimenta vuestra mente a través de vuestro oído. Recordad que la fe viene por el oír y que las letras negativas e inmorales del mundo, son el reflejo de un corazón corrompido, porque de la abundancia del corazón habla (o canta) la boca. Un joven (o un adulto) puede ser resistente a un discurso seco, pero con música todo entra mejor, es otra manera de predicación. Depende de nosotros cambiar el discurso de nuestro corazón, cambiando la música y su letra, para darle la gloria a Dios. ¡Que rebose nuestra boca, música con palabra buena para Dios!