El himno: Tal como soy.

Hoy presentamos un himno muy conocido y utilizado en las iglesias evangélica. Es el tema principal en la campañas de evangelismo de Billy Graham que también lo utiliza en sus programas radiales. Nos referimos a “Tal como soy”, el número 211 en el Himnario Bautista.

Fue escrito por Charlotte Elliott, nacida en 1789 y fallecida en 1871. Se cuenta que en cierta ocasión, ella visitaba a unos amigos y allí conoció al eminente pastor César Malan. Mientras comían éste le dijo que esperaba que ella fuera cristiana. Ofendida, respondió que prefería no hablar del asunto. Tres semanas después se encontraron nuevamente y ella dijo al pastor que había intentado infructuosamente conocer a su Salvador y deseaba que le dijera como acercarse a Cristo. El pastor Malan le dijo: “Acude a Él tal como eres”. Eso hizo y poco después, escribió los versos de este himno.

La música se debe a William B. Bradbury (1816-1868), autor muy conocido en las iglesias evangélicas. Creó música juvenil para la Escuela Dominical, estableciendo pautas para su futuro desarrollo. Fue un destacado organista y tomó clases de canto, llegando a participar en importantes coros en varias iglesias. Además de la de Tal como soy, compuso la música de muchos himnos, entre ellos algunos tan conocidos como “Me guía Él, con cuanto amor”, “No te dé temor hablar por Cristo” y “Dulce oración”.

Fue traducido al castellano por Thomas Westrup, a quién ya conocemos, pues tradujo también el himno “Cariñoso Salvador”, presentado anteriormente.

Lo escuchamos interpretado a capella por un cuarteto masculino, esquema musical muy utilizado para el canto en la iglesia. Disfrútenlo y apréndanlo. Es un hermoso himno de entrega al Señor. Esta vez añadimos el enlace para ver y escuchar el vídeo del himno.

Hasta la próxima, que Dios te bendiga.

El Himno

Comenzamos esta semana a introducir y comentar algunos himnos que han sido muy utilizados por las iglesias protestantes y evangélicas; y queremos hacerlo con el muy conocido “Firmes y Adelante”.

Escrito en Inglaterra por Sabine Baring-Gould, nacido en 1837. Recopiló varias colecciones de himnos y compuso numerosas obras musicales cristianas.  Escribió libros sobre himnología cristiana y publicó varios himnarios, como “The People’s Hymnal” (El himnario popular), aparecido en 1867. Su himno más popular y conocido en todo el mundo, que ha sido traducido a innumerables idiomas es, precisamente, “Firmes y Adelante”.

Este himno fue traducido al español por Juan Bautista Cabrera, nacido en 1837, el mismo año que su autor. Desde muy joven sintió una gran sed espiritual, y a los dieciséis años ingresó a una orden religiosa. Estudiaba la Biblia secretamente ya que su lectura estaba prohibida en España. Se radicó en Gibraltar, donde reconoció a Jesús como su Salvador personal. Regresó a España y compartió su fe renovada escribiendo en revistas, predicando y utilizando la música. Mientras organizaba iglesias, también publicaba himnarios y daba clases de canto. Se estableció en Madrid, ocupando diferentes e importates cargos  en la obra evangélica. Su mayor contribución la realizó en la himnodia cristiana, y sus himnos han sido de mucha bendición  para innumerables cristianos de todas las latitudes.

A continuación presentamos un vídeo de Firmes y adelante interpretado por Ray Robles y coro.

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Hasta la próxima, que Dios te bendiga.

Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano VI, final

Nuestros días:

Hoy, como siempre, las iglesias siguen cantando. Pero ya no sólo con sus formas y cantos tradicionales, sino que los nuevos tiempos han aportado nuevas formas y maneras de utilizar la música en la iglesia. Haciendo caso a la recomendación del Salmo 150, hoy en las iglesias se utiliza toda clase de instrumentos para el canto de alabanza a Dios, y los nuevos pueblos y naciones convertidos al Evangelio, aportan sus maneras culturales a la adoración. Así, tanto en las iglesias protestantes y evangélicas, como en la católica, podemos escuchar los ritmos y formas musicales más variadas. Es ejemplo muy notable de esta tendencia, la Misa Criolla, del autor argentino Ariel Ramírez, que utiliza ritmos folclóricos argentinos para cantar las distintas partes de la misa católica. También se puede mencionar la Misa Luba que utiliza ritmos africanos con la misma finalidad.

Muchos cantantes populares de éxito, como Juan Luis Guerra, han creado hermosos cantos de alabanza y adoración utilizando las formas y ritmos populares del momento, muchos de los cuales, como el ejemplo que incluimos, enftizan esa relación personal con Cristo. Por la necesaria brevedad del presente trabajo, es imposible añadir una lista de los innumerables autores que en todas las latitudes están poniendo sus dones al servicio de la proclamación del Evangelio de Jesucristo.  Pero no podemos dejar de mencionar al católico Cesáreo Gabaráin y al evangélico Steve Greene que, en los ejemplos que incluimos de su música y en el canto conocido como “Un vaso Nuevo“, manifiestan el mismo espíritu de comunión y entrega a Jesucristo.

Sin embargo, también vemos tendencias que entendemos son perniciosas en cuanto al uso de la música de la Iglesia. Actualmente ha surgido un nuevo género musical denominado “Gospel”, palabra que significa “Evangelio”, originado y difundido entre las iglesias afroamericanas en el sur de los Estados Unidos; en el cual la música tradicional de las iglesias evangélicas, se adapta a las formas y ritmos propios de los “Negro Spirituals” y otros géneros musicales como el jazz, y que generalmente se cantan en inglés, pues las traducciones no les hacen mucho favor. Incluimos como ejemplo el muy famoso “Deep river“, que muestra el anhelo del negro esclavizado de cruzar el río para, por fin, llegar a la tierra de libertad junto a Jesús.  Tal ha sido el éxito y popularidad  conseguido por el “Gospel“, que ha llegado a los escenarios de teatro y a los filmes de Hollywood, lo cual hace del género un espectáculo más, desvirtuándose su carácter original de alabanza a Dios, enfatizándose más el aspecto interpretativo, musical y coreográfico. El fenómeno no es nuevo, pues lo mismo ha ocurrido con la música de Juan Sebastián Bach y otros autores de música cristiana, hoy mucho más interpretada en las salas de concierto que en las iglesias.

La proliferación de autores e intérpretes hace, además, que las nuevas canciones sean más apropiadas para ser cantadas por solistas o grupos, pues las melodías generalmente no se adecuan al canto congregacional. Otro aspecto que nos preocupa es la estética de los “Conciertos de música de alabanza”, cada vez más semejante a la característica de los conciertos masivos de música pop; con sus cientos de decibelios, las luces, el humo, etc. También en esto es pertinente la recomendación que el apóstol Pablo hace a los cristianos en Roma.

Añadimos un párrafo de un artículo del Pastor Ricardo Gondim, de Brasil, publicado en su blog y traducido por Gabriel Ñanco. Comenta lo siguiente:

“Me cansa la falta de belleza artística de los evangélicos. Hace poco tiempo fui a ver un show de música evangélica, sólo para salir de allí devastado. La música era mediocre, la poesía ordinaria, y lo peor, se percibía el interés comercial tras el evento. Que diferente del día que me senté en la sala San Pablo, para escuchar la música que Johann Sebastian Bach (1685-1750) compuso sobre los últimos capítulos del Evangelio de San Juan. Bajo la batuta del maestro, subimos al Gólgota. La sala se llenó de un encanto mágico en los primeros acordes; cerré los ojos y me sentí en un templo. El maestro era un sacerdote y nosotros, la platea, una asamblea de adoradores. No logré contener mis lágrimas en los movimientos de los violines, oboes y trompas. Aquella belleza no era de este mundo. Envueltos en misterio, transcendíamos la mecánica de la vida y nos transportábamos para el lugar donde Dios habita. Mis lágrimas en aquel momento también fluían con pesar por la distancia estética de la actual cultura evangélica, contenta con tan poca belleza”.

Este comentario podemos suscribirlo en todos sus términos.

Es nuestra oración que este modesto y muy limitado trabajo, pueda servir para apreciar el testimonio que, por medio de la música y a través de los tiempos, la Iglesia ha dado con gozo y alegría por la redención y salvación otorgada al hombre por medio del de Jesús en la cruz. Que siempre sigamos así, apreciando el testimonio de quienes nos precedieron en la fe y continuándolo para las generaciones futuras, hasta que todos juntos, allí en la Gloria, cantemos sin cesar al Cordero que está en el Trono.

El Himno:

Incluimos en esta ocasión, como cierre de la serie, “Canta al Señor”, interpretado por Steve Greene, una exhortación a unirnos todos en un canto de alabanza a nuestro Creador.

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Con este artículo terminamos la serie sobre la historia de la Música en el culto cristiano. El calificativo de brevísima no le hace favor, pues es mucho más que brevísima. En lo sucesivo continuaremos insertando cantos e himnos en vídeo, intentando renovar su uso en nuestras iglesias. Oramos al Señor para que nuestra alabanaza y adoración pueda ser mucho más genuina y usemos tan bella música que lo alaba y ensalza, y es testimonio de la relación que con Él tuvieron quienes nos han precedido en la fe.

A Dios, el Padre; a Jesucristo, su Hijo y al Espíritu Santo, sea la gloria por todos los siglos. Amén.

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Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano II

Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano III

Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano IV

Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano V

Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano V

La música en la Iglesia después de la Reforma Protestante.

Con posterioridad a los procesos de la Reforma y la subsiguiente reacción de la Iglesia Romana, puede decirse que coexistieron dos modos diferentes de utilizar la música en el culto cristiano. Las iglesias litúrgicas, llamamos así a la Católica romana y a las Ortodoxas orientales, mantuvieron la especialización del canto litúrgico, utilizando coros de monjes para entonar los distintos cantos utilizados. En la iglesia en occidente se desarrolla el canto llano o gregoriano, prácticamente hasta nuestros días; y las iglesias orientales mantienen las antiguas formas musicales propias de su liturgia. Por su parte las iglesias reformadas y las que se suman al proceso reformador, mantienen y desarrollan el canto congregacional, componiéndose multitud de himnos y cantos espirituales para su utilización en el culto y las diversas actividades de la Iglesia.

Pero no podemos dejar de mencionar un movimiento surgido entre las iglesias reformadas durante los siglos XVII y XVIII, conocido como Pietismo. Hacia el principio del siglo XVII el luteranismo se había convertido en un sistema doctrinal intelectual, frío y árido. Como reacción a ese estado de cosas, y enfatizando la fe personal, comenzó un movimiento de reforma dentro del luteranismo alemán cuya influencia se expandió más allá de Alemania. Sostenía la importancia de la experiencia personal y mostraba gran preocupación por la educación y los asuntos sociales. Igualmente el Pietismo hizo suya la responsabilidad misionera que el luteranismo no había tenido en cuenta.

En la Inglaterra del siglo XVIII, e influido por un grupo pietista, los Hermanos Moravos, surge un movimiento promovido por Juan Wesley que enfatizaba la relación personal con Jesús y la santidad de vida. En un viaje con objetivos misioneros, Juan y su hermano Carlos, coincidieron en el barco que los llevaba a América del Norte, con un grupo de hermanos moravos, pietistas procedentes de Checoslovaquia. Les llamó la atención su manera de cantar, así como la serenidad y seguridad que manifestaron durante una tormenta que azotó  al barco en que viajaban. Tras el fracaso de la misión en América y su regreso a Inglaterra, primero Carlos y unos días después Juan, tuvieron una experiencia de salvación personal que marcó en los adelante toda la vida y ministerio de los hermanos Wesley.

Para el objetivo del presente trabajo, nos centraremos en Carlos Wesley, quien poseía una gran habilidad para la composición poética, atribuyéndosele la composición de más de seis mil poemas. Muchos de ellosfueron musicalizados para el canto congregacional; algunos de ellos muy conocidos y todavía cantados en las iglesias evangélicas. Son notables “Cariñoso Salvador”, “Oíd un Son en la alta esfera” y “El Señor resucitó”, por mencionar sólo tres de los más conocidos.

Debemos también mencionar el auge del movimiento misionero durante los siglos XVIII y XIX, con el que comenzó una gran expansión de las distintas denominaciones protestantes. Este movimiento de difusión evangélica también se apoyó en la música, componiéndose infinidad de himnos y cantos de contenido misionero y de llamamiento a aceptar el mensaje cristiano.

En las colonias inglesas de norteamérica surge en esta época, una forma musical que tendrá una gran repercusión en el futuro de la música evangélica. Allí fueron trasladados muchos africanos debido a la infame trata de esclavos que se desarrolló en todas las colonias americanas. Los esclavos en las colonias inglesas fueron evangelizados, convirtiéndose muchos de ellos. En sus cantos de alabanza y adoración, expresaban su triste condición en la que eran forzados a trabajar sin casi descanso. En esos cantos se expresaba también la añoranza de la patria perdida y el anhelo por llegar a la Patria Celestial. Estos cánticos se conocen como espirituales negros, “Negro Spirituals”, los cuales fueron la fuente donde bebieron otros géneros musicales como el Jazz y el Gospel moderno, del cual hablaremos en otra ocasión. Los títulos de las canciones muestran el sentir de sus autores e intérpretes en medio de tanta penuria: “Josué peleó la batalla en Jericó”, “Ve Moisés y dile a Faraón”, “Nadie sabe los problemas que veo”, “Escucha, Señor, el llanto de tus ovejas”, y muchos más que hablan de la obra de Dios, la ayuda que les ofrece en su triste situación y el final de ésta cuando se encuentren con el Señor al “cruzar el río”. Ponemos como ejemplo “Sometimes I feel like a motherless child”, “A veces me siento como un huérfano de madre”; que expresa como el autor se siente  lejos del hogar materno. Lo escuchamos en la voz del magnífico y famoso bajo negro, ya desaparecido, Paul Robeson, que expresa muy hermosamente la melancólica nostalgia del esclavo. Es un género musical que vale la pena conocer y apreciar.

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También en el siglo XIX y XX, se produce el nacimiento y auge del movimiento pentecostal o de renovación carismática, que imprime una dinámica musical que exalta el papel del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y los creyentes; alcanzando a las iglesias tradicionales, incluso a la católica.

El Himno:

En esta ocasión, presentamos uno de los himnos de Carlos Wesley, y escuchamos una versión de “Cariñoso Salvador” en el vídeo a continuación. La letra del himno es traducción de Thomas Westrup.

Tomas M. Westrup (1837-1909)

Hace más de un siglo la familia Westrup salió de Londres y se radicó en México, cuando Tomás tenía sólo quince años. Allí aceptaron el mensaje de la Biblia, y pronto cada uno pudo testificar: “Ya pertenezco sólo a ti, Cordero de Dios, heme aquí”; palabras del himno “Tal como soy”, que Tomás tradujo del inglés. Tanto él como su hijo Enrique, escribieron y tradujeron centenares de himnos. Obtuvieron una imprenta y publicaron libros, tratados y un himnario en tres volúmenes: “Incienso Cristiano”. Además de “Cariñoso Salvador”, tradujo, entre otros, los himnos“Loores dad a Cristo el Rey”, “Con voz benigna”, “Fuente de la vida eterna”, “Tentado no cedas”, “No te dé temor”, “Roca de la eternidad” y compuso la letra del himno “Dicha grande es la del hombre”.

Cariñoso Salvador:

Cariñoso Salvador,
huyo de la tempestad
a tu seno protector.

Fiándome de tu bondad.
Sálvame, Señor Jesús,
de las olas, del turbión;
hasta el puerto de salud
guía tu mi embarcación.

Otro asilo aquí no hay,
indefenso acudo a ti;
mi necesidad me trae,
porque mi peligro vi.
Solamente en ti, Señor,
hallo paz, consuelo y luz;
vengo lleno de temor
a los pies de mi Jesús.

Cristo, encuentro en ti poder,
y no necesito más;
me levantas, al caer;
débil, ánimo me das.
Al enfermo das salud,
vista das al que no ve.
Con amor y gratitud
tu bondad ensalzaré.

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Hasta la próxima, que Dios te bendiga.

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Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano IV

La música en la Reforma Protestante.

Comenzamos este nuevo capítulo como no podía ser de otra forma: con el gran himno de Lutero.

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Con la Reforma del siglo XVI culmina un largo proceso de crítica y oposición al sistema papal de la Iglesia romana que ya se venía produciendo desde la edad media europea. En este sentido debemos mencionar el movimiento de Juan Hus en Bohemia, del cual surge la iglesia morava, y el de Pedro Valdo en Italia, que da origen a la iglesia valdense. Otros movimientos de protesta fueron el de los cátaros y los albigenses. Todos enfatizaban un regreso de la Iglesia a la pureza evangélica, siendo declarados heréticos y perseguidos por la iglesia romana. La situación de la iglesia en occidente cambia en el siglo XVI al producirse el proceso conocido como la Reforma Protestante. El caso es bien conocido y no nos ocuparemos aquí de éste salvo en lo que se refiere a su influencia en la música en el culto cristiano.

Como se sabe, Lutero era un monje dominico que lidera un movimiento de protesta por la corrupción imperante en la jerarquía papal y los medios que utilizaba para recaudar fondos para la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Como consecuencia de su protesta fue excomulgado y recibió la protección de varios príncipes alemanes que, además, rechazaban la hegemonía política ejercida por el papado. Todo esto resultó en la creación de  la iglesia llamada luterana que tuvo que crear una nueva forma de culto basado en la misa católica, pero muy distinta de ésta.

Una de las características que la diferencian fue el uso de la música en la iglesia. Lutero, músico él mismo, recupera el canto congregacional y compone obras para ser utilizadas en el culto protestante. Su composición más  conocida es el himno “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”, inspirado quizás por su constante ir de un castillo a otro escapando de sus perseguidores, reconociendo que el único refugio seguro es el que ofrece nuestro Dios a sus hijos.

En su producción de música para la iglesia, Lutero fue criticado por el uso que hacía de la vieja música profana popular , “mejorándola”. A esas críticas respondía diciendo que “…son melodías muy bellas para dejarlas en manos de Satanás”. Lutero adaptó a estas melodías letras apropiadas que en muchas ocasiones no eran sino traducciones al alemán de antiguos himnos latinos, abriéndose posteriormente a utilizar poemas en alemán. Él no tuvo ningún reparo en remodelar los cantos litúrgicos latinos, Salmos y pasajes bíblicos haciendo con ellos himnos para el uso de la iglesia alemana.

Muchos otros autores componen música para la  iglesia protestante, y es imposible dejar de mencionar al músico protestante por excelencia: Juan Sebastián Bach.  Bach ha sido uno de los mayores genios musicales de todos los tiempos. Nació en Alemania en 1685 y allí murió en 1750. Su obra es inmensa y abarca gran cantidad de géneros, aunque siempre acorde con la fe que lo inspiraba. Descendiente y progenitor de una prolífica familia de músicos, compuso en un estilo vanguardista para su época, pero con una maestría y un lenguaje complejo y a la vez accesible. Era un adolescente cuando se transformó en un virtuoso del órgano. En 1703 lo tocaba en la ciudad de Armstadt.  Fue músico de la corte de de los duques de Sajonia-Weimar y en 1723 obtuvo por concurso el cargo de director musical de la iglesia de Santo Tomás, de Leipzig. Conocido en su época como virtuoso organista e improvisador, fue organista en Weimar y Maestro de Capilla en Leipzig. En 1750, Bach ya llevaba dos años ciego. Su vasta obra musical contiene una gran cantidad de cantatas compuestas para ser usadas en el culto luterano. Compone un total de ocho ciclos completos, de 58 cantatas cada uno, para las celebraciones del año litúrgico, un total de 464, de las cuales se conservan solamente unas 250. Compone también algunas misas, la más célebre la Misa en si menor y varias Pasiones, obras que consisten en la representación de la pasión de Jesucristo, comentada con arias, coros y corales. La más conocida, considerada por muchos su obra más importante, es la Pasión según San Mateo.

Bach es un renovador de la música fijando la escala musical hoy conocida. Su obra El Clave bien Temperado (o Afinado), establece hasta la actualidad la escala de 12 notas. Inventa un género musical netamente protestante: el coral, utilizado para el canto congregacional. Sus cantatas y pasiones incluyen corales en los que la congregación se unía al canto. Muchos de los himnos que hoy se utilizan en la iglesia, están compuestos en forma de coral. A continuación damos como ejemplo uno de sus corales más conocidos: “Jesús mi alegría” (Jesu, meine freude).

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En general se piensa que el canto en la iglesia protestante era acompañado por el órgano.  En realidad no era así. De hecho, tanto Lutero como muchos de sus contemporáneos, no tenían una buena opinión de este instrumento, refiriéndose a él hasta con cierto desprecio, llegando a prohibir su uso en el culto. Pero no sólo los protestantes; también en la iglesia católica se compartía esta visión del instrumento. Tomás de Aquino no lo consideraba apto para el culto cristiano, aunque tampoco consideraba apropiado el uso de ningún instrumento para acompañar el canto en la iglesia.

El órgano resume todas las posibilidades de una orquesta. Su sonido proviene del aire que, impulsado por fuelles o una bomba mecánica, pasa por tubos de distinta longitud (a mayor longitud, sonidos más graves) y tipo de embocadura; y que se regula a través de registros, con botones a la vista o tiradores situados sobre los teclados. Tiene de dos a cinco teclados  manuales, y el pedalero, que consiste en un conjunto de varillas gruesas de madera, como grandes teclas, que se manipulan con los pies y proveen los sonidos más graves. En la Edad Media se construyeron pequeños órganos portátiles con un fuelle que se accionaba con una mano al mismo tiempo que la otra era usada en un teclado, en oposición a los llamados positivos, cuyo tamaño era mayor. Fueron evolucionando y adquirieron dimensiones enormes, con miles de tubos y varios teclados. Su compleja y artesanal construcción determina que no haya dos iguales. Poco a poco el órgano fue ganando en aprecio y, aunque su estructura y mecanismos no permitían una ejecución suficientemente ágil para seguir a las voces, se comenzó a utilizar para “dar la entrada” al canto que continuaba sin acompañamiento. Las mejoras introducidas paulatinamente hicieron que cada vez más se utilizara y ya en tiempos de Bach, como hemos dicho, había alcanzado un desarrollo tecnológico suficiente para ser utilizado más intensamente en la iglesia.

Pueden mencionarse otros autores de la época, como Jorge F. Handel, creador del famosísimo oratorio El Mesías, y muchos más, pero por la necesaria brevedad de este trabajo, sólo lo mencionamos a él. Comenzamos este capítulo con el gran himno de la Reforma. Lo terminamos de la mejor manera, con el coro más conocido de Handel: el Aleluya del oratorio “El Mesías”.

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Actualmente esta música, compuesta para ser utilizada en las iglesias reformadas, se escucha mucho más en las salas de concierto, olvidándose en muchos casos su destino para el culto cristiano que las inspiró.

El Himno:

En esta entrega les presentamos un himno muy conocido compuesto en forma de coral: “A nuestro Padre Dios”. Se atribuye a Lowell Mason, quien desde niño mostró un gran interés por la música, aprendiendo a tocar en todo instrumento que llegaba a sus manos. Trabajó en un banco no deseando ser conocido como músico, pero con una gran habilidad musical comenzó a hacer sus propias composiciones, llegando a componer más de 1600 obras religiosas. Fue director musical en varias iglesias y llegó a ser el primer superintendente musical del sistema de enseñanza pública en Boston. Se le conoce como el “Padre de la música de la iglesia Norteamericana”. Disfruten de este hermoso himno que les presentamos en el video a continuación.

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Hasta la próxima y que Dios te bendiga.

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Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano III

La música en la iglesia cristiana primitiva.

El Nuevo Testamento.

No hay muchas referencias a la música en el Nuevo Testamento y, mucho menos, a algún grupo especializado encargado de la música en la adoración. Sin embargo, ninguno de los pasajes que se refieren a la música aclara el papel que ésta jugó en los servicios de la iglesia durante los tiempos del Nuevo Testamento. Esto no es sorprendente, porque los creyentes del Nuevo Testamento no celebraban sus reuniones de adoración de manera muy distinta de aquéllas de la sinagoga. Ambas se conducían de manera informal, con laicos dirigiendo la oración, la lectura, el canto, y la exhortación. Las referencias en el Nuevo Testamento a las reuniones de adoración reflejan en gran parte las formas del culto en la sinagoga.  La diferencia fundamental entre los dos era la proclamación mesiánica sólo presente en el culto cristiano. No obstante, es necesario mencionar algunas referencias a la música o a distintos instrumentos musicales en el Nuevo Testamento. En el libro de Los Hechos de los Apóstoles se menciona que Pablo y Silas, presos, cantaban, aunque sólo se nos dice que cantaban himnos. En cuanto al canto en las reuniones de la iglesia, tenemos en las cartas de Pablo un par de pasajes, muy parecidos entre ellos, que nos dan alguna indicación del uso que de éste se hacía en las reuniones de los grupos cristianos. Hay también referencias al uso del canto y la música en el libro de Apocalipsis, aunque referidas a la alabanza celestial al Cordero en su Reino. Seguramente que en las cartas paulinas los “salmos” se refieren al salterio judío, utilizado habitualmente en la Sinagoga y aceptado por los cristianos. Hay otras referencias a cánticos propiamente cristianos que exaltan a Jesús y de los cuales también encontramos referencias en las cartas paulinas y otras. Estos son poemas que nos muestran la diferencia esencial entre el canto en la Sinagoga y el de la Iglesia. Mientras el canto sinagogal se centraba en la Palabra, el canto de la Iglesia estaba centrado en Cristo y su obra redentora. En una carta dirigida al emperador Trajano, Plinio le informa de cómo intentó averiguar qué posibles crímenes cometían los cristianos en sus reuniones. Interrogó a varias jóvenes diaconisas que, para sorpresa de Plinio, contaron que, entre otras actividades piadosas, “…se reunían regularmente antes del alba para cantar versos alternadamente en honor a Cristo”. Éste fue el patrón del culto cristiano en los primeros tiempos de la Iglesia y hasta, aproximadamente, el siglo cuarto.

Desde la Iglesia Primitiva hasta la Reforma Protestante

A medida que la Iglesia se extendía por todo el imperio romano, nuevas culturas se iban añadiendo y aportaban sus formas de hacer al culto. Esto trajo dificultades en muchas ocasiones, como podemos ver en las recomendaciones que el apóstol Pablo hace a la iglesia en Corinto. En cuanto al canto y la música, también se presentaron problemas. No todas las melodías y formas musicales se consideraron apropiadas al culto. La situación llegó a ser tal, que Ambrosio, Obispo de Milán entre el 374 y el 397 d.C., consideró necesario hacer una reforma en la música de la liturgia, componiendo y seleccionando melodías apropiadas a ésta. Nace así el llamado Canto Ambrosiano, congregacional y alternado. El arcaísmo de su salmodia y el repertorio de sus antífonas e himnos señalan en su música una antigüedad venerable, que se conserva todavía en la llamada Liturgia de Milán, de la Iglesia Católica.

Ambrosio de Milán

Agustín, Obispo de Hipona del 354 hasta el 430 d.C., quien fuera bautizado por Ambrosio, se refiere en sus “Confesiones” a la importancia que tiene en la adoración el correcto empleo e interpretación de la música. En el capítulo VII del Libro IX, dice que, en ocasión de la persecución a que fue sometido Ambrosio, que “…Nosotros, fríos aún del calor de vuestro Espíritu, compartíamos, no obstante, la gran emoción de la ciudad, atónita y consternada. Entonces se estableció el canto de himnos y salmos, como se hace en las partidas de Oriente, para que el pueblo fiel no se consumiese de tedio y de tristeza. Desde entonces, retenida esta práctica hasta el día de hoy, la imitan muchos, casi todas las comunidades fieles por toda la faz del orbe”.

Agustín de Hipona

Más adelante, en el capítulo XXXII, libro X, expresa: “…Mas con todo eso, cuando recuerdo aquellas lágrimas que derramé oyendo los cánticos de vuestra Iglesia en los primeros tiempos de mi fe recobrada, y que aún ahora siento la emoción, no del canto, sino de las palabras cantadas cuando lo son por una voz tersa y con una modulación conveniente, reconozco de nuevo la gran utilidad de esta institución”.

En esta cita, Agustín recalca que la música no es más que el soporte para la palabra, que es en realidad lo que más importa. La Iglesia canta la Palabra, a Jesucristo y como  testimonio a otros.

La manera ambrosiana del canto eclesiástico perduró durante unos dos siglos, hasta la reforma litúrgica realizada por Gregorio I, el Grande, obispo de Roma entre 590 y 640 d. C. Entre los elementos reformados, estaba la música y la forma de usarla. El canto fue encargado a grupos de cantores especializados, dejando de cantar la congregación. Surge lo que se conoce como Canto Gregoriano, que ha perdurado hasta nuestros días.

Gregorio el Grande                            Notación del canto gregoriano

El hecho de fijar la liturgia y el uso de la música y el canto en el culto cristiano, hizo necesario que ésta se ejecutara de la misma manera en todas partes, inventándose una forma de notación musical, precursora de la que hoy conocemos y utilizamos. Esta forma de canto litúrgico se desarrolló principalmente en las iglesias latinas, mientras que las iglesias orientales mantuvieron y desarrollaron formas musicales con participación de la congregación. Principalmente utilizaron formas responsoriales en las que un solista cantaba una o varias frases y la congregación respondía a éstas. Con el Cisma de Oriente, culminado en 1054, se separan las iglesias orientales, con sede principal en Constantinopla, de las latinas, con sede principal en Roma. Estas dos ramas del cristianismo continúan su desarrollo sin dependencia mutua. Las principales iglesias orientales, que se mantienen hasta hoy, son: la ortodoxa griega, las ortodoxas eslavas: rusa, búlgara, y otras; la ortodoxa siria, la meronita, la copta y otras. Ninguna de ellas reconoce la primacía del obispo de Roma y se han desarrollado independientemente unas de otras. Algunas de ellas reclaman origen apostólico. La música que utilizan conserva formas musicales orientales muy antiguas.

Un toque hispánico.

Una práctica de la antigua iglesia cristiana en la entonces llamada Hispania, es el rito mozárabe, visigótico o hispánico, que se consolidó en torno al siglo VI en la península Ibérica, en el Reino visigodo de Toledo, y practicada hasta el siglo XI, tanto en las áreas bajo dominio cristiano como musulmán durante la ocupación. Al mismo se asocia un tipo de canto denominado canto mozárabe. Poco se conoce del origen y formación del rito así como del canto asociado; pero claramente se vincula a la expansión del cristianismo en la península Ibérica durante los primeros siglos de nuestra era. La provincia de Hispania fue una de las primeramente cristianizadas en el extremo occidental del Imperio romano. Este antiguo rito cristiano hispánico, se ha conservado hasta nuestros días, practicándose en distintas iglesias católicas y evangélicas. En el video siguiente damos un ejemplo del canto mozárabe con el canto del Padre Nuestro.

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El Himno:

William B. Bradbury (1816-1868)
Este compositor es especialmente conocido por su amor a los niños. A través de su vida se dedicó a formar coros infantiles, hasta de 1.000 voces para alabar a Dios. Siempre muy activo, William fabricaba pianos y logró que se incluyera la música en el programa de las escuelas públicas de su ciudad. Escribió 59 colecciones de cánticos, introduciendo un nuevo estilo sencillo y alegre que Él había conocido en un viaje a Suiza. La música de “Cristo me ama, me ama a mí” es obra de Bradbury. Los niños de todo el mundo lo cantan en diversos idiomas. Entre los músicos es conocido con el título de “China” porque usa sólo 5 notas (Escala Pentatónica), y por lo tanto, el coro ha sido muy apreciado por la niñez de Asia.
Escribió la música para los himnos “Santo, Santo, Grande Eterno Dios”, “Cristo cual pastor”, “Tal como soy”, “Me guía Él, con cuanto amor”, “No te dé temor hablar por Cristo” y “Dulce oración” entre otros. En esta entrega propongo escuchar “Dulce oración”, muy apropiado para momentos de meditación y oración personal y también para usarlo en cultos de oración.Disfrútenlo.
 
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Hasta la próxima y que Dios te bendiga.
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Los Salmos.

El libro de los Salmos es una colección de poesía hebrea que encontramos en la Biblia. Es la más extensa, aunque no exhaustiva, pues ya hemos visto que podemos encontrar poemas y cánticos en otros libros de la Biblia. Es uno de los libros más apreciados tanto por judíos como por cristianos.

Es interesante ver la cantidad de ocasiones en que aparecen los términos “cantad”, “entonad”, etc, relacionados con la forma de usar los Salmos. También llama la atención las indicaciones que aparecen en muchos de ellos acerca de la melodía o instrumentos que deberían ser utilizados en su interpretación.

Algunos instrumentos antiguos:

Tamboril, Liras y Címbalos

Sistro, Pandero y Aulós (Flauta de dos cañas)

Una gran parte de los Salmos se atribuye al Rey David, aunque hay muchos atribuidos a otras personas mencionadas en la preparación del culto en el Templo, citada anteriormente, como Asaf, los hijos de Coré, etc.

Son ejemplo de la utilización de la música y el canto en el Culto en el Templo y, posteriormente, en la Sinagoga.

La música en la Sinagoga

La adoración a Dios en la Sinagoga es muy diferente a la del Templo. Surge durante el exilio babilónico, donde no tenían el Templo y, por tanto, no podían realizar todo lo exigido en el sistema de sacrificios y la adoración relacionada con éste. El culto en la Sinagoga se centra en las oraciones y la lectura y comentario de las Escrituras. Debido a la dispersión del pueblo de Israel en todo el mundo conocido, la institución tuvo una gran difusión. Según el Talmud, en tiempos de Jesús, sólo en Jerusalén había 394 sinagogas. Esta institución perdura hasta nuestros días extendida por todo el mundo.

La diferencia en la función entre el Templo y la sinagoga se refleja en los papeles diferentes que la música jugó en estas dos instituciones. Mientras la música del Templo era predominantemente vocal, con instrumentos de cuerdas para ayudar al canto, la música de la sinagoga era exclusivamente vocal, sin acompañarse con algún instrumento. En el Templo el ministerio musical estaba en las manos de músicos profesionales. Su música coral era un accesorio al ritual sacrificial. Se puede decir que la música era “centrada en los sacrificios“. La participación de la congregación estaba limitada a las respuestas afirmativas como “Amén” o “Aleluya.” Por contraste, en la sinagoga el servicio, incluso la música, estaba en las manos de personas laicas y la música estaba “centrada en la Palabra“.

Poca evidencia sugiere que alguna vez se usaran instrumentos musicales en el servicio de la sinagoga. Sabemos que después de la destrucción del Templo en el año 70 D.C., el único instrumento utilizado en el servicio de la sinagoga era el shofar. La razón se debía en parte a la hostilidad de los Fariseos a la música instrumental, y en parte debido al luto profundo por la pérdida del Templo y la tierra, y la desaparición de las funciones levíticas, incluyendo la provisión de música para el santuario.

Shofar

La exclusión de los instrumentos de culto judío permaneció efectiva durante muchos siglos. Sólo después de la pérdida de poder político por los rabinos en el siglo diecinueve, fue posible que la música instrumental apareciera nuevamente en la sinagoga; aunque la exclusión todavía permanece donde, como en el Israel de hoy, los rabinos ortodoxos retienen algún poder”.

El canto en la adoración también era utilizado fuera de la sinagoga. En reuniones familiares y de amigos, durante las comidas de celebración de las distintas festividades, como la Pascua, también se acostumbraba a cantar algún “himno” o salmo, generalmente uno o más de los conocidos como “Hallel”. Un ejemplo de este uso lo encontramos en los evangelios en el pasaje de Mateo, y su paralelo en Marcos, donde se narra la institución de la Cena del Señor.

Los judíos se reunían en la sinagoga de manera bastante informal para orar, leer y cantar las Escrituras. Para ellos, la música no era un fin a sí mismo, sino un medio de alabar al Señor cantando Su Palabra y así conocer Su deseo revelado.

Continuará.

El Himno:

Cuán grande es Él.

Un soleado día en 1885 el pastor y senador sueco, Carl Boberg, regresaba de una reunión. Caminaba por el campo cuando de pronto fue alcanzado por una tormenta veraniega. Se guareció bajo unos árboles esperando a que escampara. Mientras tanto, reflexionó en la grandeza de Dios, y así nació este hermoso himno. Fue traducido al alemán en 1907 y luego llevado a Rusia en 1912, 5 años antes de la Revolución. Un misionero inglés, Stuart K. Hine, lo aprendió en ruso y lo tradujo, agregando la cuarta estrofa en 1948. Fue traducido al español en 1958, por un argentino. La primera y tercera estrofas se basan en el himno original de Boberg, la 2ª nació es Rusia, y la 4ª en Inglaterra. A través de 70 años y 5 idiomas nos ha llegado este majestuoso himno que une los corazones del pueblo de Dios, sin fronteras, para alabar al Creador Omnipotente. Es uno de los himnos más populares, interpretado por infinidad de cantantes y artistas. Disfrútenlo

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Hasta la próxima y que Dios te bendiga.

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Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano I

 

 

Brevísima historia de la Música en el Culto Cristiano I

“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra”.
Desde su mismo nacimiento, la iglesia ha usado la música en su adoración a Dios y la alabanza a Jesucristo. Esto es evidente tanto en los Evangelios, como en el resto de los textos del Nuevo Testamento. Tan importante ha sido la música en el culto cristiano, que Agustín, obispo de Hipona (354–430 D.C.), llegó a decir que “…la iglesia que canta, ora dos veces”.
Para comprender la importancia de la música en el culto cristiano, tendremos que ver los antecedentes de la misma Iglesia y, puesto que los primeros cristianos fueron judíos, debemos considerar, aunque muy brevemente, la música en el culto judío. Para ello nos valdremos del testimonio bíblico en el Antiguo Testamento.

La música en el culto judío.

Las primeras menciones de cantos en la Biblia, aparecen en el libro del Éxodo. Justo después de cruzar el Mar Rojo huyendo del ejército egipcio, aparecen dos cánticos: el de Moisés; y el de su hermana Miriam. Son cantos de alabanza a Dios por la grandeza de su obra de liberación de Israel del yugo egipcio. Más adelante aparece otro cántico de Moisés. Esta vez exhorta al pueblo a obedecer la Ley de Dios, y les recuerda todas las veces que no lo hicieron, a pesar de la bondad de Dios hacia ellos.
No tenemos más referencias al uso del canto hasta el tiempo de los Jueces, cuando Débora alaba a Dios por la victoria sobre Sísara y su ejército. También se narra como la hija de Jefté sale a recibir a su padre victorioso con “…panderos y danza”. Después hay que esperar hasta los tiempos de David para encontrar nuevas referencias al uso de la música y el canto en la alabanza a Dios.

El Rey David

El cantor por excelencia en el Antiguo Testamento es David. Músico y compositor de innumerables Salmos, gran parte de los cuales son composición suya.

Claramente puede verse la importancia que se le dio a la música en la adoración del pueblo de Israel. Es en los pasajes donde se narra como David hizo para llevar el Arca a Jerusalén y los preparativos para la construcción del Templo en Jerusalén. Es notable la minuciosidad con que se escogen las personas que se ocuparían de los distintos ministerios en el mismo.

(Continuará).

El Himno:

En cada entrega de esta sección, incluiremos un himno para el disfrute y uso en la adoración personal. Comenzamos con uno de los himnos más utilizados en la iglesia y fuera de ella; interpretado por multitud de artistas y usado en muchas películas y series de televisión. Que lo disfruten.

Gracia Admirable.

John Newton (1725-1807); Traducido por George P. Simmonds (1890-1991).

John Newton nació en Londres el año 1725. Su padre fue un capitán de barcos. Su  madre, una devota mujer que, consciente de que la enfermedad  que la  aquejaba pronto  acabaría con su vida, enseño a su hijo a conocer  la  Biblia a muy temprana edad. Cuando John tenía 7 años, su madre murió y  él  se hizo niño de camarote de un barco pesquero. Sufrió duras experiencias durante los años en el mar. Una vez fue  embriagado y forzado a formar parte de tripulación de un Barco de  Guerra en el que fue tratado cruelmente. Más tarde se enroló en un barco de  esclavos, llegando a ser el capitán del mismo, llegando a ser uno de los  más temibles y despreciables traficantes negreros. Después de varios años, dejó esa deleznable ocupación y se entregó al ministerio. Con el tiempo llegó a ser un clérigo anglicano. Sublime Gracia es en realidad la historia y testimonio de su vida. Además de su labor pastoral, Newton luchó denodadamente junto a William Wilberforce, un político ingles, a favor de la abolición de la esclavitud en el Imperio Británico, hecho que se concretó en 1833, merced al trabajo de estos hombres.

La vida de Newton es un ejemplo de como la Gracia Admirable de Dios, por medio de Jesucristo, puede transformar la vida de un esclavista en la de un luchador contra la esclavitud. Quizás sea por eso que este himno es tan popular, pues es un testimonio del poder transformador de esa gracia.

A los cuatro años, George P. Simmonds ya cantaba himnos con gran devoción y entusiasmo. Cuando tenía diez años sintió el llamado a ser misionero. Conservó su amor al Señor y por la música a lo largo de toda su vida. Tan es así, que después de cumplir los cien años de edad aún cantaba solos en grandes reuniones, y por televisión. Junto a su esposa, Nessie, sirvió como misionero en el Ecuador; exploró el área del Amazonas y cruzó el continente. Colaboró en la compilación de “Himnos de la Vida Cristiana” y trabajó con las Sociedades Bíblicas en varios países sudamericanos, sirviendo posteriormente en iglesias hispanas en los Estados Unidos de América. Tradujo unos 800 himnos y cantos corales, entre ellos, “Gracia Admirable”, “Amazing Grace” en inglés; que pueden escuchar en el siguiente vídeo.

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Hasta la próxima, que Dios te bendiga.

¿Es Dios creíble en el siglo XXI?

¿Es Dios creíble en el siglo XXI?

¿Es Dios creíble hoy, en pleno siglo XXI, un siglo con más sombras que luces? Dios es creíble. No son creíbles las imágenes que nos ofrecen de El.

No es creíble la pintura del viejo con pelo blanco y barbas blancas, el Dios de catecismos antiguos.

No es creíble la imagen de un Dios indefinido. “Creo que ha de haber algo”. Ese algo no nos vale. Dios es alguien, un ser concreto.

No es creíble el Dios de los filósofos y de los sabios, que lo reduces a simples razonamientos de la mente.

No es creíble el Dios momia. Ese prestigioso cadáver que proclamaron Nietzche, Sartre y otros.

No es creíble el Dios a quien quiere reducir entre las nubes del cielo, para alejarlo de los problemas de la tierra.

No es creíble el Dios vengador de las litografías, que hace hervir a las personas en calderas de aceite infernal.

No es creíble el Dios sentimental de los poetas, que lo utilizan sólo como motivo para sus versos.

No es creíble el Dios de las religiones. Ese Dios que cada religión entroniza en su templo y lo pone a pelear con el Dios de la religión del vecino.

Es creíble el Dios que se revela en las páginas de la Biblia.

El Creador se hace visible en su creación. El primer versículo de la Biblia presenta a Dios como Creador, y por lo tanto, existente. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).

El autor bíblico no se plantea la existencia de Dios. No especula, la da por sabida.

A lo largo de los siglos la mente del hombre ha formulado a este texto preguntas muy concretas:

  • ¿De dónde salió Dios? ¿De la nada? ¿Qué es la nada? ¿Algo que existía independientemente de Dios?
  • ¿Por qué empezó a crear el universo? ¿Qué le llevó a ello? ¿Se sentía sólo? ¿Soñaba con un mundo material y con una tierra habitada por seres humanos?
  • ¿A dónde se dirigió Dios? Si nada había, ¿cuál fue el escenario de su primera actividad creadora? ¿Hizo su aparición en un lugar que luego sería conocido como la región de los ríos Eufrates y Tigris?

En el siglo XVI Miguel Ángel pintó en el techo de la capilla Sixtina, en el Vaticano, la aparición de Dios, el principio de su obra creadora. Pero toda vez que Dios no tiene forma material, ¿cómo fue esa aparición?

  • ¿Qué era Dios?
  • ¿Quién era Dios?
  • ¿Cómo era Dios?

A esas preguntas caben cuatro tipos de respuestas:

  • La respuesta de la filosofía: De la nada, nada puede salir. Dios no existe.
  • La respuesta de la ciencia: El mundo puede explicarse perfectamente sin Dios. Dios no existe
  • La respuesta de la Biblia: “Yo soy el que soy” (Éxodo 3:14)
  • La respuesta de la experiencia religiosa: “Yo sé en quién he creído” (2ª Timoteo 1:12). Es el argumento definitivo e irrebatible contra todos aquellos que dudan o niegan la existencia de Dios: “Yo era ciego y ahora veo” . La razón topa con el sentimiento. Dios existe porque lo siento, lo vivo, sus movimientos se desarrollan en mí, su fuego me quema, su palabra me habla, su amor me arrebata, su presencia me da seguridad, desde su altura desciende a mi insignificancia, cuando estoy perdido me encuentra, cuando enloquezco me devuelve la razón, cuando me siento hundido me rescata del polvo y me eleva a alturas de felicidad. Por eso se que existe.

Los dioses inventados por los hombres no son creíbles. El Dios de la Biblia, el Dios Padre, sí porque es un Ser real. Sus huellas en la tierra nos llevan a El.

El gran compositor valenciano Joaquín Rodrigo, uno de los grandes músicos de nuestros tiempos, a pesar de haber nacido ciego, dijo en una entrevista al escritor José Maria Gironella: “El mundo es infinito. El universo es infinito. Ninguna conquista cambiará nada sustancial. Cuantos más secretos el hombre, en su evolución ascendente, consiga dominar, más motivos concretos tendrá para admirar la omnipotencia de Dios”.

¡Esto lo dice un ciego! ¡Qué luz tan penetrante la suya!

Pasolini fue un gran intelectual y realizador de cine, a quien mataron en un encuentro entre homosexuales.

Una de sus películas más controvertidas fue “Teorema”. Y una de las imágenes más impactantes de la película es cuando el rico industrial corre desnudo por un desierto de cenizas. Lanza un grito final, casi inhumano. Pero el grito no encuentra eco.

Si jubilamos a Dios por viejo, porque lo necesitamos, porque no encaja en estos tiempos, sólo nos queda eso:

El desierto solitario.

El grito del alma.

 

Un Dios que incomoda

Dice el necio en su corazón: «No hay Dios».
Se han corrompido e hicieron abominable maldad;
¡no hay quien haga el bien!

Dios, desde los cielos, miró sobre los hijos de los hombres,
para ver si había algún entendido que buscara a Dios.

Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido;
no hay quien haga el bien, no hay ni aun uno.

¿No tienen conocimiento todos los que hacen lo malo,
que devoran a mi pueblo como si comieran pan y a Dios no invocan?

Salmos 53: 1-4.


Hace algún tiempo un amigo que vive en Estados Unidos, me envió un correo electrónico en el que se exhortaba a los ciudadanos del país a rechazar las nuevas monedas de un Dólar, recientemente acuñadas y puestas en circulación. La razón para hacer esto es que en estas nuevas monedas no aparece la famosa leyenda “In God we trust” (Confiamos en Dios).

Otro amigo, también residente en los Estados Unidos, me manda algún tiempo después, otro mensaje electrónico. Esta vez se trataba de una campaña para no comprar los nuevos botes de Pesi Cola, allí llamados “patrióticos” pues llevan una foto del Empire State Building de Nueva York y además el texto del “Compromiso de Fidelidad” con la Patria. ¿Y por qué la campaña? Porque del texto del Compromiso se había eliminado la frase; “Under God” (bajo Dios). La razón que daba la empresa para omitirla era su deseo de… ¡no ofender a nadie!

De esto, que parece una sinrazón en el país cuna de la Democracia moderna y de una arraigada tradición cristiana evangélica o protestante, también tenemos ejemplos en esta “Vieja Europa”. Muchos europeos se opusieron al Proyecto de Constitución Europea, afortunadamente rechazado, debido que en su texto se omitía alguna referencia a las raíces cristianas de la cultura europea. Aquí mismo, en España, hemos visto iniciativas para eliminar la confección de “Belenes” en las escuelas durante la celebración de la Navidad, pues a ellas asisten niños de otras culturas y de diferente religión. Ni que decir de la controversia surgida a causa de la promesa o juramento de fidelidad de los cargos públicos ante una Biblia.

Al mismo tiempo que observamos estas cosas, apreciamos un empeoramiento de la vida social: disolución de la familia y violencia hacia la pareja, los ancianos y los niños, intentos de sustituir la familia por sucedáneos estériles, la adicción al alcohol y las drogas estupefacientes, inmoralidad y falta de honestidad en las relaciones humanas, y un muy largo etc.

Este es un muy antiguo asunto que ha perdurado por miles de años. En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo escribe:

…porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó:

Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hecha. Por lo tanto, no tienen excusa, ya que, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual, también los entregó Dios a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben.

Romanos 1: 19-28.

He ahí la causa de todos nuestros males, de los cuales no hacemos más que quejarnos y no procuramos la medicina para una cura radical de los mismos. Pero hay esperanza. Dios mismo no quiere que tal sea la situación del hombre y la sociedad y ofrece la solución:

…si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.

II Crónicas 7:14

¡He ahí la solución! La tierra será sanada si nos volvemos a ese Dios que a tantos ofende. ¿Y por qué ofende? Porque queremos ser absolutamente libres, no dar cuentas a nadie de lo que hacemos, y ya vemos la consecuencias. Esa es una falsa libertad que en realidad esclaviza y destruye al hombre y a la Creación.