Un Dios que incomoda

Dice el necio en su corazón: «No hay Dios».
Se han corrompido e hicieron abominable maldad;
¡no hay quien haga el bien!

Dios, desde los cielos, miró sobre los hijos de los hombres,
para ver si había algún entendido que buscara a Dios.

Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido;
no hay quien haga el bien, no hay ni aun uno.

¿No tienen conocimiento todos los que hacen lo malo,
que devoran a mi pueblo como si comieran pan y a Dios no invocan?

Salmos 53: 1-4.


Hace algún tiempo un amigo que vive en Estados Unidos, me envió un correo electrónico en el que se exhortaba a los ciudadanos del país a rechazar las nuevas monedas de un Dólar, recientemente acuñadas y puestas en circulación. La razón para hacer esto es que en estas nuevas monedas no aparece la famosa leyenda “In God we trust” (Confiamos en Dios).

Otro amigo, también residente en los Estados Unidos, me manda algún tiempo después, otro mensaje electrónico. Esta vez se trataba de una campaña para no comprar los nuevos botes de Pesi Cola, allí llamados “patrióticos” pues llevan una foto del Empire State Building de Nueva York y además el texto del “Compromiso de Fidelidad” con la Patria. ¿Y por qué la campaña? Porque del texto del Compromiso se había eliminado la frase; “Under God” (bajo Dios). La razón que daba la empresa para omitirla era su deseo de… ¡no ofender a nadie!

De esto, que parece una sinrazón en el país cuna de la Democracia moderna y de una arraigada tradición cristiana evangélica o protestante, también tenemos ejemplos en esta “Vieja Europa”. Muchos europeos se opusieron al Proyecto de Constitución Europea, afortunadamente rechazado, debido que en su texto se omitía alguna referencia a las raíces cristianas de la cultura europea. Aquí mismo, en España, hemos visto iniciativas para eliminar la confección de “Belenes” en las escuelas durante la celebración de la Navidad, pues a ellas asisten niños de otras culturas y de diferente religión. Ni que decir de la controversia surgida a causa de la promesa o juramento de fidelidad de los cargos públicos ante una Biblia.

Al mismo tiempo que observamos estas cosas, apreciamos un empeoramiento de la vida social: disolución de la familia y violencia hacia la pareja, los ancianos y los niños, intentos de sustituir la familia por sucedáneos estériles, la adicción al alcohol y las drogas estupefacientes, inmoralidad y falta de honestidad en las relaciones humanas, y un muy largo etc.

Este es un muy antiguo asunto que ha perdurado por miles de años. En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo escribe:

…porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó:

Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hecha. Por lo tanto, no tienen excusa, ya que, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual, también los entregó Dios a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben.

Romanos 1: 19-28.

He ahí la causa de todos nuestros males, de los cuales no hacemos más que quejarnos y no procuramos la medicina para una cura radical de los mismos. Pero hay esperanza. Dios mismo no quiere que tal sea la situación del hombre y la sociedad y ofrece la solución:

…si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.

II Crónicas 7:14

¡He ahí la solución! La tierra será sanada si nos volvemos a ese Dios que a tantos ofende. ¿Y por qué ofende? Porque queremos ser absolutamente libres, no dar cuentas a nadie de lo que hacemos, y ya vemos la consecuencias. Esa es una falsa libertad que en realidad esclaviza y destruye al hombre y a la Creación.