Campamento Urbano Bilingüe «Estudios Destello»

¡Gracias!

Gracias a todos los que participasteis de Estudios Destello:

Primeramente gracias a todos los niños que estuvisteis porque vuestro entusiasmo y comportamiento fue ejemplar. ¡Lo pasasteis genial!

En segundo lugar gracias a los padres, madres, abuelos, tíos, etc. que permitisteis que estos niños vuestros nos acompañaran y confiasteis en nuestro cuidado.

En tercer lugar a los voluntarios que nos acompañaron de la misión de la Cypress Baptist Church de Luisiana (Estados Unidos) por vuestro esfuerzo y venir un año más y contagiar a todos del gran gozo que supone el servir a Dios en todo el mundo. Thank you!

A los voluntarios de nuestra iglesia, tanto monitores, como personal de cocina, los que decorasteis, el equipo de logística y en general, los que ayudasteis en todo. Sabéis quienes sois y estamos muy gozosos por vuestro esforzado trabajo.

Y por encima de todo y de todos, las máximas gracias a nuestro Señor Jesucristo, es por Él y para Él el motivo por el que hacemos todo esto, y nuestro propósito siempre ha sido amarle, servirle y darle a conocer a todo el mundo.

Queremos dejar este espacio también como recuerdo de una semana inolvidable, que esperamos y oramos por ello, haya causado impacto y haya dejado una semilla en todos aquellos que de una u otra forma han escuchado la mayor de las noticias que cualquier persona puede recibir, el Evangelio que Jesús, que 2000 años después sigue transformando vidas y cambiando corazones.

Sabemos que algunos niños han quedado muy contentos con las canciones aprendidas y por ello, dejamos aquí la lista de reproducción con las canciones de Estudios Destello:

Y también las fotos y vídeos de toda la campaña que celebramos, incluyendo el culto de bienvenida, la caminata de oración, la cena de los matrimonios y, por supuesto todo el campamento, incluyendo la celebración del último día.

Talleres Campaña de Verano 2024

Cuatro nuevos talleres de ocio y creatividad para las tardes de la última semana de junio.

Del 24 al 27 de junio, de 17:00 h a 20:00 h. en nuestro local de Sanse. A partir de 12 años de edad. Inscripciones aquí.

Fotografía básica

Martes 25 y miércoles 26 de junio. De 17:00 a 20:00 h. Comienza a capturar como un pro, con tu cámara o con tu móvil, empezando desde lo más básico.

Macramé creativo

Lunes 24 y jueves 27 de junio. De 17:00 a 20:00 h. Crea belleza artesanal a través de entrelazar y anudar hilos de tejidos de colores y decora tu casa con tus creaciones.

Futbolines

Del lunes 24 al jueves 27 de junio. De 17:00 a 20:00 h. Practica tus giros de muñeca compitiendo sobre un futbolín reglamentario. Diviértete con las partidas más emocionantes, forma un equipo y demuestra tus habilidades.

Juegos de mesa

Del lunes 24 al jueves 27 de junio. De 17:00 a 20:00 h. Risk, Catán, Monopoly o un clásico como el parchís … ¿Te apetece una partida? Ahora tienes la oportunidad de jugar y divertirte entre amigos.

Campamento Urbano Bilingüe «Playa Roca Rompeolas»

Del 24 al 28 de junio de 2024. ¡Únete a la aventura!

Ya se está organizando el campamento urbano para niños de 4 a 11 años, en la Iglesia Evangélica Bautista de San Sebastián de los Reyes, y para ello traeremos una playa ¡Sí, una playa a Sanse! para que los niños puedan descubrir las verdades inamovibles de nuestro Dios, tan inamovibles (o más) que la roca rompeolas de nuestro campamento urbano.

¡La aventura espera cada día mientras los niños exploran la poza de marea, vislumbra una orca saltando entre las olas, contempla los alegres leones marinos jugando entre las rocas bajo magníficos pinos y observan las poderosas olas chocar contra la inamovible Playa Roca Rompeolas!

Será del 24 al 28 de junio de 2024, en horario de 9:30 a 13:30 h, en nuestro local de Av. Castilla La Mancha, 162, San Sebastián de los Reyes. Inscríbete en el formulario que se encuentra justo debajo.

Cuando el pasado se vuelve un ídolo

“Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría”

Eclesiastés 7:10

A medida que uno crece, y parece que a partir de los 30 (como es mi caso), pensamos en los tiempos pasados con nostalgia. Recordamos lo de antaño con alegría y concluimos: «Aquellos tiempos fueron los mejores». Y casi siempre coincide, como es lógico, con nuestra juventud, cuando no había demasiados quebraderos de cabeza, dormíamos sin despertarnos por la noche y nuestro cuerpo aguantaba lo que le echábamos.

Pero esta experiencia individual es semejante en lo colectivo de la humanidad misma. Cada época habrá visto con nostalgia su pasado glorioso. Los últimos habitantes del imperio romano habrán echado de menos la gloria de los días antiguos cuando los bárbaros rompieron con su fuerza; los últimos resquicios del medievo se habrán llevado las manos a la cabeza al ver la gloria de la cristiandad siendo consumida por el humanismo y la era de la razón posteriores; en el siglo XX y XXI parece que sufrimos al no contemplar aquellos últimos reductos de ‘lógica, razón o verdad absoluta’ que todavía se mantenían.

Vivimos en un mundo extraño. Hoy lo llaman posmoderno y poscristiano. Quizás sintamos la tentación de preguntarnos lo que el Eclesiastés en el texto que encabeza esta reflexión, pero su respuesta es tajante: no hallarás sabiduría en una pregunta así, acerca de por qué cualquier tiempo pasado fue mejor. Mientras tanto, nos toca vivir en la época que nos ha tocado y continuar como Iglesia recuperando en nuestra vida y enseñanzas el mismo evangelio de Jesús que hace 2000 años. Lo que Cristo hizo no tiene fecha de caducidad en ese sentido. El evangelio tiene la peculiaridad de que no pertenece a ninguna época en concreto, pero es válido para todos los tiempos. Esa es la paradoja que debemos sostener si queremos ser útiles a nuestra generación y época. 

Dios quiera que busquemos y pidamos sabiduría para saber cómo actuar y seguir proclamando la verdad del evangelio (y no sucedáneos) en esta era, para que no nos ocultemos en nuestra burbuja segura, pero tampoco nos fundamos con el espíritu de este mundo. La misma verdad de la muerte y resurrección de Cristo – o sea, el Evangelio – es, según Apocalipsis 14:6, el «evangelio eterno».

Artículo del Pr. Jesús Fraidíaz

Misión y participación

“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.” 

Jesús en Juan 17:18

Durante siglos, e incluso desde antes del nacimiento de la iglesia, tal y como la conocemos hoy, siempre ha habido un importante grupo de creyentes que, en su afán de mantener pura su devoción a Dios, tendían a aislarse del resto del mundo. De ahí, que tengamos desde grupos judíos como los esenios hasta los amish cristianos de hoy en día, pasando por los ermitaños, o los monjes, que buscaban lugares remotos para apartarse del resto de la sociedad, restringiendo además su contacto al máximo. 

Hoy en día, hay cristianos, que no pueden permitirse “el lujo” de llevar una vida así, pero sí que critican con dureza toda manifestación cultural de la sociedad moderna rechazando así, desde las producciones musicales, cinematográficas o literarias que llaman “seculares”, o la política, hasta impidiendo que otros creyentes, especialmente los más jóvenes, tengan amistades del mundo, o hagan muchas de las cosas que hacen los chavales del mundo (entendiéndose cosas no pecaminosas en sí). Es otra forma de aislarse, sin hacerlo. 

Sin darse cuenta, este tipo de creyentes lo que está haciendo es derribar los posibles puentes que puedan unir a esas personas con el evangelio.

Somos ciudadanos del cielo, eso no lo debemos olvidar, pero mientras pisemos esta tierra no dejamos de ser también ciudadanos de este lugar donde estamos y estamos llamados a participar de aquello de lo que participa “el mundo”, como por ejemplo, a final de este mes, las elecciones autonómicas y municipales, interesándose por lo que se propone desde cada candidatura, y votando (o no) en consecuencia (sabiendo que ningún candidato es perfecto ni nos “salvará” de nada).

Porque es aquí donde nos envió Jesús, no al monte o al desierto, y restauremos los puentes que muchos han derribado durante siglos.

Artículo de Santi Hernán

La misión de Jesús

“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” 

Juan 3:17

Si le preguntamos a cualquier cristiano que recite un versículo de memoria, el 99% de todos te dirán, entre otros muchos, el archiconocido Juan 3:16 (seguro que no hace falta abrir la Biblia o mencionarlo aquí porque estoy convencido de que lo tenéis en vuestra mente). Muchos teólogos consideran que este pasaje es como un resumen de la Biblia, y es uno de los versículos favoritos para compartir el evangelio con quienes aún no creen. Sin embargo considero que para comprender con mayor amplitud la misión de Cristo en el mundo, hay que seguir leyendo, por lo menos, el versículo que le sigue, el 17. 

Y este pasaje es importante porque aquí nuestro Señor menciona una palabra concreta que llama enseguida la atención por su contundencia: “condenar”. Este verbo lamentablemente se ha usado demasiado a la ligera en el mundo cristiano (especialmente el católico), durante muchos siglos, incluso hoy, en muchos contextos (incluso evangélicos), con el afán de culpar a cualquier persona por cualquier cosa o para resaltar al pecado incluso por encima de la propia gracia, en determinados grupos, especialmente de corte fundamentalista.

Pero ahí tenemos a Jesús, revelando el núcleo de su misión a un fariseo (Nicodemo) cuya teología se basaba en reglas, ritos, juicios y condenas. Dios hecho hombre diciendo que vino a salvar al mundo, no a condenarlo. 

Por supuesto, hay que buscar la santidad, pero eso no viene de nosotros, sino que viene de buscar al propio Dios Santo. No hagamos de la santidad un Dios al que adorar, sino busquemos al Cristo cuya misión fue, es y será el seguir salvando al mundo para que crea en Él y no se pierda.

Artículo de Santi Hernán

Bajadas de tensión en la oración

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”

Lucas 18:1

Lo confieso. Sostengo una gran lucha con mi vida de oración. Me aburro de escucharme hablar, me da la sensación de que hablo con una pared y me cuesta encontrar placer en ella. Muchas veces es más un deber que un gozo. Sin embargo, sigo orando y experimentando la necesidad de ella. La expresión que se traduce como ‘desmayar’ viene a significar desaliento, desánimo, descorazonamiento. ¿Por qué Jesús nos enseñó sobre esta necesidad de orar siempre sin desanimarnos? Porque sabe lo frecuente que es.

El otro día hablaba con un amigo sobre esta lucha de la oración y le compartía mis frustraciones. Íbamos hablando por el teléfono mientras conducía. Tengo un pequeño altavoz que uso en el coche para oír música o hablar por teléfono (es lo que hay para quienes tenemos coches de 20 años). Puede que por la antena de radio o por el Bluetooth, se colaban interferencias de personas que hablaban, quizás de otros coches en la carretera, pero solo lo escuchaba a mi amigo. Sin saberlo, el Señor nos ofreció una parábola experimental y luego él me lo dijo. Muchas veces, cuando oramos, escuchamos esas voces (pueden ser de nuestro interior, nuestros desalientos o preocupaciones; o pueden ser de fuera, como interrupciones) y nos incomodan tanto que abandonamos, pensando que al otro lado nadie nos oye. Sin embargo, yo le escuchaba, y Dios también nos oye sin interferencias al otro lado de la oración. ¿Cuál fue la enseñanza? Sigue insistiendo, sigue perseverando, sigue teniendo fe. ¿Qué piensas? ¿Te escucha Dios si en algún momento blasfemas o maldices de Él? Todos respondemos que sí. ¿Entonces por qué no habría de escucharnos cuando acudimos en oración para pedirle cosas para su gloria y el bien del prójimo y el nuestro?

Creo que nos falta recordar y experimentar más el evangelio en toda nuestra vida, incluso en la oración. Piénsalo. A menos que Jesús no hubiese venido a perdonarnos por su muerte, nuestra comunicación con el Padre estaba completamente rota, inexistente. La oración ahora no es tanto un deber frío, sino un deber que ha de conducirnos al placer de estar en comunión con Aquel que nos ha amado hasta el punto de dar su vida. Cuando éramos pecadores, Él nos perdonó. ¿No nos oirá ahora que somos sus hijos? ¿Se tardará Dios? ¿Hallará fe en nosotros?

Artículo del Pr. Jesús Fraidíaz

Deseo para el año nuevo

“Olvidad las cosas de antaño; ya no viváis en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo!  Ya está sucediendo, ¿no os dais cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.” 

Isaías 43:18-19 (NVI)

¿Qué le pedimos al año nuevo? Si es que a un periodo de tiempo como es un año, se le puede pedir algo, como si de un genio de la lámpara se tratara. ¿Cuál puede ser nuestro deseo o nuestra intención para este nuevo 2023? 

Yo lo que le pido es que sea un año verdaderamente nuevo. Es decir, que la sensación que tenemos del paso del tiempo, como describe el predicador de Eclesiastés no sea de hastío porque todos los años y todos los días sean iguales (Eclesiastés 1:4-10). 

Con esto, estoy expresando el deseo de que Dios nos sorprenda y no me refiero a ver una demostración espectacular o alguna manifestación sobrenatural (aunque también estaría genial) sino me refiero a una novedad de vida para muchos de los que nos rodean.

A veces, los mayores milagros son aquellos que pasan más aparentemente desapercibidos, que no son visibles o evidentes a nuestros sentidos físicos, pero que a la larga transforman nuestro entorno, cambiando a las personas desde su interior, como cuando un poco de levadura, que es un elemento pequeño, convierte una fina torta de pan en una hermosa  hogaza.

Esto es lo que quería decir el profeta Isaías, cuando habló de que Dios hará algo completamente nuevo y que, de hecho, ya estaba en camino: Una revolución en el que el agua volvería a correr en abundancia en medio de la sequedad y que habría un nuevo camino donde aparentemente no puede haberlo. 

Esa es la promesa y la novedad más grande para la humanidad y para ti, querido lector, que es Jesucristo, transformándolo todo desde dentro. Que este año, Jesús sea una novedad en tu corazón. ¡Será el mejor año de tu vida! ¡Feliz 2023!

Artículo de Santi Hernán

La Navidad y la misión

«Adoración de los pastores» Bartolomé Esteban Murillo (s XVII) Expuesto en el Museo del Prado

“Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.”

Lucas 2:15-18 (RV60)

La Navidad es tiempo de celebrar y eso es lo que haremos.

Respetemos a todas las personas, pero no escuchemos esas voces críticas con esta celebración, que nos hablan acerca de que si el origen pagano, que si la fecha no es correcta, que si la vanidad … y un largo etcétera. Es inútil debatir sobre esto. Lo importante, independientemente de fechas o trasfondos, es que Dios se encarnó y estuvo con nosotros. Y celebrándolo haremos como todas aquellas figuras que estuvieron presentes en este gran acontecimiento.

Una de esas figuras fue la de los pastores. Atendiendo al pasaje de la cabecera desde el punto de vista de la misión, vemos claramente tres partes en este relato: primero, con los pastores cuidando de sus rebaños en la noche y la aparición de un ángel que les anuncia; segundo, un punto central de inflexión, que es la visita al niño Jesús; y tercero, la proclamación de los mismos al resto del pueblo, el cual quedó maravillado.

¿No es esa la misma estructura básica de nuestro testimonio de fe? Primero, un antes con nuestro quehaceres y nuestra vida rutinaria; segundo, un punto de inflexión, cuando conocemos a Jesús; y tercero, un después,  con la proclamación a los demás de este acontecimiento.

El mundo está celebrando “ahora” que es Navidad. En lugar de entrar en cuestionamientos estériles, ¿Qué tal si aprovechamos y hacemos como los pastores, y celebramos y anunciamos al mundo, aún con mayor fuerza, que Dios está con nosotros?

¡FELIZ NAVIDAD!

Artículo de Santi Hernán.

Esperar y emprender

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. … alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

Hechos 2:42 y 47 (RV60)

“Esperad grandes cosas de Dios, emprended grandes cosas para Dios” es la frase que marcó la labor del misionero británico del siglo XVIII William Carey. Carey, cuyos orígenes personales son muy humildes, es considerado por muchos, como el padre de las misiones modernas, cuando emprendió aún con pocos recursos, la misión de alcanzar a la India para Cristo.

Podemos hablar sobre el ministerio y obra de Carey, pero hablaremos mejor sobre lo que Dios espera de nosotros, y lo que nosotros esperamos de nuestro Dios.

Este lema de Carey lo hemos adoptado en nuestra iglesia para ilustrar el propósito del Programa Global Misionero, que impulsamos desde nuestras iglesias para alcanzar a nuestro entorno y extendernos más allá.

El Programa Global Misionero es un ambicioso plan para ir más allá de nuestras cuatro paredes como iglesias y hogares, y alcanzar a nuestras comunidades y serles útiles y de bendición. Este Programa da visión y rumbo a todo aquello que hagamos en la iglesia.

Por lo pronto, se ha dado un primer paso histórico en la pasada asamblea del día 23 de octubre, aprobando por unanimidad este Programa y además, uno de sus puntos más importantes como es la solicitud de un terreno para la construcción de un nuevo templo en Sanse. 

Hemos de felicitar a nuestra iglesia por esta decisión. Porque realmente, mientras estamos esperando grandes cosas de Dios, estamos dando pasos de fe para emprender grandes cosas para Él. Sigamos perseverando y avanzando en nuestra comunión, que sabemos que Dios seguirá añadiendo a todos los que han de ser salvos y haciendo crecer así a nuestras iglesias.

Santi Hernán