“Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” 1ª Corintios 13:9-13
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:3
Un joven o adolescente se puede pasar horas frente al espejo, retocándose el maquillaje y el contorno de ojos, en el caso de las chicas, o el último mechón de pelo rebelde, con gomina extrafuerte, en el caso de los chicos. La verdad es que nos vemos bien frente a este “mágico cristal” que nos dice como somos y nos ayuda a ser como queremos ser. El problema viene cuando el joven o adolescente en cuestión te pide que le hagas una foto, luego la ve en el papel, o en la pantalla de ordenador y ¡Zas! ¡Decepción! El muchacho (o muchacha) protestan porque consideran que no han quedado bien en la foto y culpan al fotógrafo, a la cámara, a la luz, a las circunstancias, a la sociedad… ¡Que sé yo! A cualquiera. Lo mismo ocurre cuando escuchamos nuestra voz en situaciones normales y luego la grabamos para escucharla más tarde. Después de escuchar la grabación, llegan las exclamaciones “¡Ese no soy yo, esa no es mi voz!” O “¡No puede ser que tenga esta voz tan fea!” Es normal, creo que a todos nos ha ocurrido alguna vez, y todavía sigue ocurriendo.
¡Que bien nos vemos frente al espejo! Pero es que por muy bien que esté pulido, limpio, sea amplio y esté en un baño o una habitación luminosa; lo que hace el espejo es devolver una imagen inversa de la realidad: Nuestra cara, que nunca es simétrica, aparece volteada. Sin embargo eso sí lo capta correctamente, por ejemplo, la cámara de fotos, o es como en realidad vemos los demás a esa persona. Lo mismo sucede con la voz: ¿Cuál es la verdadera voz de una persona? ¿La que se escucha ella o la que escuchamos los demás? Ciertamente, la que escuchamos los demás, porque la que nos escuchamos a nosotros mismos, es la que escuchan los demás mezclada y distorsionada por el sonido que recorren los huesos de nuestro propio cráneo desde nuestra garganta. Cuando toca juzgarnos a nosotros mismos, ocurre algo parecido, tanto de forma positiva, como negativa, nos solemos juzgar erróneamente.
A veces, ocurre que no somos capaces de algo, que nos creemos menos que nadie y sin embargo esto es una barrera que le ponemos a Dios y de paso, nos ponemos a nosotros mismos porque entonces no permitiremos que nos use adecuadamente y explote nuestro potencial.
Por el lado contrario la cosa no es mejor, pues una de las cosas que más aborrece nuestro Señor es la prepotencia. No todo lo podemos, no todo lo sabemos, no todo lo logramos por nuestras fuerzas o nuestro propio entendimiento. Necesitamos del Señor, de su poder, sus fuerzas, su sabiduría. Si piensas que no necesitas nada de esto, tienes un grave problema. La autosuficiencia nunca fue buena consejera, todos dependemos dma, y no lo tienes, lo tendrropio entendimiento. e todos, sobre todo en la iglesia, y todos dependemos de Dios. Por lo tanto eres una pieza útil dentro del reino de Dios, pero no eres ni la única, ni la mejor… pero tampoco eres la “peor”. Simplemente eres único, Dios te diseñó con una gran sabiduría, con tus virtudes y con tus defectos, con tus fortalezas y tus debilidades. No te pienses más o menos que nadie, y menos en el ámbito de la sabiduría. No importa cuanto tiempo lleves en la iglesia, si muchos años, o acabas de llegar, eres igualmente valioso para tu creador.
La próxima vez que te mires al espejo procura mirarte como eres, haz examen de conciencia, busca en qué eres bueno y en qué no, y ahora mira a tu hermano ¿Crees que es “peor” que tú? ¿Crees que es “mejor”? Procura mirar a tu alrededor, pero no con tus ojos, procura mirar con los amorosos ojos de nuestro Señor.irtudes y con tus defectoseres ni la mos de Dios.