“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”
Apocalipsis 7:9-10 (RV60)
Como no podría ser de otra manera, en este número teníamos que hablar, aunque sea de forma breve, de la pasada convención UEBE, en el último fin de semana de agosto, en la que celebramos “100 años siguiendo a Jesús”. Una convención tan emotiva no se puede describir en este espacio tan pequeño. Para conocer la crónica de este Centenario puedes leerla en la revista “Unidos” de la UEBE: https://uebe.org/unidos/#actual, así como en varios medios como Protestante Digital o Actualidad Evangélica.
Es necesario mencionar el gran esfuerzo de nuestra iglesia de la cual acudió a este evento un nutrido grupo de hermanos, unos 40, incluyendo a las tres iglesias, y que incluso algunos tuvieron una significativa participación en los actos, desde el servicio a los participantes, hasta la ayuda en la entrega de reconocimientos, pasando por el servicio de fotografía oficial y por supuesto, en la figura de nuestra pastora Raquel Molina, que hizo de maestra de ceremonias en el tiempo de reconocimientos. Por supuesto, nuestra iglesia se adhirió al pacto bautista del Centenario, al igual que la mayoría de iglesias de nuestra Unión, con nuestro pastor estampando su firma, en una hermosa ceremonia el pasado domingo 28.
Pero nuestra representación es un vaso de agua en comparación al mar de hermanos bautistas de todas partes de España y también de fuera, que se congregaron en estos días. Alrededor de 1200 personas, notados especialmente en el culto del domingo. Miraras donde miraras había una multitud y todos adorando unánimes a nuestro Dios y recordando su fidelidad por estos 100 años de testimonio de nuestra Unión.
Pero estos 1200 asistentes no son sino un delicioso aperitivo del cielo, si me permitís, muy muy muy pequeño, si lo comparamos con lo que nos espera a los que hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, cuando estemos con Él por la eternidad.
Juan saboreó un poco de esa experiencia que plasmó en las palabras proféticas del Apocalipsis (texto de cabecera).
Todas estas experiencias refuerzan poco a poco lo que ya comentamos en anteriores números. La importancia vital de congregarse y de pertenecer a una familia que perdurará por la eternidad.
Texto y fotos de Santi Hernán