Día de la Biblia. 450 años de la Biblia del Oso

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” Salmos 119:103

Este mes, haremos énfasis en la Biblia, cuyo día especial celebraremos, Dios mediante, el domingo 17 de marzo, tal y como se propone desde la Sociedad Bíblica de España.

Aunque no está de más decir que todos los días han de ser el día de la biblia, por lo que debemos de tener siempre presente, siempre abierta y siempre leída todos los días, como alimento que es para nuestra alma. ¿O acaso dejamos de comer un día? ¿Descuidaremos la alimentación de nuestra alma? Sin embargo, es bueno recordar mediante días como estos el valor de estos textos, y también, ¿por qué no? cómo han llegado hasta nuestras manos y honrar también a los valientes siervos de Dios que han procurado que hoy las Sagradas Escrituras fueran accesibles a cualquiera de nosotros, en nuestro idioma.

Hace ya dos años que conmemoramos el quinto centenario de la Reforma Protestante, y aunque la mayor parte del pueblo evangélico en España lo celebramos a lo grande, a nivel secular, pasó más bien desapercibido. Justo al contrario de lo ocurrido en el resto de Europa (posiblemente la arraigada tradición Católico-romana de nuestro país tiene algo que ver). Tanto es así que la solicitud formal que se hizo a la comisión filatélica española para emitir un sello conmemorativo de esta señalada efeméride, se rechazó tajantemente. Sin embargo, no quedó todo perdido, y este mismo año 2019, tal y como informa el portal de noticias Protestante Digital, y del que se hizo eco recientemente el programa de TVE “Buenas Noticias TV”, se ha lanzado en enero el sello que conmemora los 450 años de la publicación de la llamada “Biblia del Oso”, que fue la primera traducción completa de los textos bíblicos al español, efectuada con gran dificultad y en medio de mucha persecución, por Casiodoro de Reina. Así pues, los evangélicos españoles estamos de enhorabuena por este pequeño reconocimiento, a una obra que no sólo es una de las de mayor valor, realizada en el “Siglo de Oro” de las letras españolas, sino que hoy día, con la revisión de Cipriano de Valera, y siendo actualizada el pasado siglo (revisiones de 1909, 1960 y 1995), es uno de los libros en español de mayor difusión en todo el mundo, convirtiéndose también en la versión favorita de todas las iglesias evangélicas de habla española.

Pero como ya adelanté antes, el camino para el teólogo De Reina no fue nada fácil, siendo éste uno de tantos reformadores españoles que han tenido que buscar el exilio en otros países de Europa, pues la Inquisición Española no permitía la “herejía” de tener traducida la Biblia a lo que consideraban un lenguaje vulgar, o del pueblo. En aquel entonces, salvando los manuscritos en idiomas originales (hebreo, arameo y griego), en gran parte de Europa la Biblia sólo podía ser leída en latín, y eso, quién sabía leer, quién lo hacía en esta lengua muerta y el que tenía acceso a un libro de ejemplares de un coste extremadamente alto. Por lo que la Biblia sólo estaba reservada a unos pocos estudiosos, principalmente apartados en ciertos monasterios y conventos, y no siempre disponían de todos los textos completos.

Y hoy, cualquiera puede tener a mano un ejemplar de la Biblia, en casi cualquier idioma. Recordemos lo precioso del trabajo de la Promotora Lingüística “PROEL” por haber traducido el Nuevo Testamento a un idioma muy minoritario llamado Fala (sólo lo hablan unas 11000 personas en España, en una pequeña comarca en el noroeste de Extremadura), tal y como nos informó hace poco, nuestro hermano y misionero Víctor Herrera.

Hoy en día, cualquiera de nosotros posee más de un ejemplar, y en muchos casos, colocados en una estantería cubiertas de polvo, y sin embargo ¡Cuánto costó que pudiéramos tenerla en otra época! ¡Y cuánto cuesta hoy! … pero en otros países del mundo, donde se sigue considerando un libro prohibido, como por ejemplo: Corea del Norte, Irak, Arabia Saudí, Afganistán, Somalía, y un largo etc. También ¿Cuántas tribus y etnias hay en grandes zonas de África, India, el Sudeste asiático y Sudamérica, que ni siquiera la tienen traducida en su idioma? ¿No aumenta eso el valor que hemos de darle a los textos bíblicos en nuestro idioma? Gracias a Dios, que ha levantado obreros para su mies, no sólo entre los misioneros que se adentran en lugares que parecen inaccesibles para cualquier occidental, para llevar las buenas nuevas, sino que hay un magnífico equipo de hombres y mujeres que desde sus oficinas de las Sociedades Bíblicas en todo el mundo, se encargan de las traducciones, para que toda criatura pueda conocer y comprender la riqueza de la Palabra de Dios, en su propia lengua.

Que estas palabras que leemos en nuestras biblias sean dulces a nuestro paladar más que esa miel que buscaba con ansia, el oso de la portada de aquella primera Biblia en español.

Santi Hernán

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