Como destruir la iglesia cristiana evangélica

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid” (1 Pedro 5:8, 9).
            Si fueses el diablo, ¿qué plan tendrías tú para destruir la iglesia? ¿Qué te parece el siguiente? Esperar hasta que la iglesia llegue a estar sin poder, o bien mundano, o bien legalista, y luego aparecer con una solución que parece ser justo lo que necesita, algo que parece ser espiritual, pero que permite que la gente viva como quiere. Lo que quiere la gente es ser tan mundano como se puede y todavía salvarse. Así que el diablo inventa una nueva versión del evangelio que asegura la salvación, pero no compromete a nada. Se basa en “solo creer”. En ello se da toda la importancia a una profesión de fe, y solo relativa importancia a la vida que sigue a continuación de esta profesión. Cuando una persona acepta a Cristo como su Salvador, se le declara salva y le enseña que “una vez salva, siempre salva” y que, puesto que no se puede perder la salvación, que viva como viva, irá al Cielo. ¡Brillante! ¡Touché! No se habla del quebrantamiento, ni de la confesión de nuestra pecaminosidad, ni de la renuncia de nuestra voluntad, ni de la santidad, ni de tomar nuestra cruz cada día y seguir a Cristo.
            Este es un evangelio que apetece a la carne. La carne quiere libertad para hacer lo que quiere. Quiere encajar bien con el mundo, evitar el ser políticamente incorrecta, desfasada y ridícula. Quiere satisfacer sus apetitos físicos y sexuales, sin prohibiciones. Nada de ayunar, de vigilias de oración, de diezmar o de sacrificarse. Quiere placer. Nada de disciplina, obligaciones, compromisos, o exigencias bíblicas. Quiere liberarse de normas y tradiciones. Todo esto lo tacha de legalismo. ¿La salvación no es por gracia? Quiere una espiritualidad con fuertes emociones, vibraciones religiosas y una música que las proporcione: excitante, erótica y conmovedora. La carne es rebelde. No quiere someterse a nadie, ni a ancianos, ni a los padres, ni al marido, ni al gobierno. Quiere su independencia, autoafirmación, y realización.
            Entonces, para justificar esta forma de espiritualidad, se necesita un sistema de interpretar las Escrituras que la permita, una nueva hermenéutica. Así que se inventa un sistema de interpretación de la Biblia que pretende honrar y respetar las Escrituras, pero de hecho las tuerce para que digan lo opuesto de lo que ves escrito, para complacer la carne y ser políticamente correcto. Esto se llama “contextualizar”. Significa reinterpretar el texto para nuestros días y nuestro contexto social, para que encaje con el pensamiento moderno. En realidad es contemporizar. Es imaginar lo que quizás dijera el apóstol Pablo si predicase hoy y hacer que el texto lo afirme. El problema es que el texto pierde así la autoridad, y la adquiere aquel que lo reinterpreta. Si el apóstol Pablo viviese hoy, diría exactamente lo mismo que dijo entonces, porque la Palabra de Dios es eterna y no cambia para encajar con la sociedad. El que la haga decir otra cosa está en un grave error.
Si realmente queremos que la iglesia vaya adelante, hemos de predicar sobre el temor a Dios, el pecado, el juicio y el infierno. ¡Esto es lo que trae avivamiento! Y esto es precisamente lo que el diablo no quiere, y por ello estos temas escasean hoy. En muchos lugares el plan de diablo está en plena marcha.
M. B.

Rechazar

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente” Efesios 4:22-23

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:13-14

Al margen de lo que se piensa, la juventud de hoy en día esta cada vez más comprometida, ya está escapando de la indiferencia y hace mejor lo que se propone. Me imagino que la crisis que lleva instalada en el mundo occidental desde hace unos años, es en parte responsable de esto y esta despertando a una generación que se indigna, pero que trata de luchar para defender sus derechos.
En la iglesia, está ocurriendo algo parecido, pero la tendencia es más lenta, pues muchos no son conscientes de que se están jugando, no solo su futuro en la tierra, sino su eternidad. Hay una nueva generación de jóvenes que quieren comprometerse con el Señor y tratan de buscarle como una escapatoria al comportamiento negligente de esta sociedad adulta en cuanto a los valores se refiere.
Lamentablemente, la cultura de la comodidad y la falsa “prosperidad”, de unos padres que dan todo y consienten aún más a sus hijos, está tan arraigada, que la vida espiritual de muchos de estos muchachos se ve afectada gravemente. No se ha enseñado correctamente a decir NO, no han aprendido a renunciar. En los (pocos quizá) años que llevo como líder juvenil, ha detectado lo siguiente: Sí, es cierto, quieren comprometerse, servir al Señor, pero no quieren abandonar lo que hacían cuando aún no habían recibido el evangelio, o quizá aceptado. Lo que no saben es que tomando esta postura, no sólo seguirán más confundidos aún, sino que además serán un pésimo ejemplo para una sociedad que quizá ya no ve diferencia entre ser cristiano y no serlo.
Debemos de recordar siempre las palabras del apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, cuando dice: “No os conforméis a este mundo.” y es que el mundo sigue siendo muy atractivo para los jóvenes. Ya puedes esforzarte en ofrecerles la mejor y más divertida oferta de actividades, que el mundo siempre ofrecerá algo que les parecerá mejor, en ciertas ocasiones prohibido, en muchas ocasiones peligroso, pero siempre tentador y pecaminoso. Por supuesto, un joven siempre va a preferir probar el sexo antes que irse a jugar el fútbol con los chavales de la iglesia. Una joven preferirá el subidón de unas copas de alcohol, antes del “subidón” espiritual que trae consigo un buen tiempo de alabanza y oración, y un joven preferirá las alucinantes y psicodélicas experiencias con las drogas antes que la experiencia de vivir alejado de ellas, luchando cada día.  ¿Como se combate todo esto? El versículo lema de nuestro retiro, y de nuestra temporada en la UJBM no acaba en la expresión “… este mundo.” más bien da la clave: “Sino transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento”. Esto se expresa mejor como cuando tenemos que ventilar una habitación por la mañana. El aire viciado y caliente no se irá por su cuenta y dejará el cuarto vacío, sino que el aire limpio de la calle entrará y sacará el aire sucio del interior. Así el joven debe de llenar su mente con cosas positivas para sacar la maldad de dentro. Esas cosas las saca precisamente el Señor Jesús, una vez le ha aceptado en su corazón, pero no debe de quedar ahí, debe de perseverar en los caminos del Señor, que cuando les llamamos así “caminos” es que no es un punto y final, sino una ruta, una trayectoria que se va recorriendo a lo largo de toda la vida. Un camino estrecho por el que pasa sólo lo imprescindible y donde el joven aprende a decir “no”, a todas aquellas exquisiteces que el mundo les ofrece día tras día. Es la hora de renunciar, despojarse y abandonar, transformarse y renovar la mente, para probar lo mejor que un joven, o un adulto ha probado nunca, la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.

Rejuvenecer

Y el SEÑOR respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el SEÑOR no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el SEÑOR mira el corazón.” 1ª Samuel 16:7

“De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.” Marcos 10:15

“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.” 1ª Timoteo 4:12

“Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan al SEÑOR tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:30-31


Es el sueño de todos … pero ninguno lo consigue. El secreto de la eterna juventud. ¿De qué sirve vivir más, si la calidad de nuestra vida disminuye en la última etapa de nuestra exitencia en la tierra? ¿De qué sirve vivir más si a todos nos sienta mal envejecer? Todos queremos ese elixir milagroso, esa fórmula mágica, esa receta que nos ayude a conservar el vigor, la belleza, la fuerza, la alegría y las ganas de vivir, que caracteriza a la juventud, mientras seguimos haciendonos más viejos. Es algo inevitable, todos queremos rejuvenecer.

Juventud, divino tesoro ¡Ya te vas para no volver!”, escribía el insigne poeta nicaragüense Rubén Darío, y es cierto, la juventud es un tesoro que muchos, por mucho dinero que tengan jamás podrán conseguir. Podrán tener apariencia de joven con la ayuda de la cirugía, los tratamientos de belleza, manteniendo una vida saludable y vistiendo a la moda, pero eso sólo es apariencia. La verdadera juventud se lleva por dentro, la juventud desde el punto de vista divino es más una actitud que una fecha de nacimiento más antigua. La verdadera juventud se lleva dentro, es algo que vió Dios en David cuando lo escogió para ser el rey de Israel (véase 1ª Samuel 16:7). Se puede ser joven con cincuenta años y ser viejo con venticinco e insisto que no hablo de apariencias, sino de cual es nuestra actitud ante la vida y que retos estamos dispuestos a aceptar. Jesús nos dijo que el que no reciba el reino de los cielos como un niño, no entrará en él. Un niño, y también un joven es: confiado, osado, inconformista, despreocupado, sin complejos ni prejuicios, ilusionado, creativo, optimista, motivado y motivador, esta dispuesto a revolucionar y tiene tendencia a querer cambiar los rígidos esquemas de nuestra sociedad. Y Jesús buscaba gente así, obviamente no quería desordenar ni anarquizar, pero si quería cambiar el mundo, darle la vuelta a los valores y los esquemas corrompidos que se estaban estableciendo en su época, y que no han cambiado desde entonces. ¿Sientes que hay algo que cambiar en este mundo? ¿Te sientes joven para ello?

Los jóvenes (de cualquier edad) por lo tanto, estamos llamados a ser la primera linea de combate del reino de Dios, y como tal, nos arriesgamos a ser los primeros en caer: somos los más atacados por el enemigo, ya sea en forma de tentaciones, de vanidades, de envidias y afanes, de contiendas en el mismo bando,  de relatividades, de dudas, etc. Es por ello que ahora más que nunca, la iglesia debe de apostar por la juventud (sea cual sea su edad) y apoyarla, debe de acercarse a ella y comprenderla, descubrir y ayudar en sus necesidades especiales, no dejarles de lado y no verles como locos ilusos o bichos raros.

Principalmente hay dos formas de ayudar a nuestros jóvenes: la primera es inculcarles los valores más importantes y básicos. El que recibe el reino como un niño (o como un joven) es de un carácter moldeable, ya que es cuando estan aprendiendo, dando sus primeros pasos y forjando su carácter. ¡Que mejor momento que este para que sean formados a imagen y semejanza de Jesús! Timoteo fue un gran ejemplo de ello (véase 1ª Timoteo 4:12). La segunda forma es poniéndonos de su lado; ser joven no significa ser como un “becario”, mano de obra barata y sobrecargada, y que es menospreciado por su edad o poca experiencia. Ser joven no significa tener fuerza ilimitada, poder con todo, ser invencible… los jóvenes también son débiles y pueden caer, pero lo que les (y nos) da la verdadera fuerza es la motivación que impulsa a la iglesia entera hacia delante, que es nuestra esperanza, nuestra fe puesta en el autor y consumador de la misma: Cristo Jesús.
Esperemos en él y rejuveneceremos y levantaremos el vuelo… como las águilas.