«Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.».
— 1ª Juan 5:14-15
Dios responde a la oración. Y aunque invocar al Señor implica muchas cosas, quiero centrarme en lo que es principalmente, es decir: pedir y recibir. En ocasiones hemos redefinido la oración por temor a que la gente piense que la oración es pedir egoístamente, pero el Señor no tiene miedo de presentarnos la oración como pedirle algo y Él supliéndolo.
Es igualmente cierta esta lucha en nuestro interior: Sabemos que Dios escucha, nos animamos a pedir con el deseo de que responda, pero a la vez encontramos con que pareciera ignorarnos y dudamos de que realmente nos oiga. A veces, usamos la “excusa santa”: Dios es soberano. Y es verdad, lo es, y por eso oramos y buscamos respuesta. Hoy quisiera animar a cada lector con 3 consejos que podemos poner en práctica en nuestra vida de oración para poder obtener respuestas.
Mucho más podríamos decir respecto a este asunto, pero por hoy creo que es suficiente y ya es una tarea lo suficientemente grandiosa como para que empecemos a ponerla en práctica y a pedirle al Señor que nos conceda vivir todo esto. Que Dios nos haga hombres y mujeres de oración.
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