La Navidad es tiempo de celebrar y eso es lo que haremos.
Respetemos a todas las personas, pero no escuchemos esas voces críticas con esta celebración, que nos hablan acerca de que si el origen pagano, que si la fecha no es correcta, que si la vanidad … y un largo etcétera. Es inútil debatir sobre esto. Lo importante, independientemente de fechas o trasfondos, es que Dios se encarnó y estuvo con nosotros. Y celebrándolo haremos como todas aquellas figuras que estuvieron presentes en este gran acontecimiento.
Una de esas figuras fue la de los pastores. Atendiendo al pasaje de la cabecera desde el punto de vista de la misión, vemos claramente tres partes en este relato: primero, con los pastores cuidando de sus rebaños en la noche y la aparición de un ángel que les anuncia; segundo, un punto central de inflexión, que es la visita al niño Jesús; y tercero, la proclamación de los mismos al resto del pueblo, el cual quedó maravillado.
¿No es esa la misma estructura básica de nuestro testimonio de fe? Primero, un antes con nuestro quehaceres y nuestra vida rutinaria; segundo, un punto de inflexión, cuando conocemos a Jesús; y tercero, un después, con la proclamación a los demás de este acontecimiento.
El mundo está celebrando “ahora” que es Navidad. En lugar de entrar en cuestionamientos estériles, ¿Qué tal si aprovechamos y hacemos como los pastores, y celebramos y anunciamos al mundo, aún con mayor fuerza, que Dios está con nosotros?
¡FELIZ NAVIDAD!
Artículo de Santi Hernán.