Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer” Isaías 40:30

“Anima igualmente a los jóvenes a ser juiciosos”Tito 2:6

 “De la misma manera, vosotros, jóvenes, someteos a la autoridad de los ancianos. Todos debéis someteros unos a otros con humildad, porque: Dios se opone a los orgullosos, pero ayuda con su bondad a los humildes.” 1ªPedro 5:5

Estos últimos días he estado observando todos los jóvenes que veía por la calle. Unos van curiosamente vestidos completamente de negro, otros van vestidos como si se hubieran comprado ropa 4 tallas más grande y, otros parece que acaben de salir de una boda. Sin embargo, todos tenían una cosa en común, su gran amigo, su confidente, el “ente” que todo lo sabe y que todo comparte… el móvil.

También pude ver como se relacionaban entre ellos y algunos de sus comportamientos recordando, a su vez, unas palabras que oí hace tiempo: “Los jóvenes de hoy en día son distintos, han cambiado”. Esto hizo que me preguntara qué diferencias podría descubrir en ellos ¿La ropa? Si… ¿La manera de pensar? También…. ¿Los estudios? Supongo…. ¿La forma de relacionarse? Es evidente… Pero… ¿Hay algo que no hayan cambiado? Sí, hay algo que no ha cambiado en absoluto: Sus necesidades. De hecho, podríamos asegurar que no sólo, no han cambiado, si no que, han aumentado.

Los jóvenes siguen teniendo una imperiosa necesidad de amor y comprensión; la necesidad de, aún no aceptándolo, que les corrijan, que les enseñen y, sobre todo, que les observen. No sólo están pasando por una etapa de multitud de cambios sino que además, esos cambios, les exigen decisiones que van a repercutir el resto de su vida por ejemplo: Qué carrera hacer o qué pareja escoger… Por no mencionar otras preguntas que surgen en estas edades como: ¿Quién soy? ¿Cómo quiero ser? ¿Qué piensan de mí? ¿Por qué existo?  o ¿Qué objetivo tengo en mi vida?.

Es por eso que es un tiempo en el cuál necesitan una amorosa disciplina y una comprensión basada en la rectitud y en la santidad. Necesitan respuestas que les hagan madurar, reflexionar, profundizar y, lo más importante, acercarse al Conocedor de todas las cosas: Nuestro Dios.

También olvidamos con facilidad que, en esta edad, es en la que más “inputs”, más sobrecarga de informaciones y valoraciones hay; en el instituto o universidad les dicen una cosa, en la calle sus amigos otra, en la iglesia otra… y deben decidir qué pensar, qué hacer y qué decir. Como comunidad tenemos la responsabilidad y el deber de acompañar en éste trayecto hacia la madurez. Una madurez no sólo espiritual sino también psicológica, emocional y física.

¿Cuánto tiempo hace que no te acercas a un joven y te interesas por sus estudios, por sus expectativas de futuro, por sus dudas y por sus miedos? ¿Cuánto tiempo hace que no te acercas a un joven y le felicitas por sus logros recientes y le animas a seguir adelante? ¿Cuánto tiempo hace que no oras con y/o por un joven y se lo haces saber? Hoy es un buen día para que te acerques y le preguntes; ellos necesitan de tu interés y preocupación.

Pr. Marc Miret Domínguez

santihernan

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