Cómo obtener respuestas a la oración

«Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.».

— 1ª Juan 5:14-15

Orar con Biblia

Dios responde a la oración. Y aunque invocar al Señor implica muchas cosas, quiero centrarme en lo que es principalmente, es decir: pedir y recibir. En ocasiones hemos redefinido la oración por temor a que la gente piense que la oración es pedir egoístamente, pero el Señor no tiene miedo de presentarnos la oración como pedirle algo y Él supliéndolo.

Es igualmente cierta esta lucha en nuestro interior: Sabemos que Dios escucha, nos animamos a pedir con el deseo de que responda, pero a la vez encontramos con que pareciera ignorarnos y dudamos de que realmente nos oiga. A veces, usamos la “excusa santa”: Dios es soberano. Y es verdad, lo es, y por eso oramos y buscamos respuesta. Hoy quisiera animar a cada lector con 3 consejos que podemos poner en práctica en nuestra vida de oración para poder obtener respuestas.

  1. Orar con confianza a Dios. Dios se nos muestra una y otra vez como digno de confianza. Si oramos sin confiar en Él, es como cuando intentamos mostrarle a alguien que puede fiarse de nosotros y, sin embargo, una y otra vez duda de nuestras intenciones. ¿Cómo nos sentimos? Imagina ahora cómo ve Dios nuestra falta de fe en la oración, y más sabiendo que Él no es un hombre. Al orar, nos pide que confiemos en su amor y en su constante disposición a darnos lo que es bueno. Si pedimos a Dios y no confiamos en que Él puede darnos y nos dará lo que ha prometido, ¿cómo responderá? “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6). Pero, sobre todo, nuestra confianza está en Jesús, por quien Dios nos oye y ha abierto la puerta a tener comunión con Él en cualquier tiempo y lugar. Ahí empieza verdaderamente la oración.
  2. Orar conforme a la voluntad de Dios. Tener fe en Dios en la oración no significa hacer mucha fuerza en nuestra mente o deseos para que eso que imaginamos o queremos nos venga. La oración no funciona como la “ley” de atracción. La oración tiene confianza no en lo que nosotros queremos que Dios cumpla, sino en lo que el Señor quiere hacer y ha prometido darnos en respuesta a la oración. Nuestro texto así lo dice: “si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”. Sería absurdo pensar que Dios nos da carta libre para pedir cualquier capricho, pero una vez que Él transforma nuestra voluntad y corazón para agradarle, entonces nos deja pedirle cualquier cosa, porque siempre será conforme a su voluntad. ¿Y acaso Dios se negará a darnos aquello que Él quiere? Evidentemente para conocer lo que Dios desea y saber cuáles son sus promesas, debemos acudir a la Biblia, tomarlas, por así decirlo, y aplicarlas a nuestras vidas y circunstancias. Dios está más dispuesto a responder que nosotros a pedir conforme a su voluntad.
  3. Orar con la certeza de que Dios responderá. Finalmente debemos esperar las respuestas a nuestras oraciones. Pueden tardar desde 1 milésima de segundo a años, pero si es conforme a su voluntad, hemos de tener la expectativa de que Él responderá, y estar alerta. A veces pedimos cosas a Dios en forma de “muletilla”, pero ni deseamos ni esperamos ver respuesta alguna. Dejemos las frases clichés en la oración y oremos concretamente por todo lo que es su voluntad y veremos respuestas.

Mucho más podríamos decir respecto a este asunto, pero por hoy creo que es suficiente y ya es una tarea lo suficientemente grandiosa como para que empecemos a ponerla en práctica y a pedirle al Señor que nos conceda vivir todo esto. Que Dios nos haga hombres y mujeres de oración.

Libres en el Señor

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”

Jesús, en Juan 8:36

Estaba programado otro artículo para este mes, en el que los cristianos celebramos principalmente la buena noticia (evangelio) de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, en la conocida “Semana Santa”, también tenía programado hablar sobre la buena noticia del nacimiento de nuestro nuevo punto de misión en el noroeste de Madrid (en el barrio de Bellas Vistas, más al sur del barrio de  Valdezarza), pero una muy mala noticia ha arrasado desde el pasado mes de marzo con todo lo demás, como si se tratase de un tsunami.

En 43 años de historia de nuestra iglesia, nunca nos hemos dejado de reunir, y mirad que hemos pasado por muchos problemas de diferente índole, pero la iglesia ha seguido congregándose domingo tras domingo, si no es en nuestro local, ha sido en alguno de los retiros anuales que hemos celebrado. Pero lo que comenzó en marzo ha pasado por encima de nuestras expectativas, en el sentido negativo de la expresión.

¿Quién iba a imaginar, a principios de este 2020 que una catástrofe sanitaria de proporciones épicas iba a alcanzar con especial fuerza nuestro país, hasta tal punto de obligarnos a confinarnos en nuestros hogares? Todas las iglesias en nuestro país han tenido que cerrar sus locales de reunión (que no la iglesia) ante la amenaza de un virus extremadamente contagioso y letal, sobre todo, para nuestros amados mayores.

Lo que es seguro, es que la potencia de este evento marcará sin duda un antes y un después en nuestra historia, y en la fecha en la que escribo estas líneas apenas vislumbramos la mitad de este estado.

Este antes y después, ha hecho que este mes, me cuestione el poner anuncios en este boletín o lanzar aparte nuestro entrañable boletín de oración “Clamemos”, porque este debía de ser monotemático. Al final, juntaré ambos en este “Ágape”, cambiando la actividad por la oración. Por lo que encontraréis motivos suficientes por los que orar más abajo.

Pero como dije antes, hay dos eventos que parecen haber sido cubiertos por el oscuro manto de la incertidumbre y la calamidad del Covid-19: uno es la celebración casi universal de la semana de pasión de nuestro Señor y otro, más local, la posible inauguración de nuestro nuevo punto de misión en Madrid.

Con el virus rondando nuestras calles, copando medios de comunicación y conversaciones y, sobre todo, provocando un enorme drama en toda la sociedad ¿Cómo compaginarlo con las buenas noticias que están ahí?

Miro por la ventana de mi confinamiento y veo a la gente en otras ventanas y balcones, e una especie de injusto arresto domiciliario, para un país acostumbrado a la calle y a los abrazos. Pienso que el ansia de libertad está más patente que nunca.

Pero estamos en nuestras casas, rodeados de comodidades, con la ventana artificial al mundo que representa internet y la televisión, y con la perspectiva histórica de los avatares de nuestros antepasados, y podemos pensar que quizá no estamos tan mal, pero el ansia de libertad sigue ahí.

Nuestra esperanza es que el día de mañana esto pase (y no dejamos de repetirnos como un mantra el “… y pasará”) y cuando salgamos a la calle, experimentaremos el disfrute de un tiempo de una maravillosa primavera, pero esto también pasará… porque nuevos problemas vendrán, y serán muy duros.

Y aunque estemos en la calle, en el campo, en la montaña, en la Puerta del Sol empapándose del ansiado gentío, seguirá habiendo ansia por la libertad.

Dios nos ha creado así, libres y responsables. Tenemos capacidad de decidir qué hacer, pero a la hora de la verdad, hay un amo mucho mayor que unas autoridades públicas y sanitarias que nos retienen y nos confinan en nuestro ego, y ese es el pecado.

Algunos ven el pecado como lo más feo y desagradable del mundo (y en el fondo sabemos que lo es), pero se disfraza de un bonito deseo que sale de lo profundo de nuestro corazón, y no sólo eso, sino que se convierte en nuestro tirano, ese que nos hace querer escapar y ser libres.

¿Creemos ser libres cuando hay algo que nos confina más que cuatro paredes? Nosotros podemos pasar hasta un mes “encerrados” en nuestras casas, pero os aseguro que hay hermanos en la fe, que llevan años encerrados en una cárcel (ya sea por persecución o por ser criminales que han entregado su vida al Señor entre rejas) y que son más libres que muchos que creen que pueden ir donde quieran, porque al final de sus vidas no podrán elegir.

Esta es la libertad que nos da el Señor y que se consumó el día que encomendó su espíritu al Padre y también el día que se levantó de la muerte, mostrándonos el camino que seguiremos también nosotros.

Esa es la libertad que nos dio aquel Cristo, en aquella semana, que en fechas como las que estamos, celebraremos (en casa).

Pero esta también es la libertad que hemos de proclamar, y que de hecho estamos haciendo en nuestras ciudades, pueblos y barrios, como aquel barrio con esa incipiente congregación que está naciendo muy cerca del corazón de la ciudad de Madrid, en el barrio de Bellas Vistas, entre Cuatro Caminos y el barrio de Valdezarza (barrio donde iba a estar inicialmente) y del que damos buena cuenta con sus datos en este nuevo boletín.

Ansias de libertad es lo que tenemos. Seguramente ante el sufrimiento de muchos enfermos en sus camas, esperando su desenlace y queriendo salir de aquellos hospitales abarrotados y desbordados, lo que desean es salir, obviamente sanos y limpios, pero seguro que los habrá que nos les importará salir de otra manera, con tal de que acabe su sufrimiento y agonía. Este mundo está en agonía, lo llevamos viviendo mucho tiempo.

Pero no quiero acabar con mal sabor de boca porque, aunque sabemos que sólo Cristo nos puede hacer verdaderamente libres, aún la humanidad conserva esos pocos retazos de la imagen divina que nos hemos empeñado en deteriorar. La imagen en portada representa parte de esos retazos, en forma del reconocimiento del trabajo duro de muchas personas que están arriesgándose y dejándose la piel: sanitarios y personal de hospitales, limpiadores, policías, guardias civiles, ejército, personal de supermercados, agricultores, transportistas… y muchos que se han ofrecido para ayudar, con cuantiosas donaciones y por aquellos que con estoicismo se sacrifican escondidos en casa. Tanto por lo que agradecer y tanto por lo que aplaudir. ¿Y la iglesia? ¿Qué podemos hacer? Pensemos en ello… de momento, sigamos orando y clamando por nuestro país. A continuación, proponemos una serie de motivos de gran importancia.

Santi Hernán

 

Especial de oración “¡Clamemos!”

Enfermos y familiares

El primer motivo no puede ser otro. Hay tantos, y probablemente conozcamos en persona a algunos. Que el Señor sane y limpie a los afectados por coronavirus. Que dé paciencia y consuelo a los familiares y sobre todo a aquellos que han perdido un ser querido.

En primera línea

Lo dicho antes, personas que se dejan la piel: Médicos, enfermeros, celadores, limpiadores, administrativos, conductores de ambulancia, personal de seguridad, policías, guardias civiles, militares, personal de mercados y supermercados, agricultores, transportistas, fabricantes de equipos de protección, investigadores, y tantos que están remando en la misma dirección para que esto acabe.

La crisis que viene

Lo que vendrá después de esta pandemia puede llegar a ser más mortífero que la propia enfermedad. Una gigantesca crisis económica que amenaza con llevarse por delante a empresas, trabajadores y familias. Oremos por que el Señor vuelva a multiplicar los panes y los peces.

Nuestros gobernantes

Que aún a pesar de todo, incluso de sus propios intereses, el Señor les dé sabiduría y misericordia para saber sacrificarse a sí mismo y sepan gobernar en medio de este caos.

En el extranjero

Fuera de nuestras fronteras tenemos a Italia, China, Estados Unidos, Alemania, Irán (como mayores afectados) y tanta cantidad de países, especialmente los más pobres. Que el Señor tenga misericordia de este mundo.

Otros enfermos

No todos padecen coronavirus. Hay muchos enfermos, sobre todo, entre nosotros, que pueden verse desplazados por el empuje de la urgencia por esta pandemia. ¡No los olvidemos!

La misión

El evangelio es ahora más que nunca pertinente y necesario. Que el Señor nos dé la visión necesaria para saber cómo gestionar este tiempo tan extraño y que sepamos manejar el tiempo de incertidumbre que vendrá después. No olvidemos orar y dar las gracias por nuestra nueva misión en Madrid y por Jesús, Keyla, Victor y Linda, que están al frente.

Oremos por Youcef Nadarkhani

Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio.” Lucas 21:12-13

La persecución en el mundo a los cristianos sigue siendo atroz, en pleno siglo XXI.

En este caso, y aunque ya se habló mucho en la prensa secular y cristiana. Nosotros desde nuestra humilde web, también queremos compartir un sentimiento de solidaridad y un profundo pesar por el joven pastor evangélico Youcef Nadarkhani, condenado a muerte por las autoridades iraníes, por “el delito” de haber abandonado su fe musulmana a la temprana edad de 17 años, para abrazar el cristianismo, y no querer retractarse de ello.

Entendemos que esta terrible sentencia, formulada por un tribunal de la región de Gilan (norte de Irán), es un claro atentado a uno de los más importantes derechos fundamentales del ser humano, que es la libertad religiosa, sea de la religión que sea y provenga de la religión que provenga. Por ello rechazamos firmemente esta decisión judicial y mostramos todo nuestro apoyo al pastor Nadarkhani.

Nuestro Señor ya nos lo advirtió, y aunque históricamente lo hemos sufrido mucho, también hoy día, y en distintas partes del mundo, el evangelio, no sólo causa rechazo, sino que incluso es motivo de condena por parte de las leyes humanas y las autoridades de naciones claramente alineadas con el radicalismo más agresivo. Lamentablemente el caso de Youcef no es el único. Son muchos los hermanos que viven su fe en la clandestinidad, por conservar su libertad y su integridad física, y son muchas las naciones que se cierran a la proclamación del evangelio.

Pero ante tanta injusticia, Dios no esta pasivo, y todo lo que ocurre, tiene un propósito, y aunque quizá no lo lleguemos a entender totalmente, podemos leer una pista, sobre casos como el del pastor Iraní, en Lucas 21:12-13 (pasaje de la cabecera), después de dar algunas pinceladas de lo que ocurrirá en los últimos tiempos, Jesús nos muestra que sufriremos por causa suya, y además no es el único pasaje en el que podemos ver algún tipo de persecución, porque el nuevo testamento (y aún el antiguo) esta repleto de episodios de este tipo. Pero la clave la podremos encontrar en el final del pasaje escogido para este artículo, en el versículo 13, Cristo nos dice que esto será ocasión para dar testimonio. ¡Y que hermoso el testimonio de este hermano! Hasta tres veces le preguntaron en el tribunal, si se retractaba de su fe en Cristo para volver al Islam (y así le absolvían), y las tres veces se mantuvo firme en el Señor, aún sabiendo que le esperaba la horca.

Aún hay esperanza, podemos seguir orando por Youcef y os animamos a ello. Recordemos que el poder de Dios hizo que se rompieran las cadenas que apresaron a Pedro (Hechos 12:4-11) y a Pablo y Silas en su prisión de Filipos (Hechos 16:20-23). Si es su voluntad, al igual que a estos grandes de la fe, también puede salir a Youcef. Tampoco olvidemos que es esposo y padre y su familia le espera.

También cabe la posibilidad de hacer llegar la propuesta de liberarle a la embajada iraní, sumandose así a las miles de firmas que lo han hecho a través de la ONG Hazte Oir. Pincha en este enlace y súmate en favor de Youcef y de la libertad religiosa en el mundo: http://www.hazteoir.org/firma/41474-firma-libertad-youcef-nadarkhani

Oremos

Hacía mucho tiempo que no escribíamos nada aquí de algo tan importante como la oración.

Y es que la actualidad de nuestro entorno más cercano y de nuestro mundo, que parece que no deja de darnos malas noticias, nos obliga a arrodillarnos más que nunca. El pensamiento de hoy iba a ser diferente pues el domingo pasado celebramos el día de la Biblia, pero vistas las circunstancias, hoy os animamos a orar.

La oración es algo más que la herramienta de comunicación con Dios por excelencia, es una arma poderosa y eficaz en manos de aquellos que temen a Dios, como dice en Santiago 5:16b “… la oración eficaz del justo puede mucho.“. Hay mucha gente que padece, que sufre, que tiene necesidad y ha visto como su vida en pocos instantes ha sido arruinada, el consejo bíblico lo seguimos encontrando en esta misma epístola tan llena de sabiduría: “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración…” (Santiago 5:13a). Es por ello que os animamos a mantener esa constante comunicación con el Señor, que es bidireccional  y aunque muchas veces no lo veamos, o incluso nos resistimos a verlo: ¡Dios responde siempre en el momento preciso!

Por ello, sin entrar en detalles personales, queremos compartir con vosotros (seáis o no de nuestra iglesia) una breve lista de motivos de oración para que la tengáis en cuenta al ponerse en manos de Dios:

  • Queremos destacar la situación actual en Japón, que como muchos sabéis sufrió un gravísimo terremoto, seguido de un tsunami (olas de gran tamaño) que ha arrasado con pueblos, ciudades, hogares, infraestructuras, ha destruido parte de una central nuclear (con el consiguiente peligro actual de contaminación radiactiva en los alrededores) y sobre todo ha segado la vida de miles de sus ciudadanos.
  • No nos olvidemos de los disturbios y el caos en los que estan envueltos varios países del magreb y oriente medio como Libia, Túnez, Egipto, Yemen, Jordania o nuestra vecina Marruecos, que pronto pueda reestablecerse la paz y reine la justicia y la democracia en estos lugares, donde también hay mucha persecución a los cristianos.

Hay muchísimo más por lo que orar, estas son algunas las peticiones propuestas en nuestra iglesia:

Recordad que sobre todas las cosas esta la soberanía de Dios en nuestras vidas, que nos dará la auténtica paz en medio de un mundo caído, que cada vez está más cercano a su fin, cuando el Señor regrese. Pero hasta entonces “orad sin cesar” (1ª Tesalonicenses 5:17).

También aprovechamos para animaros a acudir todos los miércoles, a las 20:00 hrs. en nuestro local a celebrar nuestro culto de oración en compañía del resto de hermanos.