Peces, campanas y tamborileros

“De repente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: -¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad!” Lucas 2:13-14

2012-10-20 17.48.28

Seguimos con esta serie especial de adviento, sobre algunas de las tradiciones más populares de la navidad, esta vez hablaremos sobre los villancicos.

Durante siglos los villancicos han ambientado la navidad. Las tradicionales melodías con múltiples adaptaciones, de acuerdo a cada país, recuerdan año tras año el nacimiento de Jesús. En castellano la palabra villancicos deriva del término “canción de villa”. En inglés en cambio, se les denomina “carols”, que viene del francés caroler, que significa bailar haciendo ronda.

En España, especialmente en Castilla, los villancicos surgieron en el siglo XV. Se le daba este nombre a cantos compuestos por estribillos o coplas cuyo contenido no necesariamente era de carácter religioso. Tres siglos más tarde, comenzó a usarse este género para que el pueblo pudiera meditar sobre algunos episodios de la vida de Jesús. El villancico más antiguo, que registra la historia de la música es “Iesus Refulsit Omnium”, (Jesús, luz de todas las naciones) data del siglo IV, y su letra se le atribuye a san Hilario de Poitiers.

El más conocido, en cambio es “Noche de paz”. Su título original es “Stille nacht, heilige yach” y fue escrito, podría decirse “accidentalmente” por el sacerdote austriaco Joseph Mohr quien al ver que se había malogrado el órgano de su parroquia, la capilla de San Nicolás, ubicada en la pequeña población de Oberndorf, decidió escribir un canto que pudiera interpretarse con guitarra en la misa de gallo. Fue así como la navidad de 1818 se cantó por primera vez “Noche de Paz”, actualmente traducido a 330 idiomas.

Otro de los cantos más conocidos en los países de habla inglesa es “Joy to the World” (Gozo al mundo, interpretado en castellano como “Al mundo paz”) escrito por Isaac Wats, inspirado en el salmo 98 (“Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas”) y cuya música se le atribuye a Federico Haendel, debido a que las partituras coinciden en varias partes del canto con su célebre obra “El Mesías”.

Por su parte, en Italia el villancico más conocido es “Tu scendi dalle stelle” (Tu bajas de las estrellas), escrito por San Alfonso María de Ligorio. Mientras que en Francia está “Il est ne le divin enfat”, “Ha nacido el divino niño”, traducido al inglés en varias versiones.

En España los más conocidos son “Campanas de Belén” ó “El tamborilero”, mientras que en el sur del país está “Los Peces en el Río”.

En Latinoamérica cada país tiene sus propios villancicos y diversas maneras de interpretar los cantos de navidad universales. En Argentina está “Vamos Pastorcitos” y el “Huachito Torito”, en Venezuela “Mi burrito sabanero”, en Perú “Llegaron ya”, un canto a los reyes magos, en Panamá “Dime niño de quién eres”. En Colombia, por su parte está “Tutaina tuturumaina” y en Honduras, “Caminando por Tegucigalpa”. Son típicas de Ecuador las tradicionales posadas, un canto que cuenta cómo María y José buscan un lugar donde el niño Jesús pueda nacer.

Muchos de los villancicos hablan de elementos culturales de esta época del año y dejan de lado el nacimiento de Jesús: Cuando se habla de Navidad es la natividad de Jesús, no de otra cosa. Evidentemente todas estas cosas son sólo el acompañamiento y han hecho que muchas veces se pierda el sentido, incluso del mismo Papá Noel o del árbol, que tienen una razón de ser.

Y ese es el problema de los villancicos, al igual que muchas otras canciones, que no se cantan con el sentido que tienen porque no se reflexiona en su texto (en el caso de que tenga) y tampoco se canta pensando en lo que realmente significa la navidad, o si sencillamente alguno de sus textos tienen algo que ver con lo ocurrido en Belén, hace más de 2000 años. ¿Estamos adorando y dando testimonio también con nuestra música y nuestros cantos como aquel coro angelical que se presentó ante los pastores?

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