“He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.” Jeremías 33:6
Este año, para la convención 2019, el lema será “Iglesias Saludables”, basado en el texto de Jeremías 33:6, el cual está en cabecera y el cual nos servirá de inspiración para este breve escrito.
El lema de “Iglesias Saludables” sugiere que nuestras iglesias como ente vivo, pueden ser saludables, o por el contrario, pueden estar enfermas.
Así se encontraba el pueblo de Dios en los tiempos de Jeremías: Enfermo, exiliado, destruido y tomado por sus enemigos.
Pero lo peor de todo es que no fue algo fortuito, sino que de algún modo Judá se lo buscó. Le dio la espalda a Dios una vez más y se olvidó de su protección y su ley, para cambiarlo por el culto a dioses ajenos.
Ante esta decadencia y corrupción de los judíos, llegó Babilonia arrasándolo todo y llevando en cautiverio a todo el pueblo, desoyendo las advertencias de Dios a través de su profeta Jeremías.
Pero aún a pesar de todo, Dios sigue siendo fiel, sobre todo, a sí mismo. El Dios de amor, vuelve a mostrar nuevamente su misericordia, por este pueblo rebelde y terco, y promete restauración y sanidad. Promete además que la Jerusalén, que está destruida y llena de cadáveres, sería el lugar del que saldría aquel que sería de bendición a las naciones, porque, ante todo, Dios cumple sus promesas y prometió que el trono de David volvería a estar ocupado y esta vez por toda la eternidad.
Sabemos que aquel hijo de David se levantó como rey en la Jerusalén antaño exiliada y luego restaurada, pero fue coronado con espinas y su “trono” fue una espantosa cruz de rugosa madera, pero también sabemos que de ahí se levantó nuevamente de entre los muertos y encomendó a los suyos para ser testigos suyos a las naciones y fue ahí donde comenzó su Iglesia. De esta manera cumplió la promesa de que su reino sería eterno, porque es Cristo mismo quién está a la cabeza.
Dos mil años después de estas cosas, Dios vuelve a prometernos estas mismas cosas. Al igual que este pueblo de Dios representado por Israel, la Iglesia, tras la ascensión de nuestro Señor, no ha dejado de caer y levantarse, no ha dejado de enfermar y volver a ser sanada. Ya se vieron muchas cosas negativas que sucedieron en la Iglesia de los primeros años, cuando leemos las cartas del Nuevo Testamento.
Si seguimos con la historia más allá de la Biblia, vemos que la evolución de la Iglesia no fue del todo positiva, sino que incluso vemos corrupción y luchas de poder.
Podría haber mejorado todo con la llegada de la Reforma Protestante, pero sabemos que en muchas partes la iglesia cristiana siguió igual, o incluso en otros sitios empeoró con diversas inquisiciones.
Hoy vemos que en muchas iglesias, muchas heridas y poco o mal testimonio. En occidente muchas congregaciones cristianas terminan cerrando o mermando su asistencia.
Pero antes de que te desanimes al leer todo este pesimismo, te recuerdo que este texto que leemos en Jeremías no va sólo de destrucción o desolación, sino de sanidad y esperanza.
Y con esto os quiero dejar, con el buen sabor en la boca de la esperanza, la sanidad y la restauración, no porque seamos especiales, sino porque el Dios que advirtió a su pueblo de su pecado y que aun así tuvo misericordia y lo levantó, es el mismo Dios que hoy está obrando en todo el mundo, usando a una iglesia imperfecta y rebelde, pero que gracias a Él está muy muy lejos de desaparecer, más bien está creciendo en muchas partes del mundo.
Este mes hablamos de la UEBE (Unión Evangélica Bautista de España), ya que del 17 al 20 de octubre celebra su convención anual. La nº 67 ya, y aún a pesar de los problemas que acechan a nuestra Unión de iglesias, todavía estamos ahí, queremos levantarnos, servir, seguir proclamando, y declarar que somos más de 180 iglesias en España, grandes y pequeñas, que anhelamos la sanidad, la que sólo Dios puede darnos, la que nos ha prometido y de la que nos queremos apropiar. Además, a final de mes, recordamos 502 años de la Reforma Protestante, una muestra de que Dios se ha interesado por su Pueblo, para que tenga conocimiento, para que despierte y se desperece y recuerde que le servimos a ÉL, que está al frente, que nos ha dado su Palabra y que es deber y responsabilidad nuestra el poder tenerla, leerla, estudiarla adecuadamente y compartirla con otros.
Santi Hernán