Dependencia del trabajo

“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:31-33

 

¡Como ha cambiado nuestra sociedad! Desde hace unos años, en algunas de las más grandes empresas americanas, los empleados pueden disfrutar de jugosos beneficios, sólo por trabajar allí. Por ejemplo, empresas punteras dentro del mundo de la tecnología, como Google, Facebook o Microsoft, la compañía pone a disposición de sus trabajadores, servicio gratuíto de lavandería, suscripción libre al gimnasio, cafetería, salas de juegos, y una larga lista de otros servicios y ventajas; por no hablar del seguro médico, que ofrecen la mayoría de las empresas en este país. Para colmo, existe una tendencia muy marcada en cambiar las antiguas sedes de los típicos y agobiantes edificios de oficinas en el centro de la ciudad, por enormes y sofisticados campus empresariales en las afueras, que lejos de ser los típicos fríos e imponentes centros de trabajo, son más bien cómodos y agradables parajes rodeados de naturaleza, donde incluso apetece estar allí con la familia el fin de semana. Es donde residen también muchos de los servicios descritos anteriormente, al estilo de una mini-ciudad dedicada exclusivamente a esa gran multinacional. Y todo esto ¿A cambio de qué? Pues de más horas de trabajo y más productividad. La consigna esta clara: En el momento que entras a formar parte de la cultura empresarial de estas corporaciones, tu vida depende de ellas, probablemente, hasta el día de tu jubilación.

Europa también se ha contagiado de esta tendencia, aunque todavía esta reservada a unas poca empresas en la élite más alta. Yo, personalmente trabajo en un campus, en el que se combinan los grandes edificios de oficinas con servicios sanitarios, tiendas, restaurantes, guardería, gimnasio o taller mecánico… todo dentro de la propia sede, y con descuentos para empleados. Pero es sí, yo le dedico mis 8 horas, el resto prefiero pasarlo en casa con mi familia o sirviendo en la iglesia.

Esto nos recuerda que una vez más, el mundo nos pone otro apetitoso anzuelo para demostrar que la dependencia de una persona puede estar lejos de Dios. Esa dependencia puede ser de la familia, de las amistades, del trabajo, de un negocio propio, de un status determinado, o incluso de uno mismo. El mundo se empeña en demostrarnos que no hay cabida para Dios en la sociedad.

Sé que parece una obscenidad decir lo que voy a decir, con lo que está cayendo en estos últimos años, pero amigo, sea que tengas un buen empleo o un contrato “basura”, estés o no desempleado, recibas los ingresos que recibas, he de decirte que tu vida, no depende de eso. Tu existencia no gira en torno a lo que haces, por muchas horas al día que le dediques. Aún si tienes la gran bendición de trabajar en algo que es tu vocación, eso no debería ser lo más importante para ti. Aunque tu familia dependa de tus ingresos por ese empleo que tienes, eso no debería ser primordial para tu existencia.

Este mundo, desde el principio de los tiempos se mueve según el trabajo que cada individuo haga, es un beneficio recíproco, un trabajador ayuda a producir algo en la empresa a cambio de un salario para su mantenimiento. Si no hay ese trabajo, no hay salario, y no hay mantenimiento… y ya de paso, se reduce la posibilidad de que ese individuo consuma para mantener los beneficios de unas empresas que no les queda más remedio que recortar gastos para no quebrar… uno de esos gastos es el salario de los trabajadores, los cuales son despedidos… y la historia se repite. Esto es así y todos lo sabemos. Por ello, quiero recordar las palabras de Jesús cuando mencionó dos cosas: Advirtió del afán por la provisión, y recordó que somos especiales para Dios y que nuestra existencia en este mundo es limitada, por lo tanto, nuestras prioridades y nuestra dependencia no debe de estar en algo tan cambiante como un trabajo (Leer Mateo 6:25-34). Aprendamos a fundamentar nuestra vida en algo sólido y duradero, como es la roca, que es nuestro Dios, que nos cuida y procura que no nos falte lo imprescindible.

Refutar

“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” Romanos 13:11-14

 

El pasado lunes se celebró algo especial. Como cada 31 de octubre, recordamos el día en el que el monje Martín Lutero, dio uno de los pasos más importantes para reformar la iglesia romana, clavando las 95 tesis en la puerta de la iglesia del palacio de Wittemberg, ocurrió concretamente el 31 de octubre de 1517. Esto provocó que se iniciara la mayor reforma protestante, de la cual, en gran parte, venimos nosotros, los evangélicos. Realmente es un día para celebrar. ¿Pero por qué Lutero hizo esto? ¿Qué vió para denunciar de esta manera la iglesia católica de esa época? ¿Cuáles eran esas 95 tesis? Obviamente, no hay espacio, ni tiempo para analizar aquel texto, pero a modo de resumen, se podría decir que este (ex) monje alemán señalaba prácticas tales como la venta de indulgencias papales (documento firmado por el papa, que contenía la salvación de un alma, según se creía entonces), la eficacia del papa para condenar o perdonar, o la falta de la enseñanza del evangelio. Una injusticia de la época fue que no se pudieran dar a conocer las escrituras al pueblo, pues se consideraba una herejía el traducirlas del latín al alemán (o a otros idiomas) y sólo unos pocos podían estudiarla. Estas y otras cosas erróneas señalaba Lutero en el siglo XVI. Contaba con un profundo estudio de la Biblia, y con ella refutaba los tremendos errores de los religiosos contemporáneos. Como aquel monje, y con las escrituras como respaldo, también yo quiero refutar lo que se está permitiendo en la iglesia del siglo XXI.

Quiero refutar, las filosofías tan humanistas que se están colando en nuestras congregaciones, las cuales hacen que nos confundamos ante los desafíos de la posmodernidad y nos hagan pensar que el destino de la iglesia esta en manos de hombres. Para explicarme mejor, basta con darse un paseo por cualquier librería evangélica, donde cada vez son más abundantes los libros de autoayuda, superando a los de teología ¡Humanismo puro! Muchos de los coritos que cantamos hablan de uno mismo, donde los méritos parecen ser de las personas, y dejando a Dios (queriendo o sin querer) en segundo plano.

Quiero refutar el liberalismo y el libertinaje (que nada tienen que ver con la libertad) en la sociedad, y especialmente entre nuestros jóvenes. Ejemplo: Preguntad que es lo que van a celebrar mañana por la noche los jóvenes. ¡Exacto! Muchos serán partícipes de la celebración de las tinieblas y la muerte promovidas, por un disfraz de una “inocente” fiesta llamada Halloween ¡Algo completamente contrario a Dios!

Quiero refutar la pasividad de la mayoría de todos nosotros ante la injusticia, ante la maldad, por ejemplo: Permitiendo que nuestros niños y jóvenes consuman contenidos audiovisuales llenos de violencia, erotismo y exalten falsos valores como la venganza, la desigualdad, la traición o la mentira. ¡Rechazo esa música, programas, películas, videojuegos, series, libros, etc.! Rechazo estas y otras formas de pasividad.

Y quiero refutar ese pseudo-evangelio ególatra, que pretende alabar los vanos méritos de músicos, que dicen ser cristianos y dicen alabar a Dios, cuando se alaban a sí mismos, predicadores estrella que buscan protagonismo, y hermanos que rebuscan en las escrituras, textos sin contexto para buscarse un pretexto y una excusa, y darse a así mismo la razón sobre los demás.

Aprendamos pues, a darle la gloria, no a los hombres, sino a Cristo, quien realmente merece que le celebremos fiesta todos los días en nuestros corazones mediante la obediencia y la humildad de corazón. Que sigamos siendo una iglesia reformada y en contínua reforma, empezando por procurar la reforma de nuestros corazones, a través de la gracia de Dios y nuestra fe puesta en Cristo.

No estamos solos

“Digo; pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que esta entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros .” Romanos 12:3-5

 

Michael Jackson lanzó en 1995 el tema “You are not alone” (No estás solo), una balada que todos recordamos como una de las mejores de su carrera, y que sirvió como respuesta a los duros momentos que estaba atravesando el artista americano por las acusaciones que le tachaban de pederasta en aquella época. Por otro lado, desde mediados del siglo XX, hasta poco después de haber entrado en el XXI, otra frase nos incitaba a creer en la vida extraterrestre, la frase “No estamos solos en el universo” sirvió para que surgiera un movimiento de creyentes, impulsados culturalmente por los misterios de series de televisión y películas como “V”, “Star Trek”, “Starman” o “Expediente X”. Aparte de todo lo mencionado anteriormente, se me vienen a la mente multitud de películas en la que el protagonista parece tener todo en su contra y aparecen otros personajes que le apoyan diciendo “No estás solo”. Y también, una frase muy recurrida a favor de alguien que lo está pasando mal es precisamente ese “No estás solo/a”. Cuando un niño, en mitad de la noche tiene miedo, acude a sus padres para buscar protección, cuando una persona se pierde en mitad de un bosque, lo primero es buscar a alguien que le ayude. La cuestión es que todos hemos sido creados para estar en compañía. No podemos estar solos… y tampoco lo estamos. Por supuesto no voy a hablar de vida alienígena, sino de los “demás”.

Esta sociedad se ha vuelto muy egocéntrica, lo dije el domingo pasado, busca el individualismo a toda costa, además se ha promovido mucho la competencia, el ser mejor que los demás, el ser el más … rápido, fuerte, inteligente, astuto, rico, alto, guapo, elegante, culto, etc, y también el ser único y especial… ¡Ojo! No malinterpretes: Dios te hizo único y especial, pero no eres el más… ¡único y especial! ¡No estás solo! Hay más gente ahí que son únicos y especiales, y juntos formamos una comunidad.

El pensamiento de competitividad se ha trasladado e instalado en las iglesias. Creo que podemos superar (con dificultades, eso sí) lo de formar una piña como iglesia local, con nuestras costumbres y nuestras peculiaridades, pero con una semejanza en el pensamiento que nos puede llevar a creer que esta iglesia, es la que dice la verdad, y ahí fuera hay que tener cuidado con la doctrina de las demás iglesias, sea que se llamen bautistas, pentecostales, o de asamblea de hermanos, es en mi iglesia local, donde reside la verdad de la palabra de Dios, de fuera no me fío. Pero no te engañes, ese pensamiento está lejos, muy lejos del plan de Dios para su iglesia. Afortunadamente, cuando estemos disfrutando de su presencia en el cielo, veremos muchos, muchísimos más hermanos además de los que compartimos en la tierra, local y cultos dominicales; veremos una gran familia en la fe, con mucha variedad de personalidades, con distintas formas de adorar y de expresarse ante el Señor. Nos sorprenderemos de lo que podremos llegar a ver. Y es que nuestra iglesia local no es una isla inaccesible y exclusivista; es una pieza más, única y especial, de ese gran puzzle de múltiples colores que conforma el Reino de Dios.

Si hay una denominación que expresa una personalidad única, pero a la vez variada, esa son los bautistas. No hay dos iglesias bautistas iguales, sin embargo nos necesitamos las unas de las otras y nos apoyamos en oración, en formación espiritual, en dones, etc… de ahí la importancia de la labor de organismos como la UEBE (Unión Evangélica Bautista de España), la CBM (Comunidad Bautista de Madrid) o la FEREDE (Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España), que nos recuerdan que tenemos el respaldo de miles de hermanos, y que realmente podemos asomar la cabeza, mirar alrededor nuestra y ver que realmente ¡No estamos solos!

Referencia

“La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez.” Proverbios 20:29

“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” 1ª Pedro 5:5

 

En 1976, se estrenó una película de ciencia-ficción llamada “La fuga de Logan”. Trata de una sociedad futurista, inmersa en el siglo XXIII, en el que una aparentemente idílica y joven sociedad vive como le place en una ciudad encerrada en una gran cúpula. Esta sociedad esta siendo controlada por una supercomputadora y se establece socialmente que todo hombre y mujer que alcance la edad de 30 años, debe de participar en una ceremonia pseudo-religiosa de “purificación”, en la que en realidad, estos individuos son eliminados, dejando la población con ese límite de edad, y en la que obviamente no existen los ancianos. El protagonista huye de esta ciudad acompañado de una mujer de la que se enamora y fuera de la cúpula descubre un mundo nuevo y desconocido, lleno de naturaleza y donde descubren a un anciano… no voy a destripar más de la peli, por si os apetece verla.

Hoy voy a hablar de nuestros mayores, y he de decir, que el panorama actual en occidente es desolador: Abandonos en gasolineras, reclusión en residencias sobrepobladas y con mala atención, olvidos de parte de hijos y nietos… excepto cuando los hijos necesitan de sus padres para cuidar de los nietos. La sociedad en general les ignora centrándose en la población juvenil y activa, que es la que se supone que genera más riqueza y la que más participa de la cultura del consumo.

Hace unos pocos años saltó la alarma por la baja natalidad en España y el envejecimiento progresivo de la población. Y no se trata de equilibrar la pirámide poblacional porque sí, se trata de una cuestión práctica. Los jóvenes con su trabajo generan más dinero para la Seguridad Social, que revierte en pensiones para los mayores, que ya no pueden trabajar. Si no hay más jóvenes, el sistema se vuelve insostenible. En el sistema capitalista las generaciones más avanzadas necesitan de las más jóvenes. Pero ¿Y al revés? ¿Los jóvenes necesitamos de los mayores? A la vista de la egocéntrica, productora y vanidosa sociedad occidental, la respuesta es no. Pero a niveles más importantes, tales como la moral, la experiencia vital y espiritual, la aportación anciana se hace imprescindible. Por eso, he titulado esta reflexión: “Referencia” en honor a lo que deben de ser nuestros mayores en este siglo XXI, una gran referencia, porque ya sólo con su recorrido a lo largo de la vida, se pueden convertir para las siguientes generaciones en un ejemplo, tanto para lo bueno, como para lo malo.

A veces me pregunto, que como es posible que habiendo pasado siglos, incluso milenios, desde que el ser humano pisa este planeta, caigamos en los mismos errores una y otra vez, como es posible que no aprendamos de lo mal que lo hicieron las generaciones pasadas y volvamos a los mismos caminos. El corazón humano nos tiene mucho que revelar al respecto, pero está claro que también existe una terrible falta de comunicación, de respeto y de confianza entre las generaciones antiguas y las actuales, y es en buena parte de la culpa, por las generaciones actuales. Nosotros, los jóvenes, pensamos que las batallitas del abuelo no nos importan, ni nos incumben, porque antes no es como ahora. ¡Falso! Pueden cambiar las formas y los estilos, pero el pecado es el mismo, el corazón humano esta igual de corrompido hace 40 años que ahora, los malos deseos son los mismos, y no queremos saber cosas tan vitales, como que este país se peleó consigo mismo por diferencias de ideales, que hay mucha gente que piensa diferente y debemos de respetarlo, y que este tiempo de crisis no es nuevo y su origen es el mismo que en el pasado: la codicia de todos. Errores del pasado que se pueden subsanar, escuchando un poco más la sabiduría y la experiencia de quienes ya han vivido mucho… y lo que el Señor les permitirá por vivir. Su bienestar depende de nosotros, que todavía tenemos todas las fuerzas disponibles.

Oremos por Youcef Nadarkhani

«Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio.» Lucas 21:12-13

La persecución en el mundo a los cristianos sigue siendo atroz, en pleno siglo XXI.

En este caso, y aunque ya se habló mucho en la prensa secular y cristiana. Nosotros desde nuestra humilde web, también queremos compartir un sentimiento de solidaridad y un profundo pesar por el joven pastor evangélico Youcef Nadarkhani, condenado a muerte por las autoridades iraníes, por «el delito» de haber abandonado su fe musulmana a la temprana edad de 17 años, para abrazar el cristianismo, y no querer retractarse de ello.

Entendemos que esta terrible sentencia, formulada por un tribunal de la región de Gilan (norte de Irán), es un claro atentado a uno de los más importantes derechos fundamentales del ser humano, que es la libertad religiosa, sea de la religión que sea y provenga de la religión que provenga. Por ello rechazamos firmemente esta decisión judicial y mostramos todo nuestro apoyo al pastor Nadarkhani.

Nuestro Señor ya nos lo advirtió, y aunque históricamente lo hemos sufrido mucho, también hoy día, y en distintas partes del mundo, el evangelio, no sólo causa rechazo, sino que incluso es motivo de condena por parte de las leyes humanas y las autoridades de naciones claramente alineadas con el radicalismo más agresivo. Lamentablemente el caso de Youcef no es el único. Son muchos los hermanos que viven su fe en la clandestinidad, por conservar su libertad y su integridad física, y son muchas las naciones que se cierran a la proclamación del evangelio.

Pero ante tanta injusticia, Dios no esta pasivo, y todo lo que ocurre, tiene un propósito, y aunque quizá no lo lleguemos a entender totalmente, podemos leer una pista, sobre casos como el del pastor Iraní, en Lucas 21:12-13 (pasaje de la cabecera), después de dar algunas pinceladas de lo que ocurrirá en los últimos tiempos, Jesús nos muestra que sufriremos por causa suya, y además no es el único pasaje en el que podemos ver algún tipo de persecución, porque el nuevo testamento (y aún el antiguo) esta repleto de episodios de este tipo. Pero la clave la podremos encontrar en el final del pasaje escogido para este artículo, en el versículo 13, Cristo nos dice que esto será ocasión para dar testimonio. ¡Y que hermoso el testimonio de este hermano! Hasta tres veces le preguntaron en el tribunal, si se retractaba de su fe en Cristo para volver al Islam (y así le absolvían), y las tres veces se mantuvo firme en el Señor, aún sabiendo que le esperaba la horca.

Aún hay esperanza, podemos seguir orando por Youcef y os animamos a ello. Recordemos que el poder de Dios hizo que se rompieran las cadenas que apresaron a Pedro (Hechos 12:4-11) y a Pablo y Silas en su prisión de Filipos (Hechos 16:20-23). Si es su voluntad, al igual que a estos grandes de la fe, también puede salir a Youcef. Tampoco olvidemos que es esposo y padre y su familia le espera.

También cabe la posibilidad de hacer llegar la propuesta de liberarle a la embajada iraní, sumandose así a las miles de firmas que lo han hecho a través de la ONG Hazte Oir. Pincha en este enlace y súmate en favor de Youcef y de la libertad religiosa en el mundo: http://www.hazteoir.org/firma/41474-firma-libertad-youcef-nadarkhani

Reconstruir II

Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” Génesis 1:2

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Mateo 16:24

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” Colosenses 3:9-10

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El sábado pasado tuvimos nuestro día pro-templo, y aprovechamos para reconstruir algunos detalles de nuestro local. La historia de la Biblia es una historia de reconstrucciones y restauraciones. El problema es que para reconstruir, ha tenido que haber primero una destrucción inicial y una desorganización. Así lo cuenta Moisés, en el relato de la creación, primero hubo caos y desorden, luego Dios ordenó todas las cosas. Si lo hizo así en el universo ¿Cómo no va a hacerlo en el corazón humano?

En la entrada a nuestro local pusimos un nuevo y moderno rótulo luminoso. Sin embargo me entristeció ver como quitaban el antíguo, que era de madera. Era un recuerdo de los comienzos de nuestra iglesia en esta ciudad, pero se estropeó, se desgastó, se descoloró y perdió su función, ya no se veía, y dejaba nuestro local en un lugar discreto. A veces cuesta mucho quitar lo viejo, pero es ley de vida, y además es algo necesario. Por supuesto, estoy hablando de la mente y el corazón. Muchos tenemos viejos hábitos que es necesario quitar, que nos perjudican y que pueden dejar a Cristo en un lugar discreto, cuando se trata de mostrar nuestro testimonio público.

Siguiendo con ejemplos bíblicos, aparte del Génesis, tenemos también la historia de la reconstrucción del muro de Jerusalén, por parte de un puñado de israelitas, liderados por Nehemías. Merece la pena leerla porque se trata de un ejemplo de fe, arrepentimiento, coraje y estrategia. El objetivo era reconstruir lo que parecía destinado a permanecer derribado, pero como Dios siempre tiene la última palabra, no importó que hubieran potencias extranjeras en los alrededores, no importó que hubiera oposición a que esta obra se llevara a cabo, no importó que la muralla fuera a ser reconstruida y defendida por gente no profesional, si Dios está respaldando esa obra, nada puede detenerla. La cuestión es que nosotros queramos que esa obra se lleve a cabo o no. Nehemías y el remanente de Judá podrían haber decidido quedarse en la comodidad de su casa, pero optaron por sacrificar tiempo y esfuerzos, y además exponerse a un peligro real e inminente. Cuando Dios quiere obrar en nuestras vidas y reconstruirlas tras el devastador efecto del pecado, también debemos de hacer sacrificios. Si queremos que el Señor nos moldee, nos va a costar y doler, puede llevar muchos años de pruebas, pero el resultado final es lo que importa. Al fin y al cabo, nuestra esperanza no esta puesta en este mundo, y será en la vida futura donde seremos perfeccionados, pero para llegar hasta ahí y ser útiles para el Señor, y ser de bendición para los demás, debemos de pasar por la dureza de la reconstrucción, no hay otro camino, no existen atajos.

La conclusión es esta, tenemos dos posibles rutas a seguir, o seguimos como estamos, aferrados a nuestra comodidad, pero también anclados irremisiblemente en la mediocridad; o bien dejamos que el Señor reconstruya nuestros corazones, es difícil, es duro, pero vale la pena. Sólo un cristiano auténtico esta dispuesto a pasar por este trance y pagar algo semejante a lo que Cristo pagó. No en vano, nos dijo: “El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz y sígame”.

No pensemos tanto en una cruz como el resultado final, pensemos en que un diamante en bruto es una piedra fea y vulgar, que bien tallada, puede ser preciosa y tener un valor incalculable. Que nuestra vida deje de ser un montón de escombros para dejar que Dios lo reconstruya todo y ser lo que él siempre quiso que seamos.

Rechazar

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente” Efesios 4:22-23

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:13-14

Al margen de lo que se piensa, la juventud de hoy en día esta cada vez más comprometida, ya está escapando de la indiferencia y hace mejor lo que se propone. Me imagino que la crisis que lleva instalada en el mundo occidental desde hace unos años, es en parte responsable de esto y esta despertando a una generación que se indigna, pero que trata de luchar para defender sus derechos.
En la iglesia, está ocurriendo algo parecido, pero la tendencia es más lenta, pues muchos no son conscientes de que se están jugando, no solo su futuro en la tierra, sino su eternidad. Hay una nueva generación de jóvenes que quieren comprometerse con el Señor y tratan de buscarle como una escapatoria al comportamiento negligente de esta sociedad adulta en cuanto a los valores se refiere.
Lamentablemente, la cultura de la comodidad y la falsa “prosperidad”, de unos padres que dan todo y consienten aún más a sus hijos, está tan arraigada, que la vida espiritual de muchos de estos muchachos se ve afectada gravemente. No se ha enseñado correctamente a decir NO, no han aprendido a renunciar. En los (pocos quizá) años que llevo como líder juvenil, ha detectado lo siguiente: Sí, es cierto, quieren comprometerse, servir al Señor, pero no quieren abandonar lo que hacían cuando aún no habían recibido el evangelio, o quizá aceptado. Lo que no saben es que tomando esta postura, no sólo seguirán más confundidos aún, sino que además serán un pésimo ejemplo para una sociedad que quizá ya no ve diferencia entre ser cristiano y no serlo.
Debemos de recordar siempre las palabras del apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, cuando dice: “No os conforméis a este mundo.” y es que el mundo sigue siendo muy atractivo para los jóvenes. Ya puedes esforzarte en ofrecerles la mejor y más divertida oferta de actividades, que el mundo siempre ofrecerá algo que les parecerá mejor, en ciertas ocasiones prohibido, en muchas ocasiones peligroso, pero siempre tentador y pecaminoso. Por supuesto, un joven siempre va a preferir probar el sexo antes que irse a jugar el fútbol con los chavales de la iglesia. Una joven preferirá el subidón de unas copas de alcohol, antes del “subidón” espiritual que trae consigo un buen tiempo de alabanza y oración, y un joven preferirá las alucinantes y psicodélicas experiencias con las drogas antes que la experiencia de vivir alejado de ellas, luchando cada día.  ¿Como se combate todo esto? El versículo lema de nuestro retiro, y de nuestra temporada en la UJBM no acaba en la expresión “… este mundo.” más bien da la clave: “Sino transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento”. Esto se expresa mejor como cuando tenemos que ventilar una habitación por la mañana. El aire viciado y caliente no se irá por su cuenta y dejará el cuarto vacío, sino que el aire limpio de la calle entrará y sacará el aire sucio del interior. Así el joven debe de llenar su mente con cosas positivas para sacar la maldad de dentro. Esas cosas las saca precisamente el Señor Jesús, una vez le ha aceptado en su corazón, pero no debe de quedar ahí, debe de perseverar en los caminos del Señor, que cuando les llamamos así “caminos” es que no es un punto y final, sino una ruta, una trayectoria que se va recorriendo a lo largo de toda la vida. Un camino estrecho por el que pasa sólo lo imprescindible y donde el joven aprende a decir “no”, a todas aquellas exquisiteces que el mundo les ofrece día tras día. Es la hora de renunciar, despojarse y abandonar, transformarse y renovar la mente, para probar lo mejor que un joven, o un adulto ha probado nunca, la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.

10 años del 11-S

Hoy se cumple la primera década de los tristes acontecimientos, que cambiaron el mundo y que sin duda, iniciaron una nueva época, tanto en occidente, como en oriente. Se dice que los atentados marcaron el inicio del siglo XXI, y sin embargo es el resultado de décadas e incluso siglos de odio y desprecio lo que se materializaron en estos cruentos sucesos en Nueva York, Washington y Pennsylvania, y que a su vez generó una nueva y fatal nueva era de odio, desconfianza, miedo, inseguridad y crisis.

Como cristianos que somos, nos unimos a este sentimiento de dolor, que los familiares y amigos de las víctimas sintieron por entonces, y siguen sintiendo ahora, no sin antes denunciar con todas las fuerzas, toda clase de violencia, venga del bando que venga, se considere «justificada» o no. Como creyentes en Jesús, que fué el máximo ejemplo de pacificador, queremos seguir siendo agentes del cambio, para hacer de este mundo, no un lugar más seguro, sino un lugar donde se viva en paz.

Como proclamó el Maestro:

«Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

    Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

    Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

    Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

    Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

    Bienaventurados los de limpio corazón,porque ellos verán a Dios.

    Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

    Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

    Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.» Mateo 5:3-11

Que el mundo sea un lugar mejor, no depende de políticos, ni de empresarios, ni de ONG’s, ni de científicos… etc… depende de un corazón contrito y humillado y de una nueva esperanza puesta en el Señor. Depende de no ser meros espectadores de lo que está pasando mientras nos llevamos las manos a la cabeza, depende de ser verdaderos pacificadores, ser hijos de Dios.

¡Requetebién!

«Pero Jesús dijo: ‘Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos’” Mateo 19:14

El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mi me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió” Marcos 9:37

Esta semana pasada, aprovechando mi breve, pero bendecido tiempo de vacaciones, durante tres mañanas, hemos sido tres en casa… no, mi esposa no ha salido de cuentas con cuatro meses de adelanto, sino que ha estado mi sobrina Lucía con nosotros. Nos dijimos: Tomémoslo como una especie de breve ensayo, para lo que nos espera para dentro de cuatro años. Después de ese tiempo en el que hemos jugado, corrido, nadado, descubierto, comido, etc… he llegado a dos conclusiones: La primera: Los niños son fáciles de contentar, pero esa contentación lleva un duro trabajo y sacrificio. La segunda: Pocas cosas son tan satisfactorias que ver a un niño contento.

Nosotros que ya llevamos unos cuantos años siendo adultos hechos y derechos, con afanes por doquier, plenamente conscientes de lo que sucede en el mundo, especialmente de la maldad imperante en el mismo, nos olvidamos de cómo fuimos de niños. Al margen de la cultura o condición social de un niño, da igual si nace en África, donde hay escasez, o en la vieja Europa, los niños se contentan con poco, si se les sabe educar en ello, por supuesto. Estoy asombrado por que aún ofreciendo a Lucía una variedad de actividades lúdicas, ella sólo se conformaba con subirse a un sencillo columpio en el parque infantil de nuestra urbanización. Los adultos del primer mundo creemos que a los niños les van a gustar las mismas cosas que a nosotros y sin embargo, ellos en realidad, van a lo básico. Empujar y empujar fuerte el columpio fue sin duda lo que más hizo reír a la niña. Lo más asombroso fue, que mientras se balanceaba, de todas las cosas que había por mirar y descubrir en su alrededor, Lucía me preguntó sobre que es eso amarillo y verde que hay, sin especificar que era. Yo buscando alrededor, me costó caer en la cuenta que la niña se refería a una pequeña y delicada hierbecita con una diminuta flor que crecía en el jardín que rodeaba los juegos infantiles. Una hierba que normalmente se corta y se desecha para limpiar el terreno. Eso es lo que llamó la atención a Lucía. Y yo me pregunto ¿Por qué los adultos, hemos perdido esa sencillez y ese amor por los detalles?

Dije antes que no hay nada más satisfactorio que hacer feliz a un pequeño. Llevamos media vida tratando de agradar a padres, vecinos, jefes, amigos, hermanos, etc… a veces perdiendo nuestra propia personalidad para ello, y a mayoría de ocasiones, para obtener resultados vacíos. ¿Para qué agradar al jefe? ¿Para obtener un ascenso? ¿Un aumento de salario? ¿Para qué agradar a los padres? ¿Para que nos quieran más? En cualquier caso, se trata en muchas ocasiones, de motivos egoístas, y para nuestro propio beneficio. Pero al agradar a un niño, pierdes tu beneficio porque ¿Qué te va a ofrecer un niño? Muchos al crecer, se convierten en desagradecidos con sus padres y familiares, y se olvidan de todo aquello que obtuvieron en su infancia.

Todo esto que acabo de contar tiene una carga espiritual tremenda. Jesús nos alentó a ser como niños para acceder al Reino de los Cielos. Esto puede tener muchas interpretaciones, pero una muy acertada es el de ser humildes y sencillos, el de aprender a despojarse de lo supérfluo, dejando a un lado sobre todas las cosas, los afanes del mundo, y aprender a disfrutar con los detalles que nos regala nuestro creador. Por otro lado, tenemos que aprender que agradar sin esperar nada a cambio. Es el secreto de una relación satisfactoria. Olvidarse de uno mismo para buscar el bien ajeno. Lamentablemente muchos buscan agradar a Dios, precisamente para recibir a cambio otras cosas. Olvidémonos de eso, porque no es una relación sana con él. Amemos a Dios por lo que es él: Nuestro Dios, nuestro creador, la esencia misma del amor. Amémosle y amemos a los demás con auténtico amor, el que es desinteresado, porque ese es el secreto para una vida satisfactoria y feliz.

Las JMJ y los grandes eventos cristianos

Con motivo de las famosas JMJ (Jornadas Mundiales de la Juventud) de este 2011, la ciudad de Madrid, buena parte de la región e incluso una parte importante del país, esta volcada en estos días con la visita del Papa Benedicto XVI. El despliegue en la capital esta siendo gigantesco, y son muchas las empresas e instituciones públicas o privadas, que aún en tiempos de crisis, hacen un esfuerzo por acoger a los posibles dos millones de peregrinos que vienen a ver al pontífice.

Este evento, como es lógico, ha levantado una gran polémica por su coste, su financiación o las declaraciones de partidarios y detractores de esta visita, entre otras muchas cosas.

No vamos a hablar de las cantidades exorbitantes que va a costar esta visita, ni queremos entrar en la polémica de quién lo va a pagar, pues es un tema del que ya se ha hablado mucho en la prensa generalista, y está muy candente en internet. Tampoco vamos a hablar acerca de si el estado esta realmente alineándose como un estado aconfesional, o si está promoviendo la igualdad religiosa en este país, porque en bastantes contradicciones ha incurrido en el pasado, y sigue incurriendo en la actualidad, mientras haya intereses de terceros de por medio. Y por supuesto tampoco hablaremos de la propia figura del Papa, porque como cristianos evangélicos, debemos de tener muy claro a quién debemos de acudir como único y verdadero mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo (1ª Timoteo 2:5, Hechos 4:12), que conocemos su ejemplo (Filipenses 2:1-11), y en quién tenemos que tener depositada nuestra fe (2ª Timoteo 1:12).

Ahora bien, antes de criticar al gobierno, a las grandes empresas colaboradoras, o a la iglesia Católica Romana; deberíamos de aprender nosotros y hacer un poco de autocrítica ante estos eventos.

En la televisión se pueden ver imágenes de personas llegadas desde distintas partes de España y del mundo, para ver a Benedicto XVI, algunos preparan lo mejor de sí mismo para dárselo como ofrenda, como por ejemplo, un grupo de jóvenes realizando una trabajada coreografía dedicada al pontífice, otros que preparan todo tipo de cánticos, otros preparan dulces y también los hay que hacen y venden piezas de artesanía con la efigie del Papa.

Cuando los minoritarios evangélicos tenemos la oportunidad de juntarnos y proclamar entre todos el nombre de Cristo, es sobre todo, en eventos tales como la visita del predicador Luis Palau, u otros de gran renombre como Billy Graham años atrás. Resultó llamativo que cuando se organizó el pasado 2005 «Festimadrid», la cabeza de cartel estuviera ocupada por el predicador argentino, a modo de reclamo, junto a artistas como Jose Luis Rodríguez «El Puma», Yuri o Marcos Vidal, entre otros. Sabemos que muchos que asistieron a este evento lo hicieron para invitar a un amigo o familiar para que conozca de Cristo; pero no deja de dar que pensar, que se sigan llamando a ciertas personas como «señuelo» para darle un mayor impulso a un evento evangélico.

Ocurre mucho entre los jóvenes, se da más en América Latina, pero es muy creciente en España, esa costumbre de invitar a los Dante Gebel, Juan Luis Guerra, Marcos Witt o Jesús Adrián Romero de turno, por no hablar de algún futbolista o famoso convertido al evangelio, a alguna conferencia o retiro, para promover su asistencia. Y no hace falta irse a personas de fama a nivel mundial, sucede que muchos van a sus iglesias por ver y escuchar a su pastor, y si el pastor no está, no van. Es casi algo parecido a lo que está ocurriendo en estos días de JMJ. ¿Acaso no basta con el solo ánimo de adorar a Cristo para venir a estas actividades? ¿Acaso no será de igual bendición que predique un predicador reconocido a nivel internacional que un pastor local, que otro hermano de la iglesia? ¿La palabra que dará no será supuestamente la misma?

Volviendo al tema del inicio, la verdad es que tampoco es cuestión de ponerse en contra de la visita de ciertas personalidades evangélicas, sino que al igual que sucede con los cristianos católicos más fervientes, tenemos que aprender a tener puesta la mirada, no en los hombres, sino en el Señor (1ª Corintios 2:5).

Ahora, pregúntate cuando asistas a alguna de estas actividades con personalidades de renombre ¿A quién he venido a ver? ¿A esta persona o al Señor obrando en su pueblo? ¿A quién escucharé? ¿A quién adoraré? ¿Esta persona está mostrando con sus palabras y hechos la gloria de Dios o se está dejando ver a sí mismo demasiado?

Que de la misma manera que el salmista, nosotros tengamos muy claro, para quién es la gloria:

«No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, 
    Sino a tu nombre da gloria, 
    Por tu misericordia, por tu verdad.» Salmo 115:1