Responsabilidad ciudadana

“Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.”  Mateo 22:19-21

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.” Romanos 13:1-2

 

De forma excepcional e impulsado por las circunstancias propias de la llamada “jornada de reflexión”, hoy adelantaré el texto del boletín del culto de mañana pues el tema a tratar es importante. Antes de nada, quisiera aclarar como ciudadano y creyente, que jamás pediré el voto para ningún partido político en concreto, ni estoy a favor de alinearme con ninguna facción política, pues eso no corresponde a un ciudadano del reino de Dios. Lo que pido es simplemente votar, pero con responsabilidad.

No quiero que se malinterprete este texto, no quiero mezclar los asuntos de Dios con la política, lo que quiero a través de estas lineas, es hacer un llamado a la responsabilidad, y eso sí es asunto de Dios, pues forma parte de nuestro testimonio  cristiano ante el mundo. Es posible que a muchos les importe poco la política, que les resulte un asunto aburrido, complicado e inútil, porque piensan que no somos nadie para esa clase política que nos gobierna y lo que pensemos les puede dar igual. Quizá haya algo de razón en todo esto, pero no olvidemos que vivimos en una democracia que ya quisieran para sí, los ciudadanos de muchos países extranjeros. Y es hora de comportarse como ciudadanos responsables y que participan de las decisiones que se toman en nuestra sociedad, con nuestro granito de arena, en forma de voto.

Soy consciente de que muchos de los que leéis esto, no sois de aquí, y por lo tanto es más que probable que no podáis participar de vuestro voto, pero ¿Acaso eso lo único que se puede hacer? Lo veremos más adelante.

Ahora es posible que os preguntéis ¿Qué tiene que ver la política con la vida espiritual de la que siempre hablamos en estas líneas? Bastante más de lo que parece. Jesús mismo nunca se mostró partidario de ninguna facción política, pero sí que respetó a sus gobernantes y les dio su correspondiente autoridad y lugar. El pasaje de Mateo 22:21 nos revela que nuestra vida espiritual y nuestra participación ciudadana no deben de estar reñidos, y mientras sigamos en este mundo, debemos de respetar a aquellos que nos gobiernan, darles el lugar que corresponde, eso sí, con Dios y su sabiduría siempre por encima de todo.

Y es a la sabiduría, a lo que precisamente hay que apelar en estos tiempos de constante cambio, a no votar tanto con el corazón, por tradición o por castigar al partido que queremos quitar de en medio, sino que hay que votar con cabeza, buscando la justicia, (que en el caso de los hombres es limitada, pero algo queda, y a ese algo hay que agarrarse) y sobre todas las cosas, pensando qué opción será la que más beneficie los intereses de nuestra verdadera patria: el Reino de Dios.

Comenté antes que la mejor manera de expresarse políticamente es ejerciendo el derecho a voto, pero como cristianos también tenemos la esperanza puesta muy por encima de los hombres, la tenemos en Dios y es a él a quién acudimos para buscar la excelencia y el buen hacer a la hora de manejarse en este mundo caído, para recibir la mejor dirección a la hora de tomar decisiones, sean grandes o parezcan insignificantes, nuestro rumbo lo marca nuestro Dios y su palabra. Sabemos de sobra que la inmensa mayoría de nuestros políticos y gobernantes no conocen de Dios y probablemente nunca se han interesado por conocerle, ni mucho menos se tratarían de acercar a él en oración; por eso, es nuestra responsabilidad el interceder por ellos. Para muchos puede resultar extraño el orar por alguien que no nos gusta, que quizá tenga unas ideas contrarias a la nuestra, pero es nuestro deber como ciudadanos de este mundo (mientras sigamos aquí) y del reino de los cielos, y es nuestra manera de reivindicar derechos y justicia para todos, ya que la justicia de Dios es la única perfecta que hay. Para la oración y la intercesión no hay barreras, no hay límites, gente de cualquier nacionalidad, sexo, raza o edad pueden ejercerla, y es un arma mucho más poderosa que cualquier campaña electoral, manifestaciones o mítines multitudinarios. Votemos con responsabilidad, pero también oremos, por nuestro alcalde o alcaldesa, nuestro presidente o presidenta regional y por nuestro gobierno nacional. El Reino de Dios debe influir sobre el Reino de España.

A modo de postdata quisiera dejaros los enlaces a dos artículos de muy recomendable lectura:

http://www.protestantedigital.com/ES/Blogs/articulo/2823/Indignados-terminar-la-transicion

http://www.protestantedigital.com/ES/Blogs/articulo/2819/Nuestra-responsabilidad-no-termina-con-el-voto

Santiago Hernán, Madrid a 21 de mayo de 2011

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